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Ñancahuazú y Teoponte en octubre

En octubre, el calendario histórico de Bolivia marca el fin de dos guerrillas: la de Ñancahuazú, con la muerte del Che Guevara en 1967, y la de Teoponte, con la rendición y exilio de Chato Peredo en 1970. Ambos acontecimientos tuvieron lugar en plena guerra fría, cuando las superpotencias de EEUU y la Unión Soviética pugnaban por expandir sus áreas de influencia y consolidar su poder planetario. Ñancahuazú y Teoponte son un reflejo de aquella beligerancia que incendió guerras y guerrillas en todo el mundo.

Eran años de la guerra de Vietnam, de la revolución cubana, del Chile de Allende, de la revolución cultural china; tiempo en el que se creía que el socialismo era la panacea para todos los males. Era una época de ideales, la revolución parecía estar a la vuelta de la esquina y la juventud se embriagó con esta medicina y sucumbió bajo sus efectos.

En la guerrilla de Ñancahuazú fueron fusilados la mayor parte de los prisioneros, incluyendo al Che. La noche del 10 de octubre de 1967, en Vallegrande, con fines de identificación, fueron cercenadas las dos manos del Che por el coronel Roberto Toto Quintanilla, jefe de la inteligencia policial, que cuatro años después murió bajo la acusación de haber ultrajado el cadáver del Che. Una mujer del ELN, Mónica Ertl, hija del fotógrafo de Hitler llamado Hans Ertl, que vivía en Santa Cruz,  viajó a Hamburgo, donde Quintanilla oficiaba de Cónsul de Bolivia y allí lo ejecutó. En 2009, sobre esta historia, el periodista alemán Jürgen Schreiber, publicó el libro La mujer que vengó al Che Guevara.     

En la guerrilla de Teoponte no hubo heridos ni prisioneros, fue una masacre total. De 67 jóvenes que ingresaron al monte, sólo sobrevivieron siete, gracias al cambio de gobierno que se operó el 6 de octubre de 1970. El nuevo presidente, Juan José Torres, les perdonó la vida a aquellos sobrevivientes y los exilió a Chile. Según la renombrada periodista italiana Oriana Fallaci, fue ella quien salvó la vida del Chato Peredo. En su libro Un hombre, dice: “Tus compañeros de La Paz me informaron que yo hiciese algo, y sin perder un minuto me acerqué al presidente Torres, que era un hombre excelente… y le dije: General, han apresado al Chato y quieren fusilarlo, por Dios, sálvelo. Torres te salvó, y tú jamás supiste que él lo había hecho y que yo le había suplicado…”.

En el desarrollo y represión de ambas guerrillas, Ñancahuazú y Teoponte, el general Alfredo Ovando Candia era el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, y jugó un rol protagónico en dichos acontecimientos, que están relatados en el libro Ovando, terrorismo de Estado en los Andes, que será presentado oficialmente en la próxima feria del libro de Cochabamba, y que ya está a la venta en la librería Themis de La Paz.