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‘Literatura y democracia’

Un grupo de docentes y estudiantes de la carrera de Literatura de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) se dio a la ardua tarea de    realizar un inventario de lo publicado en Bolivia en los géneros de novela, cuento y poesía durante el periodo 1983-2009. El resultado de este esfuerzo fueron dos tomos denominados Literatura y democracia. El primer tomo es un catálogo de obras publicadas entre esos años y otro de siete ensayos sobre los hallazgos.

Para enfrentar este monumental desafío, el grupo —coordinado por Omar Rocha y Cléverth Cárdenas, con el apoyo de Gilmar González, Mónica Velásquez, Mary Carmen Molina, Vanessa Alfaro y Pablo Lavayén— recurrió a bibliotecas, archivos, fondos de libros y editoriales de todo el país.

El catálogo es voluminoso, más de 500 páginas, y contiene el registro de 1738 libros, incluidas 356 novelas, 522 de cuentos y 860 de poesía. Cada uno de los géneros es presentado por tres índices: nombre de los autores, lugar y año de publicación. Además, consigna entre otros datos el tiempo y el espacio en el que se desarrolla la narración y una breve descripción del contenido.

El libro de ensayos se abre con una presentación de Raquel Montenegro, en la que nos advierte que lo más importante de los textos es que tratan “de establecer denominadores comunes” entre la abundante y prolífica literatura nacional. En el primer ensayo, Democracia y literatura boliviana, Cárdenas busca resumir los planteamientos centrales de sus colegas, haciendo un repaso por anteriores intentos de explicar e interpretar nuestra literatura de autores como Javier Sanjinés, Blanca Wiethüchter, Luis H. Antezana y Leonardo García Pabón. Cárdenas cierra afirmando que “la literatura está condicionada por el contexto social, pero jamás está determinada”.

González, a tono con los tiempos, inicia aclarando que lo suyo podría denominarse Novela boliviana escrita en español durante el periodo democrático, y de 356 novelas se ocupa de dos novelistas, entre los que percibe profundas contradicciones respecto al tema del indio. Rocha eligió el cuento para ocuparse especialmente de cinco autores que él considera paradigmáticos, e indaga si existe una renovación en la estética del cuento. Lavayén continúa explorando el corpus del cuento y se ocupa de tres jóvenes narradores.

Velásquez ha sido la más generosa de los investigadores, y vuelca su mirada crítica sobre más de 40 poetas de todo el país. Parte de la constatación de que en el panorama nacional no hay grandes novedades y que “la pluralidad es, tal vez, el resguardo de una identidad a medio hacerse y poco dispuesta a la consolidación de una comunidad simbólica, pues ésta se mantiene en permanente reformulación”. Molina cierra el libro con una revisión de los nuevos autores, particularmente los del Premio Yolanda Bedregal. Se trata sin duda alguna de un extraordinario trabajo que nos hacía falta para ir consolidando nuestra literatura. Para muchos de los investigadores la obra de Jaime Saenz fue una piedra de toque en el análisis, lo que me lleva a pensar que, parafraseando a Cárdenas, no solamente la literatura está condicionada por el contexto social, también la crítica.