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Le tomamos la palabra…

/ 10 de diciembre de 2012 / 05:13

Bolivia firmó el 7 de diciembre de 2012 un histórico Protocolo de Adhesión para pasar de Estado asociado a Estado Parte del así llamado Mercado Común del Sur (Mercosur), proyecto integracionista que luego de 21 años está lejos de ser un “mercado común”, pese a que tenía planeado llegar a serlo en 1994. Un mercado común implica tener consagrada una zona de libre comercio, una unión aduanera bien formada, y el libre tránsito de personas, capitales y servicios, camino hacia la total integración como lo hizo la Unión Europea.

Habida cuenta de las varias preocupaciones sobre el “ingreso” de Bolivia al Mercosur, resulta pertinente hacer ciertas aclaraciones sobre tan ríspido tema.
Primero. Esta apuesta integracionista no es nueva, ya que Gonzalo Sánchez de Lozada la intentó también (sin éxito) en la década de los 90.

Segundo. Sobre la posible invasión de productos mercosurianos a nuestro mercado —en honor a la verdad— rige ya la zona de libre comercio negociada por Sánchez de Lozada, que ha derivado en un descomunal déficit por más de $us 2.000 millones al año para el país (“desgasificando” el comercio con Brasil y Argentina, como corresponde). Por tanto, ya estamos “invadidos”.

Tercero. Que Bolivia sea Miembro Pleno del Mercosur sin dejar la Comunidad Andina (CAN) sólo será posible si el país se desembaraza de sus compromisos arancelarios con la CAN para que pueda aplicar la Tarifa Externa Común (TEC) del Mercosur. Venezuela dejó la CAN para poder entrar al Mercosur.

Cuarto: Preocupa la posible pérdida del mercado andino, porque la CAN es complementaria y abierta a Bolivia, mientras Mercosur compite a gran escala y frena nuestras ventas con valor agregado. Salir de la CAN implicaría el riesgo de renegociar bilateralmente el libre acceso a Colombia, Perú y Ecuador.

Quinto: En cuanto a las bajas ventas al Mercosur (excepto gas natural), ¿no resulta curioso que muchos productos bolivianos entren sin problema a Europa y EEUU, pero no a ese bloque? No es fruto de la incapacidad empresarial…

Sexto: Aplicar la TEC del Mercosur podría implicar el aumento de aranceles contra Europa, EEUU y Asia, beneficiando al Mercosur que tiene libre acceso al mercado boliviano (desvío de comercio),  o el no poder negociar acuerdos con terceros, si la unión aduanera derivara en una “camisa de fuerza”.

Séptimo: Avanzar en procesos de integración es bueno para que el PIB crezca más, pero el éxito dependerá de que el Estado promueva la competitividad sistémica del país, habida cuenta que todo lo que el privado pueda invertir y mejorar en tecnología de poco valdrá frente a los bloqueos, paros, avasallamientos de tierras, tomas de minas y restricciones de todo orden. De otra manera, será una aventura más.

En relación con todas estas cuestiones y temores, la Cancillería ha comprometido (a nombre del Gobierno boliviano) que definitivamente nada de aquello pasará: Bolivia jamás dejará la CAN. Se hará sendas reservas a la TEC. Podremos negociar bilateralmente acuerdos de libre comercio con terceros. Se cuidará las ventas a Venezuela. Una vez Bolivia tenga derecho a voz y voto, reclamará que el libre comercio funcione no sólo a favor del Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay, sino que también permita venderles productos con valor agregado, fruto del esfuerzo de los bolivianos. Y algo importante, se ha comprometido a un sinérgico trabajo público-privado a fin de minimizar lo malo y maximizar lo bueno. Nosotros le tomamos la palabra…

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Soñar no cuesta nada…

Si se resuelven los escollos que inhiben  a arriesgar más, las cosas cambiarán para bien en Bolivia

/ 1 de octubre de 2012 / 04:10

Fue un acto sobrio, pero espectacular. Aconteció el 21 septiembre de 2012. Nadie me lo contó. Yo estuve ahí. Durante los últimos 25 años he asistido a las solemnes inauguraciones de la Feria Internacional de Santa Cruz (Expocruz), pero muy pocas veces como esa noche vi tanta gente reunida, y no era para menos: La CAO y Cainco celebraban los primeros 50 años de una fecunda labor de Fexpocruz. El Vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia asistió, escuchó el sentir del sector productivo cruceño, y dijo cosas importantes que ojalá se cumplan.

Don Julio Roda Matta, presidente de Fexpocruz y productor agropecuario, habló del desarrollo cruceño y de su dinámico empresariado, generador de empleo, oportunidades y riqueza, proponiendo (más allá de todas las vicisitudes actuales) una visión renovada y optimista, remarcando la necesidad de unir esfuerzos para una mejora socioeconómica del país.

