Pregunta 29
Más que algo que se posee, la identidad es algo que se crea a través de descripciones de nosotros mismos

En el censo me preguntaron si pertenezco a algún pueblo o nación originario, indígena, campesino o afroboliviano. Y dar mi respuesta —decir simplemente no— fue más fácil de lo que pronosticaron por meses voces agoreras. Lo difícil vino después: pensar quién es uno realmente. Con qué o quién se identifica. A qué comunidad pertenece. Cuál es su tradición, cuál será su legado. Decir soy boliviano parece no ser ya suficiente.
Y es que más que algo que se “posee”, la identidad es algo que se constituye, que se crea a través de descripciones de nosotros mismos con los que nos sentimos “identificados”. En algunas circunstancias ser mujer pesa más que ser cochabambina. En otras, ser cineasta adquiere más relevancia que ser boliviana. La relativa comodidad con la que uno se adecúa a las múltiples descripciones posibles de uno mismo dependen solamente del entorno, de la forma en que la cultura en que vivimos y nos movemos valora las identidades posibles y les da significado.
Hace algunos años decir soy indio, decir soy lesbiana, decir soy negro, o decir soy cholo era muy difícil, porque la cultura dominante adscribía connotaciones negativas a esas descripciones. Hoy nos hemos apropiado de ellas, las hemos resignificado para darles otro tipo de valores, que si bien no son uniformemente apreciados, ya no constituyen ni deberían constituir una forma de insulto.
El avance de una sociedad —y claro, de un individuo— puede medirse por ahí también: por su capacidad de aceptar y valorar múltiples descripciones, múltiples identidades, aunque no todas ellas sean opciones que cada uno de nosotros tomaríamos para responder la ominosa pregunta: ¿Quién tú eres?
La otra pregunta, más difícil de responder todavía, es ¿a qué o dónde perteneces? ¿a alguna nación o pueblo? ¿a alguna comunidad? ¿a alguna tribu? Y los que nacimos y crecimos en una ciudad, de padres que hablaron castellano desde la cuna, en familias ya no tan extendidas, en zonas o barrios que no ostentan una unidad o identidad tan marcada, en grupos sociales que no se organizan en fraternidades, ni en sindicatos, ni en comparsas…, ¿cómo respondemos a esa pregunta sin sentirnos terriblemente solos? La palabra mestizo, en estas circunstancias, no responde nada.