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¿Auge o burbuja?

Observamos cada día, en todas las ciudades del país, la construcción acelerada de nuevos edificios de departamentos, oficinas y todo tipo de infraestructura habitacional o comercial. Lo que lleva a reflexionar sobre la forma de crecimiento que este sector económico está experimentando, y si éste es un auge sostenible o es una burbuja especulativa temporal.  
La construcción, como toda actividad económica, puede ser analizada desde la perspectiva de la demanda o la oferta, y a partir del enfoque que se asuma es posible determinar si este sector encara un crecimiento robusto y de largo plazo, o por lo contrario, es volátil y de corto plazo.

Primero, desde la perspectiva de la demanda, se pueden definir dos categorías, una legítima y otra especulativa. La necesidad legítima por vivienda está orientada a cerrar el déficit habitacional. Cabe recordar que el 70% de la población en el país no cuenta con una vivienda propia, lo que implica que es una necesidad antes que una inversión. En este sentido, programas planificados de construcción de vivienda y equipamiento son los adecuados, acompañados de una planificación urbana del uso del suelo y el espacio, además de la dotación eficiente de los servicios básicos, para generar condiciones de hábitat, orientadas al desarrollo humano en armonía con el medio ambiente.

Por otro lado, tenemos una demanda especulativa que presiona al incremento artificial de los precios de los terrenos, material de construcción, mano de obra y en consecuencia del valor de los inmuebles. Este tipo de demanda es inducida por el exceso de liquidez en la economía y la carencia de otras alternativas de inversión. Este tipo de demanda no busca la satisfacción de una necesidad de vivienda, sino transformar la liquidez en un activo real que genere ingresos por un futuro arrendamiento o por una valorización de mercado. La especulación crea un crecimiento urbano desordenado, ineficiente y depredador de recursos naturales; con el consiguiente riesgo de que las edificaciones no poseen las condiciones óptimas de calidad, por falta de controles.

Segundo, la oferta cuenta con recursos para emprender proyectos de construcción habitacional y comercial con costos financieros relativamente bajos, lo que genera mayores presiones en el mercado de terrenos e insumos, acelerando el proceso de elevación de los precios. Asimismo, existen otras fuentes adicionales al sistema financiero que emergen de la economía informal e ilegal, que encuentran en la construcción un mecanismo idóneo para purgar su origen.   

Dados estos elementos y contrastándolos con la realidad, es posible afirmar que la industria de la construcción atraviesa una burbuja con disfraz de auge, y que es necesaria una mayor regulación, porque dejar todas las decisiones al libre mercado puede llevar a pérdidas de valor, confianza y estabilidad.