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Perdieron los indígenas

Como ha ocurrido en muchas de nuestras selvas suramericanas, durante la colonización de los EEUU, los aborígenes americanos fueron prácticamente exterminados, de tal manera que los nuevos “indígenas” gringos (“originarios del país de que se trata”, RAE) son generalmente rubios, de tez blanca y ojos claros, descendientes de anglosajones, franceses, polacos y alemanes. Estos indígenas apegados a sus tradiciones, valores y creencias ancestrales, conforman la masa central de la población recalcitrante de los Estados Unidos; su gran mayoría desconoce a Newton, a Bolívar, a Renoir o a Aristóteles; para ellos, el resto del mundo está conformado por clichés jocosos o peligrosos; saben muy poco de otras razas y culturas, y en muchos casos, como los mormones del candidato-pastor Mitt Romney, consideran el color de la piel como un castigo de Dios. Viven una vida de trabajo sagrado, con una educación elemental basada en la cotidianidad de su terruño.

Escapan a este sino aterrador y primitivo los descendientes de los fundadores en Nueva Inglaterra, cercanos a la cultura de Harvard, Yale, Princeton, MIT o Columbia; impulsados por el universo cosmopolita de Nueva York, Washington, Filadelfia y Boston, los cuales son naturalmente habitantes calificados del mundo. Más al sur, encontramos a Florida, conectada al exterior por la fuerza de su población latina (odiada y despreciada por los nuevos indígenas rubios). Al oeste, en toda la costa, se encuentra el asentamiento de los post-hippies de los sesentas, mentes abiertas al cambio que una vez que se educaron con visión oceánica, conquistaron el mundo tecnológico con Google, Intel, Apple y todo el movimiento de Silicon Valley, impulsado por sus excelentes universidades, Stanford, UCLA, Caltech y muchas más. En la región de los Grandes Lagos, surge el fenómeno de la industrialización norteamericana, en la Detroit de los automóviles, en el Chicago de los alimentos o en el Pittsburg del Acero, que gracias a su productividad y el fortalecimiento de la labor industrial bien remunerada también se conectaron con el resto del mundo cultural de manera admirable (Carnegie, Obama y Lincoln son producto de ese grupo). Algo así como nuestra Santa Cruz agrícola moderna. Por último, aparece un fenómeno reciente de latinización de Nuevo México y Colorado, con base en un extraordinario gobernador y la globalización de Denver.

Si examinamos los estados que reeligieron a Obama son precisamente los que están conectados culturalmente con el mundo que los rodea, ¡sin excepción! El partido republicano tiene que realizar un profundo examen de lo que representa actualmente y deberá aparecer dentro de cuatro años con una propuesta imaginativa y novedosa para sobrevivir; muy cercana al alma norteamericana. En la Bolivia actual, por el contrario, gobiernan los originarios.