Riqueza de la ciudad
Hacen falta nuevos indicadores de áreas urbanas centrados en las personas
Días atrás, el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU Hábitat) presentó oficialmente su informe Estados de las ciudades del mundo 2012-2013: La prosperidad de las ciudades, cuyas conclusiones apuntan a la necesidad de usar nuevos indicadores para medir la riqueza de las urbes, que hagan más énfasis en las personas que en el dinero.
La prosperidad de las ciudades no depende sólo del crecimiento económico, sino que está condicionada por otros parámetros como la calidad de vida, la infraestructura, la equidad o la sostenibilidad, según el informe divulgado el martes por ONU-Hábitat en México, sede de la XXI Asamblea General de Ministros y Autoridades Máximas de la Vivienda y el Urbanismo de América Latina y el Caribe.
Así, la agencia de Naciones Unidas aboga en esta nueva edición de su informe por mejorar el espacio público de las ciudades, ampliar los bienes públicos, consolidar los derechos para todos y definir políticas públicas a partir del “ser humano como objetivo y fin último”. “Es necesario revisar y replantear una noción diferente de prosperidad, no confiscada por intereses económicos y financieros”, aseguró el Coordinador de la División de Investigación y Desarrollo de Capacidades de ONU-Hábitat.
El informe propone un Índice de Prosperidad de la Ciudad (IPC) que permite clasificar a las ciudades en seis grupos, del más alto nivel de “solidez en la prosperidad” al más bajo. El IPC incluye cinco dimensiones que deben ser tenidas en cuenta: la productividad, la infraestructura, la calidad de vida, la equidad y la sostenibilidad ambiental, indicadores claramente centrados en la vida de las personas antes que en la riqueza económica.
Asimismo, se lee en el documento que pese a la disminución de las tasas de pobreza en la región, una de cada cuatro personas en áreas urbanas es pobre y los índices de desigualdad de la región se sitúan entre los más altos del mundo. Las ciudades de la región son ciudades divididas social y físicamente. Esa división se manifiesta en la desigualdad de ingreso y la segregación entre la ciudad “formal” y la “informal”.
Estas razones explican por qué las ciudades registran altos índices de violencia e inseguridad, que parecen desbordar la capacidad de respuesta de los gobiernos. “Aunque la violencia no se da en todas las áreas ni es homogénea en una misma ciudad, la gravedad de sus consecuencias exige esfuerzos coordinados a todos los niveles de gobierno”, se recomienda.
Considerando que en América Latina casi un 80% de su población habita en áreas urbanas, y que Bolivia no es la excepción en esa tendencia, urge, además de un debate, la generación de políticas públicas claramente orientadas a disminuir las brechas y mejorar la calidad de vida. Mañana, al celebrarse el Día Mundial del Hábitat, deberíamos escuchar propuestas de las autoridades en ese sentido.