Poscenso polémico
Debería aclararse si la boleta era tan sólo demográfica o tenía escondida una intención racista
La polémica poscenso mantiene su ritmo inicial. Editorialistas y columnistas siguen tomando el censo como fácil presa que devorar. Para unos fue un éxito hasta donde se podía esperar. Para otros, los fallos registrados ensombrecieron el trabajo de la Corte Electoral, por hacer una radiografía del país. Yo diría que el esfuerzo no fue del todo inútil. Por de pronto ya sabemos que en Bolivia no hay ni mestizos ni chimanes. ¡Bonita conclusión! Salgo a la calle y me cruzo con mestizos, unos más cobrizos, otros más paliduchos; pero, al fin, mestizos.
Si una de las finalidades del censo fue no sólo contar el número de los habitantes, sino también tener una aproximación confiable sobre las condiciones de vida de la población, hubiese sido oportuno plantear al encuestado estas dos preguntas; ¿Cuántos hijos tiene? y, ¿les da de comer tres veces al día? Los últimos informes de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentacióny la Agriculrura (FAO) establecen que el 8,3% de la población latinoamericana no ingiere diariamente las calorías necesarias para llevar una vida sana.
También debería aclararse si el cuestionario del censo era tan sólo demográfico o tenía escondida una intención racista. El hecho de que para el censo no haya en Bolivia mestizos demuestra que sí hubo una intención subrepticia con tufillo discriminatorio.
Uno de los pocos resultados que puede darse por seguro, y ya se conocía antes del empadronamiento, es que Bolivia tiene una mayoría de habitantes en las ciudades y no en el campo. Este “pequeño detalle” es el que determinará el reparto de la coparticipación popular, así como la ganancia o la pérdida de representantes nacionales por cada gobernación. Aumentó el número de ciudades intermedias: ni capitales de gobernación ni megápolis ni pueblecitos rurales. Esta distribución poblacional cambió la fisonomía de Bolivia.
Y aquí está el quid de la cuestión. Es decir, si el Gobierno va a darnos los datos del censo con toda asepsia política, o se propone manipularlos políticamente en su provecho político; si pintará el cuadro demográfico del país con el máximo realismo o, por el contrario, nos mostrará el trampantojo de una sociedad idílica y presta al desarrollo socioeconómico acelerado y sostenible.
De todos modos, la Corte anuncia que los primeros datos los irá publicando a partir del próximo mes de enero. ¿Una concesión graciosa para que podamos pasar tranquilos las fiestas de Navidad y Año Nuevo?