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Querella al vacío

Qué diría usted, amable lector, ante un padre de familia que castigara a su hijo con unos palmetazos  por haber obtenido buenas calificaciones en el colegio? Cualquiera diría que ese señor es un mal pedagogo, injusto y tal vez chiflado. Pues esto es precisamente lo que está ocurriendo en la pelea inútil entre el Gobierno y la Agencia de Noticias Fides, conflicto al que se han sumado los periódicos Página Siete y El Diario.

El juicio penal que el Gobierno entabló contra ANF fue por haber tergiversado unas palabras del Sr. Presidente. La Agencia se defiende una y otra vez probando que no hubo tal. Que las expresiones presidenciales fueron transcritas con toda fidelidad.

Y para ilustrar el árido pleito que hoy tratamos en esta columna vaya una cita del insigne penalista Francesco Carnelutti. “El Derecho Penal es el derecho del dolor: doble dolor, del antes y del después, del pecado y del castigo”. Si esto es cierto, y lo es cuando existe realmente el pecado y se le aplica el castigo, el dolor lo reduplica quien denuncia o quien denuncia en falso; lo que es tanto más grave cuanta más alta es la autoridad infractora que denuncia en falso. A pesar de ello, y no habiendo materia justiciable, se la inventan. Nos acusan de haber descontextualizado las palabras del Presidente. Nos acusan de discriminación y de racismo. Aún más: nos señalan de haber incentivado el odio racial entre bolivianos. Y si ésta es una inicua falsedad, ¿qué tribunal podrá juzgar el caso en el que no hay delincuente? Sólo el supremo tribunal de Dios juzgará a los perjuros y absolverá a los inocentes. Pero aquí en la Tierra, no hay razón para que nos empapelen a fuerza de juicios sin base jurídica alguna. Pues si no hay delito, tampoco puede haber querella. En consecuencia, ésta es nuestra razón para que rechacemos presentarnos ante tribunal alguno que juzgue sobre la nada. “Rien de rien”, cantaba hace unos cuantos años Édith Piaf.

Por lo demás, considerando el asunto en términos políticos, al Gobierno no le hace ningún bien andarse peleando con la prensa independiente. Pero es que, además de lo dicho, nos alienta el hecho de haber recibido tantas adhesiones y muestras de solidaridad. Es fallo espontáneo de un tribunal que raramente se equivoca a la hora de valorar a los ciudadanos fieles cumplidores de la ley, de los infractores.

Con todos los respetos… tengo la esperanza de que el Ministerio Público, que tiene el caso en sus manos, también sabrá percibir esta diferenciación y que, en consecuencia, rechazará las denuncias sin fundamento, las inventadas, las fraguadas. Sólo así —dicho en términos leguleyos— “será justicia”.