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Origen de la tragedia palestina

Actualmente se ha recrudecido el largo conflicto entre el Estado de Israel y la población palestina que se mantiene en ese territorio. Por ello, es conveniente tener presente el origen de tan grave situación que mantiene en tensión al Cercano Oriente por casi un siglo. Como se tiene conocimiento, los árabes ocuparon esa región en el siglo VII de nuestra era, y dominaron y sojuzgaron a la población judía que estaba asentada allí desde tiempo inmemorial, así como también a la cristiana que ya tenía cerca de siete siglos de existencia.

En el siglo XX, cuando terminó la Primera Guerra Mundial, la Liga de las Naciones determinó que Gran Bretaña se encargase de aquella franja de terreno situado al sur del Líbano y al norte de la península del Sinaí, que en derecho pertenecía a Egipto. Y desde esa época, árabes y judíos iniciaron una violenta querella sobre la soberanía de Palestina, disputa que se agudizó aun más con la llamada “Declaración Balfour”, del 2 de noviembre de 1917. En esa declaración, el Gobierno británico anunció a la Federación Sionista que “el Gobierno de su Majestad ve con agrado el establecimiento de un hogar nacional en Palestina para el pueblo judío”.

Alarmados por la afluencia de judíos que arribaban a su llamada tierra de origen, y ante las violentas protestas árabes, los británicos trataron de limitar el número de inmigrantes, sobre todo a partir de 1939. Pero la irresoluta actitud del Estado Mandatario de no atreverse a delimitar el territorio entre árabes y judíos provocó que estos pueblos comenzasen a matarse en las mismas calles de Jerusalén. Poco después de la iniciación de labores de la ONU, en 1945, el Gobierno británico finalizó su mandato en Palestina y propuso que la nueva entidad mundial asumiera la responsabilidad de decidir sobre la situación en ese complicado territorio.

Con el retiro británico y ante el ansia judía de obtener seguridad, el Consejo de Seguridad tomó una resolución salomónica: partir el territorio disputado, dejando a los árabes la zona más fértil, y entregando a los  judíos una región estéril y pedregosa en casi toda su extensión. Además, la organización mundial no había resuelto el tema fundamental: si se iba a mantener la región con un solo gobierno o si se constituirían dos Estados independientes. En vista del continuo desacuerdo, los EEUU, que heredaron la influencia británica en la zona, propusieron que se estableciese un fideicomiso temporal que sirviera de puente para la conformación de un gobierno de transición. 

El portavoz judío ante la comunidad internacional rechazó enérgicamente dicha propuesta y anunció que el 14 de mayo de 1948 comenzaría a funcionar un gobierno provisional. Llegado ese día, y pese a la oposición de la ONU, el Consejo Nacional judío proclamó la formación del Estado de Israel. Pero, ¿qué pasó con los palestinos? ¿Por qué no formaron, como los judíos, un país soberano?  Lamentablemente, engolfados en sus querellas con los israelíes, no tuvieron la precaución de organizarse en un Estado independiente. Además, cada derrota que sufrieron con los judíos, a lo largo de los 50 años venideros, les fue quitando territorio, hasta encontrarse hoy en una situación singular, con la mitad de su población expulsada de la zona, y el resto en continua y perpetua lucha por sobrevivir en ella. Así como en el pasado Gran Bretaña fue incapaz de solucionar el problema palestino-judío, en el presente los EEUU tampoco tuvieron el ánimo ni la decisión de poner fin a esa conflictiva situación. Ellos se limitaron a armar y proteger a Israel, permitiendo con ello que los israelíes abusaran de su fuerza y sojuzgaran a los árabes.

Ahora bien, los últimos acontecimientos producidos en Gaza demuestran que la solución pacífica está todavía muy lejana. Pero cabe recordar a los judíos que ellos sufrieron mucho con el Holocausto, y no condice que ahora mantengan permanentemente una situación intolerable para el pueblo palestino, el cual también tiene derecho de habitar en la antigua tierra de Jesús.