Al señor Vicepresidente del Estado le explicó cómo Santa Cruz había cumplido sobreabundantemente con el objetivo de abastecer con alimentos a Bolivia (una muestra de su compromiso con la Patria) y le agradeció el trabajo desarrollado para resolver álgidos temas como la Función Económica y Social de la tierra, desmontes, financiamiento, regularización de maquinaria, entre otros. Pero, también demandó —de manera urgente— soluciones al problema de la seguridad jurídica y los frenos a las exportaciones de alimentos, algo fundamental para el despegue de la producción agropecuaria y agroindustrial que beneficiaría a Bolivia.

Informado de la situación actual del sector, reflexivo en cuanto a lo escuchado y planteado, bien munido de estadísticas oficiales proporcionadas por sus asesores, y sorprendentemente propositivo a la hora de referirse al empresariado (particularmente en cuanto a aprovechar las enormes oportunidades que ofrece el mercado mundial para la exportación de alimentos) el Vicepresidente del Estado no sólo alabó con creces a Santa Cruz, destacando sus progresos en materia agroalimentaria, sino que coincidió con las preocupaciones del sector agropecuario, particularmente en cuanto al avasallamiento de las tierras productivas, y le instó a invertir más, para exportar más alimentos.

Como no podía ser de otra manera, así como cuando Roda pedía que el Gobierno solucionara los problemas mencionados, la concurrencia fue generosa con sus aplausos, de igual manera lo fue cuando el Vicepresidente del Estado coincidía con tales preocupaciones y planteaba señales en el sentido correcto de su solución.

Al empezar esta columna reflexioné que, si lo que se dijo en tan importante acto se cumpliera, sería de gran importancia para Bolivia. Así puede ser —efectivamente— porque si se resuelven los problemas que inhiben al productor nacional y extranjero a arriesgar más para “producir en el país, para el país y el mundo”, entonces la inversión privada (el gran capítulo pendiente a resolver) en verdad aumentará. Y si desde el Estado se llega a empatizar la importancia que tiene para el exportador el tener la garantía de que podrá vender al exterior sus excedentes sin dificultad —estando el mercado interno abastecido— entonces Bolivia podrá crecer mucho más.

¿Por qué aplaudió el público a las dos autoridades? Porque hablaron de forma convergente, de problemas y soluciones. Confiemos que se haya entendido que, con más inversión y exportación, las cosas cambiarán para bien en Bolivia. Soñar no cuesta nada.

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Con sólo la ‘macro’ no se vive

/ 23 de julio de 2012 / 05:14

Leí el titular del reportaje Con sólo la macroeconomía no se vive, y sonreí. Tal sentencia respaldaba lo que prestigiosos profesionales y analistas aconsejaron tantas veces, no sólo al plurinacional, sino también a los denostados gobiernos “neoliberales”: la macroeconomía ayuda pero no resuelve; es indispensable, pero insuficiente per se, para salvar la pobreza.

A los gobernantes del pasado se les criticó siempre su obsesiva egolatría y el hacer buena letra ante el FMI, velando sólo por los agregados de la macroeconomía, aunque para ello sacrificaran un mayor desarrollo productivo. Nunca les quitó el sueño el tratar de mejorar lo que perjudicaba al inversionista, que apuesta por el país; al emprendedor, que arriesga su patrimonio familiar; al profesional y al asalariado, que aportan lo suyo; en suma, a quienes de una u otra forma producen riqueza, y a los que poco les importa que lo macro esté bien cuando sufren en carne propia los embates del día a día en la microeconomía.

Que Bolivia crece por encima de la media en la región, puede ser. Que tenemos una de las inflaciones más bajas, también. Que la proporción de las Reservas Internacionales (RIN) sobre el PIB es una de las mayores, igual. Que la posición externa es envidiable respecto al pasado, de acuerdo. Pero, ¿es eso suficiente? Veamos lo que dice un experto a la luz del estudio Visión para América Latina 2040 que acaba de presentar el Centennial Group: “Si nos comparamos sólo entre nosotros, caemos en la complacencia”.

Crecer al 5% es bueno, pero hay otros que lo hacen al 7% o más. Corea, Singapur y China son el ejemplo a seguir, aprendamos de su éxito: “ahorraron más, invirtieron el doble de lo que invierte América Latina (…) pusieron énfasis en los temas críticos para el desarrollo que son la educación, la tecnología”.

Y si de invertir recursos y paciencia en educación e infraestructura se trata, “el desarrollo no es una tarea exclusiva del Gobierno, es tarea de todos y para lograr eso se tiene que encontrar mecanismos de consenso”.

Un cambio estructural se impone, ya que “con sólo la macroeconomía no se vive. Se tiene que combinar una buena macroeconomía con una buena microeconomía, con inversión, con productividad, con instituciones, con reglas de juego, con visión al mundo, si uno quiere que el mundo lo vea”. Además, “tiene que buscarse un crecimiento del 6% y el 7%. Si nos comparamos con el mundo, uno puede decir que estamos creciendo bien porque las economías europeas decrecen y América Latina crece al 4,5% y al 5%. Pero si miramos en la perspectiva estructural de largo plazo, es insuficiente”.

