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¿Y los verdes?

En las últimas semanas, los colores y la demagogia política aparecieron nuevamente en escena con la temática ambiental, y concretamente con la reciente promulgada Ley de la Madre Tierra, que entre sus artículos más importantes establece que los delitos contra la naturaleza son imprescriptibles. “Si no hay naturaleza, si está dañada, sencillamente no hay vida ni humanidad, y con esta ley queremos proponer cómo vivir en equilibrio y complementariedad con la Madre Tierra”, expresaba el Presidente antes de promulgar la norma. En las redes sociales, no se dejaron esperar los comentarios celebrando una norma que, en el futuro, puede servir para procesar a los dirigentes que hoy atentan contra el TIPNIS, un  área protegida que es patrimonio natural de todos los bolivianos.

Sobre el tema, los opositores aún no se manifestaron y los pocos que lo hicieron se enfocaron en las contradicciones de la ley respecto a los transgénicos, expresando su rechazo y preocupación. “Sabemos que hay fundamentalistas y gente muy verde en algún sector del Gobierno. Sin duda quieren convertir a Bolivia en un jardín, no quieren un país productor, generador de trabajo y alimentos. Quieren que Bolivia se vea bonita ante el mundo como un pulmón ecológico, y eso obviamente va a perjudicar al país, este atraso que ya existe nos deja al margen de los países vecinos”, declaró el representante de la Cámara Agropecuaria del Oriente al respecto.

El Instituto Boliviano de Comercio Exterior señaló: “que en caso de aplicarse la Ley de la Madre Tierra, sería un retroceso en la soberanía alimentaria, ya que se tendría que importar alimentos, generando divisas y empleos a países extranjeros”. Los empresarios privados han decidido analizar en los próximos días los alcances de la ley antes de comentarla. A su vez, los pueblos indígenas de tierras altas aplaudieron la puesta en marcha de la norma; mientras que los de tierras bajas no ocultaron su incredulidad respecto a su futura implementación; ello debido a la mala experiencia que actualmente atraviesan por el conflicto del TIPNIS.

En resumidas cuentas, la Madre Tierra ya tiene su ley; con ella, la gente del Gobierno trata de lavar su dañada imagen como abanderados de la protección del medio ambiente, mientras que los no tan verdes empresarios los acusan de tener fundamentalistas ambientales entre sus filas. Pero unos y otros saben que en el fondo nada ha cambiado, porque el modelo sigue siendo extractivista. Los azules quieren el control de los recursos, y a los no tan verdes les preocupa que sus intereses de producción, vinculados con nuestra alimentación, se vean afectados; entonces, la pregunta es ¿dónde están los verdes?