Soñar no cuesta nada…
Si se resuelven los escollos que inhiben a arriesgar más, las cosas cambiarán para bien en Bolivia
Fue un acto sobrio, pero espectacular. Aconteció el 21 septiembre de 2012. Nadie me lo contó. Yo estuve ahí. Durante los últimos 25 años he asistido a las solemnes inauguraciones de la Feria Internacional de Santa Cruz (Expocruz), pero muy pocas veces como esa noche vi tanta gente reunida, y no era para menos: La CAO y Cainco celebraban los primeros 50 años de una fecunda labor de Fexpocruz. El Vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia asistió, escuchó el sentir del sector productivo cruceño, y dijo cosas importantes que ojalá se cumplan.
Don Julio Roda Matta, presidente de Fexpocruz y productor agropecuario, habló del desarrollo cruceño y de su dinámico empresariado, generador de empleo, oportunidades y riqueza, proponiendo (más allá de todas las vicisitudes actuales) una visión renovada y optimista, remarcando la necesidad de unir esfuerzos para una mejora socioeconómica del país.
Al señor Vicepresidente del Estado le explicó cómo Santa Cruz había cumplido sobreabundantemente con el objetivo de abastecer con alimentos a Bolivia (una muestra de su compromiso con la Patria) y le agradeció el trabajo desarrollado para resolver álgidos temas como la Función Económica y Social de la tierra, desmontes, financiamiento, regularización de maquinaria, entre otros. Pero, también demandó —de manera urgente— soluciones al problema de la seguridad jurídica y los frenos a las exportaciones de alimentos, algo fundamental para el despegue de la producción agropecuaria y agroindustrial que beneficiaría a Bolivia.
Informado de la situación actual del sector, reflexivo en cuanto a lo escuchado y planteado, bien munido de estadísticas oficiales proporcionadas por sus asesores, y sorprendentemente propositivo a la hora de referirse al empresariado (particularmente en cuanto a aprovechar las enormes oportunidades que ofrece el mercado mundial para la exportación de alimentos) el Vicepresidente del Estado no sólo alabó con creces a Santa Cruz, destacando sus progresos en materia agroalimentaria, sino que coincidió con las preocupaciones del sector agropecuario, particularmente en cuanto al avasallamiento de las tierras productivas, y le instó a invertir más, para exportar más alimentos.
Como no podía ser de otra manera, así como cuando Roda pedía que el Gobierno solucionara los problemas mencionados, la concurrencia fue generosa con sus aplausos, de igual manera lo fue cuando el Vicepresidente del Estado coincidía con tales preocupaciones y planteaba señales en el sentido correcto de su solución.
Al empezar esta columna reflexioné que, si lo que se dijo en tan importante acto se cumpliera, sería de gran importancia para Bolivia. Así puede ser —efectivamente— porque si se resuelven los problemas que inhiben al productor nacional y extranjero a arriesgar más para “producir en el país, para el país y el mundo”, entonces la inversión privada (el gran capítulo pendiente a resolver) en verdad aumentará. Y si desde el Estado se llega a empatizar la importancia que tiene para el exportador el tener la garantía de que podrá vender al exterior sus excedentes sin dificultad —estando el mercado interno abastecido— entonces Bolivia podrá crecer mucho más.
¿Por qué aplaudió el público a las dos autoridades? Porque hablaron de forma convergente, de problemas y soluciones. Confiemos que se haya entendido que, con más inversión y exportación, las cosas cambiarán para bien en Bolivia. Soñar no cuesta nada.