La agenda para el desarrollo no puede dislocarse de un mundo globalizado y debe tener una visión de largo plazo con roles público-privados bien definidos y sin superposiciones. “Estos próximos dos años, América Latina no va a poder seguir al ritmo que estaba y menos alcanzar lo que sería ideal para la sostenibilidad a largo plazo (…) hay que seguir trabajando en un tema estructural, no quedarse con la macroeconomía”.

La modernización del Estado, la mejora de la educación, de la infraestructura y el ambiente para los negocios puede llevar a mejorar el día a día y ayudar a crecer más a Bolivia. No lo dice un simple “opinador”, sino el Presidente de la CAF Banco de Desarrollo de América Latina —nuestro exitoso compatriota Enrique García (El Deber, 18.07.2012)— hablando con asombrosa sencillez y pragmatismo, sabiendo que ¡no sólo de la “macro” vive el hombre!

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La Revolución Cubana a imitar

Enfrentamos la difícil tarea de producir más alimentos con dos recursos limitados: agua dulce y tierra

/ 14 de mayo de 2012 / 04:00

Frente a una demanda mundial de alimentos en permanente alza debido al crecimiento poblacional y a la mejora del ingreso en los países emergentes, y el negativo impacto del cambio climático sobre la productividad agrícola, con la aparición de nuevas plagas que atacan a los cultivos, la humanidad enfrenta la difícil tarea de producir más alimentos con dos recursos limitados (agua dulce y tierra) enfrentando además fenómenos naturales incontrolables. ¿Qué hacer?

Dado que la necesidad tiene cara de hereje y el hambre no hace distingo de ideologías y más bien derriba gobiernos, siendo además que lo hecho por EEUU, Brasil, Argentina, México, Paraguay, Uruguay y otros grandes productores agrícolas no se acepta como un ejemplo a seguir, es que planteo: ¿por qué no imitar entonces a una pequeña isla en cuanto al uso de semillas genéticamente mejoradas para enfrentar el problema?

Aunque Ud. no lo crea, hablo de la combativa Cuba, que no deja de sorprender con sus cambios (no solo cierra el Ministerio del Azúcar y lo reemplaza por el Grupo Empresarial de la Agroindustria Azucarera; se abre al capital extranjero, ofreciéndole buenos réditos; retorna lento pero seguro a la economía de mercado; elimina 140 mil empleos estatales en el 2011, camino a dejar en la calle a 500 mil personas hasta 2015; ofrece tierras a la iniciativa privada; alienta el “cuentapropismo”, entre otras cosas), sino que ¡la revolucionaria Cuba había estado apostando por la biotecnología, no solo para la salud —donde la aplicaba ya por años— sino que, con asombrosa valentía y gran pragmatismo, la usa hoy para producir alimentos!

Según un reporte de Inter Press Service–IPS (La Habana, 26/04/12), Cuba decidió fomentar el uso de semillas genéticamente mejoradas para “disminuir importaciones y aquellas especies en las que el mundo ha acumulado más experiencia”. ¡Altamente inteligente y revolucionario: Cuba deja de importar alimentos transgénicos caros para producirlos por sí misma, y con ello ahorra dólares, crea empleo y se autoabastece!

Según la nota periodística, Carlos Borroto, vicedirector del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de Cuba (CIGB), aseguró que “en la actualidad existen plantaciones de maíz y soya, en provincias del occidente y centro de la isla” destinadas a la producción de carne; “no hay una solución alternativa (…) además, hay una tradición mundial en estas plantas con más de 160 millones de hectáreas”, reconoció. Según la FAO, EEUU tiene 69 millones de hectáreas con semillas transgénicas; Brasil, 30; Argentina, 24; India, 11; y, Canadá, 10.

Gracias al reporte de IPS descubrimos hoy que “Cuba comenzó el estudio de los organismos genéticamente modificados hace más de 20 años. El CIGB de-sarrolló el maíz transgénico de conjunto con el Instituto de Investigaciones Liliana Dimitrova, mientras que la soya se obtuvo con el Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas” y “ha trabajado las modificaciones genéticas también en plantas como caña de azúcar, papa, piña, café, tomate, arroz y papaya, entre otros. (…) Incrementar el uso de maíz transgénico cubano seco se fundamenta en que los costos de producción son muy inferiores (…) los rendimientos se multiplican”, dijo Borroto.

¡Cuba no teme a la ciencia y la tecnología, más bien las aprovecha! Y es que, con tanta gente por alimentar, ¿“Patria o muerte”? ¡No, che! Más bien, “Alimento y vida”. Así, no es la roja, sino la revolución verde la que hay que imitar.

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