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4:44

Como el fin del mundo se acerca inexorablemente, es obligación comentar una buena película sobre el tema: 4:44 El último día en la tierra (2011) de Abel Ferrara. Confieso que creí no haber visto nada de él cuando leí que estaba incluida en la lista de las diez mejores películas de 2012 en Cahiers du Cinema. Recordé que tenía 4:44 desde hace rato y que la iba postergando, pues el tema del fin del mundo, la verdad, termina aburriendo. Y eso que a mí Melancolía de Von Trier me gusta.

Descubrí después que Ferrara había dirigido algunos episodios de Miami Vice (serie de los ’80 que, debo confesarlo, no me perdía), y que había dirigido la original de Bad Lieutenant, luego rehecha por Herzog (nada menos). Creo recordar, además, pedazos de sus películas de los 90 (góticas, de ciencia ficción, muy negras…), vistas más bien en la tele, bien tarde en la noche.

Hasta que se mi iluminó: Ferrara es el director de The Blackout [Oculto en la memoria] (1997), una oscurísima, extraordinaria y muy lyncheana película que me encantó. Y este director del más negro cine, claro, se mandó una tremenda película sobre algo muy, muy oscuro: el fin del mundo.

Lo interesante es que —como en Melancolía— no enfoca en los temibles desarreglos naturales que arrasan ciudades y personas, sino en la intimidad de las personas, enfrentadas al mayor desastre inimaginable: la desaparición de la raza humana. Todo ello por la catástrofe climática inducida por el hombre. Con actuaciones magníficas de parte de Dafoe (como Cisco) y esa extraña y muy joven Shanyn Leigh (como Skye), vemos cómo pasa el último día en la tierra una pareja de artistas. Ella, a lo largo de la cinta, pinta y pinta, en el piso, desplegando capa de color sobre capa de color en una gran tela, cambiándose de ropa constantemente. Él está inquieto, enojado, impaciente; se comunica vía internet con su hija, con su complicada exesposa, se pelea con su joven compañera, va y se reencuentra con viejos amigos, con un hermano. Todo ello en escenas más bien teatrales, pensadas en escenarios a escala humana: la más grande tragedia no ocurre en un megahorizonte (como en las versiones hollywood), sino en los espacios más íntimos, donde se guardan los afectos. Hay brevísimas escenas en la calle y algunas imágenes del cielo y los colores que anuncian el final, además de flashes de lo que hace otra gente en el mundo. Pero en verdad lo que vemos son los cuerpos, las caras, los abrazos de estos seres en el umbral de la disolución.

4:44am: es la hora que han determinado los científicos para el final. Cisco y Skye, pocos minutos antes, se echan sobre la tela pintada y repintada por ella y se abrazan amorosamente. Esto es lo que haría una persona al final: abrazar lo más amado. Pero Ferrara logra transmitir también, en el abrazo mismo, la enorme soledad de cada uno de ellos en el momento final.