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Poliglobulia

Con total falta de originalidad, haré una analogía entre la ciudad y el cuerpo humano,  más específicamente entre el tráfico de la ciudad y el sistema circulatorio. Siguiendo a muchos, diré que nuestras calles y avenidas se asemejan a nuestras venas y arterias; por tal razón, son susceptibles de acarrear males y enfermedades como un cuerpo humano maltratado por el tiempo y la mala vida. Tenemos un sistema de tráfico vehicular que, siguiendo este juego de palabras y analogías, tiene un exceso de grasas saturadas y malignas en su torrente que han formado una arteriosclerosis gravísima. Hemos endurecido nuestras venas y arterias urbanas obstruyendo el flujo normal de sangre imprescindible para el buen desarrollo de todos los barrios de nuestra ciudad. A ese bloqueo hemos sumado, y en exceso, una cantidad de minibuses que, como un crecimiento desmedido de los glóbulos rojos, está comprometiendo la salud integral de nuestra ciudad. Es decir, hemos combinado y con éxito dos males: vías mal ocupadas y exceso de vehículos mal distribuidos que se empeñan en viajar desordenadamente por algunas venas y arterias; es decir, un cuadro clínico de alto riesgo.

Para que esta comparación quede  mejor ilustrada añadiré que, aparte de acumular estas enfermedades, crecimos desequilibradamente sin considerar que nuestro sistema circulatorio no ha modificado sus dimensiones. Subsistimos en un cuerpo urbano, viejo y agrandado, que tiene las venas finas y estrechas de un infante.

Cuando te diagnostican este cuadro los médicos te recomiendan tratamientos o paliativos como dietas rigurosas y ejercicios, o también complejas operaciones de cirugía mayor. Siguiendo las analogías, hacer dietas urbanas equivaldría a: prohibiciones de circulación por placas, prohibiciones de parqueos, cebras, semáforos, etc., y plantear teleféricos sería como realizar sofisticadas operaciones de bypass.

Siguiendo la analogía, comentaré que, en estos días, hemos contratado a un cirujano austriaco que, a un costo millonario y en tiempo récord, nos implantará una vena artificial que irá del estómago a la pantorrilla y resolverá sólo un reducido flujo de todo el enfermizo sistema circulatorio que tenemos. Pero, supongamos que mantenemos fe en ese galeno. El problema es que el postoperatorio, los cuidados intensivos y el seguimiento de esa venita colgada estarán a cargo de clínicos urbanos como tú y como yo, es decir, de legos en la materia.

Quizás prefiera para esta ciudad poliglobúlica e hipertensa un tratamiento más natural y sencillo como la copa de vino con perejil que tomada a diario asegura efectos benéficos. De ello no formulo analogías, porque esta ciudad tiene la tripa abierta en exceso.