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Ciudad Educa

Estamos llegando al final de 2012, y sientes a esta ciudad cada vez más agobiante, con un tráfico insoportable; y, para colmo, con perspectivas poco halagadoras. Es un estado de estrés colectivo ante el número extraordinario de automóviles y edificios que, como hongos (o ratas), se reproducen en todas las zonas de esta ciudad. Las respuestas a este problemón son diversas y algunas rayan en lo pintoresco. Se proponen planes urbanos a corto o largo plazo, y hasta se presentan proyectos de nuevas ciudades que comiencen una historia urbana de cero. Respeto tales iniciativas, pero para revertir con éxito los problemas urbanos de este milenio, permítanme insistir en una salida: la educación urbana a largo plazo.

Esta propuesta de educación ciudadana debe ser comprendida en una mayor dimensión que sólo la de mejorar nuestra manera de cruzar la calle por las cebras, o de botar la basura en los lugares asignados para tal efecto. Esta nueva dimensión se puede resumir en ese término muy de moda: Cultura Ciudadana. Este concepto fue desarrollado por un dinámico alcalde bogotano, Antanas Mockus, allá por los años 90 del siglo pasado. Filósofo de formación, este alcalde colombiano revolucionó Bogotá mejorando los comportamientos y actitudes de su sociedad urbana con el plan Formar Ciudad, y apoyado en su gestión por académicos y no políticos. El plan se reducía a cuatro objetivos básicos: mayores normas de convivencia, mayor capacidad de cumplimiento de las normas, mejorar la concertación de acuerdos y la capacidad de comunicación de los ciudadanos por medio de actividades culturales y artísticas.

Aquí en La Paz se avanzó en ello en los últimos años. Pero se debe conocer que existe un proyecto personal que también va en esa dirección: Ciudad Educa. Su creadora y gestora es la arquitecta y psicóloga Mercedes Mallea, que ha logrado capacitar a miles de paceños de todas las edades, focalizando sus talleres en directores, maestros y alumnos de todas las unidades educativas de esta ciudad. Encontrando acuerdos y concertaciones con el Gobierno Municipal, la arquitecta Mallea ha contribuido enormemente a este ideal, innovando la malla educativa, fomentando la creatividad, y logrando una relación entre lo urbano y lo emotivo de todos los participantes en esos talleres. Su idea es simple y efectiva. Utiliza a la ciudad como el laboratorio de todos sus ensayos que se aúnan en un objetivo: lograr que todos amemos esta ciudad. Este proyecto de educación urbana tiene, para mí, más efecto a largo plazo que cualquier torre de documentos anillados de planes urbanos o megaproyectos, porque se ocupa de lo más importante de una ciudad: el ser humano.