Estimulación temprana
La estimulación temprana durante los primeros seis años ayuda a mejorar la calidad de vida

La estimulación temprana se refiere al desarrollo de técnicas educativas especiales, empleadas en niños y niñas entre el nacimiento y los primeros seis años, con la finalidad de corregir potenciales trastornos en el desarrollo, o bien para desarrollar capacidades compensatorias. La intervención engloba a todo el entorno familiar del menor.
Los estudios revelan que dichas técnicas también pueden ser muy útiles si se realizan en niños o niñas que están fuera del grupo de riesgo, logrando avances importantes en lo que respecta a las habilidades que por naturaleza se dan, pero adquiriendo mayor seguridad y destrezas, al practicar los ejercicios disponibles para tal efecto. La evidencia de su eficacia se basa en que los infantes hasta los seis años poseen lo que se denomina plasticidad neuronal. Esto significa que durante ese periodo es cuando se adquiere importantes habilidades como el control de la postura, marcha y el empleo del lenguaje; para después aprender nuevas destrezas y perfeccionar las antiguas.
Factores como la nutrición, el estado de salud, aspectos culturales, y los vínculos afectivos y el grado de interacción con las demás personas son fundamentales para la adaptación de un niño a su entorno; así como también para su predisposición del aprendizaje y del desarrollo emocional, que de un grado a otro repercutirán en su vida adulta, donde los beneficios serán bastante correlacionados con comportamientos adecuados en la sociedad.
La disfunción familiar llega a ser una traba a la hora de estimular tempranamente a los hijos. El rol del padre y de la madre y su predisposición son esenciales a la hora de iniciar una terapia de estimulación. En nuestro medio, el acceso a centros en los que se imparten estas técnicas es muy escaso, y generalmente se restringe a recién nacidos con alguna capacidad diferente, o a familias que cuentan con un mayor poder adquisitivo y tiempo libre, pese a que muchas veces su aplicación es más importante para el desarrollo de niños y niñas de estratos sociales más desfavorecidos.
Por otro lado, se ha comprobado que menores con factores de riesgo como bajo peso al nacer, prematuros, con alteraciones genéticas (síndrome de Down, Turner, etc.), alteraciones metabólicas y aquellos con riesgo psicosocial (maltrato, entre otros) serían los más beneficiados si se contara con más centros públicos, donde se pudiese llevar a cabo una estimulación temprana; luego de un análisis adecuado del nivel de nutrición y estimulación, para posteriormente proceder a una intervención acorde con las necesidades de cada uno. Esto podría ser el inicio de un plan para mejorar la calidad de vida de las personas desde los primeros meses de existencia.