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Acuerdo lejano

Bali, Poznan, Copenague, Cancún, Durban, para la mayor parte de la población son los nombres de diferentes ciudades en el mundo; mientras que sólo para un grupo reducido de personas estos nombres tienen sentido; así como para la mayoría de la población el cambio climático es algo de lo que se ha oído hablar pero no se conoce.

Los cinco lugares descritos son las ciudades en donde los últimos años se han sostenido las sesiones de la conferencia de las partes del Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático. Un acuerdo global con el propósito de estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero de manera que no provoquen impactos negativos en la humanidad y los sistemas naturales. En estos días, la Conferencia tiene lugar en Doha, y los acuerdos para lograr ese objetivo están cada vez más lejanos pese a la realidad.

La realidad nos dice que, a pesar de la buena intención de varios países, las emisiones de gases de efecto invernadero cada año son mayores, y nos dirigimos a vivir en un mundo que antes de 2060 tendrá 4°C más de temperatura. Dirá usted, ¡el 2060!, eso está lejos. Sin embargo, no lo está para sus hijos ni mucho menos para sus nietos, que tendrán que vivir en un planeta con más temperatura y el ciclo climático alterado, y sus impactos en la agricultura, la disponibilidad de agua, la presencia de enfermedades, mayores riesgos de inundación, sequía e incendios. Claro, parece lejano, pero nuestros hijos y nietos no vivirán como nosotros vivimos ahora, vivirán en condiciones diferentes, condiciones más complicadas.

El cambio climático es uno de los desafíos sociales más complejos que debemos enfrentar como sociedad humana. Este fenómeno revela la riqueza en nuestra sociedad y lo mal distribuida que está; ejemplifica la diversidad de puntos de vista, perspectivas y prioridades; y nos une ineludiblemente en una interdependencia que no podemos negar.

El cambio climático demanda de nosotros —no sólo de los Estados— la creación de nuevas realidades; demanda de nuestros gobiernos estrategias. Pero eso no es todo, ¡si ellos no pueden ponerse de acuerdo!, nosotros, como sociedad, debemos dar el ejemplo de una nueva conciencia individual y colectiva dirigida a consumir menos, a concebir la riqueza de otra manera y a tratar con más dignidad y menos egoísmo a nuestra casa.

La Conferencia en Doha terminará sin un acuerdo importante y significativo. ¿Nosotros, como sociedad estamos dispuestos a reflejar ese fracaso?