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Roberto Arlt y Fernando Medina

Aproveché el feriado obligado del miércoles para intentar releer dos novelas: El juguete rabioso, de Roberto Arlt, y Los muertos están cada día más indóciles, de Fernando Medina Ferrada. Como es de suponer el tiempo no me alcanzó para hacerlo, pero sí para disfrutar de la introducción sobre Arlt escrita, nada menos, que por Juan Carlos Onetti; y de la entrevista a Medina realizada por Blanca Wiethüchter y Alberto Villapando en agosto de 1999, que trae cada libro respectivamente.

El escritor uruguayo cuenta, muy a lo Onetti, cómo fue que conoció a su par argentino en 1934, en Buenos Aires. Recuerda que ya había leído, además de El juguete rabioso, Los siete locos y Los lanzallamas de un autor que, por ese entonces, se había hecho famoso por sus Aguafuertes porteñas que se publicaban en un periódico de la capital argentina. Jamás imaginó que llegaría a conocerlo, hasta que un amigo suyo que leyó los borradores de Tiempo de abrazar le dijo que el manuscrito estaba tan bueno que Roberto Arlt debía leerlo, entonces lo llevó a conocerlo en la oficina de éste, en el matutino.

La entrevista fue, según Onetti, “tan inolvidable como desconcertante”. Luego de la presentación en la que el autor de Juntacadáveres se sorprendió de la manera cómo Arlt arrastraba las eses, cuenta que dijo: “Assi que usted escribió una novela y Kostia (el amigo en común) dice que está bien y tengo que conseguirle un imprentero”; luego “abrió el manuscrito con pereza y leyó fragmentos de páginas, salteando cinco, salteando diez. De esta manera la lectura fue muy rápida” y Onetti llegó a pensar que su trabajo de un año no valía nada, hasta que finalmente Arlt dejó el borrador y mirando al amigo le preguntó: “Dessime vos, Kostia, ¿yo publiqué algo este año?”; y al responderle que ninguna, Arlt concluyó diciendo “entonces, si estás seguro que no publiqué ningún libro este año, lo que acabo de leer es la mejor novela que se escribió en Buenos Aires”. Luego Onetti cuenta las salidas con Arlt y su desenfado para con los otros autores argentinos con los que no tenía ninguna compasión a la hora de criticarlos. Al terminar de leer a Onetti, recordé que en Bolivia Arlt se puso de moda luego de que Wálter Chávez fundara su ya mítico quincenario, que se convirtió en un hito en el periodismo nacional, y reconocí el espíritu del autor argentino en la producción del periodista peruano.

La entrevista que le hicieron al escritor boliviano es una joya. Las respuestas de Medina Ferrada, un autor desconocido en Bolivia, cuya novela ganó el premio Casa de las Américas, nos permiten conocer a un escritor que se ha hecho a golpes de la vida. Rebelde desde niño, trabajó en Santiago a los 11 años y al retornar a      La Paz tuvo como amigos a Jaime Saenz, a Sergio Suárez, a Óscar Alandia Pantoja y a Arturo Borda, que era el mayor de todos ellos. Medina rememora sus aventuras y excesos en tugurios paceños y, como Arlt, no tiene compasión al referirse a algunos de los escritores de la época. Sin embargo, al referirse a Saenz y a Borda los describe como ángeles, simpáticos e iluminados por Dios hasta que se emborrachaban y las cosas se ponían intensas y locas.