Voces

Monday 9 Dec 2024 | Actualizado a 07:22 AM

Premios vinculados

La credibilidad del periodismo y de quienes de manera comprometida lo hacen es un bien.

/ 16 de diciembre de 2012 / 06:36

En su edición del 9 de diciembre, un diario local informó que el grupo financiero BISA, por tercer año consecutivo, fue galardonado con un premio a las mejores marcas en su rubro. Dos días después, ese mismo diario informaba que recibió, por tercer año consecutivo, un premio al periodismo. ¿Otorgado por quién? ¡Por el grupo financiero BISA! Se trata, por supuesto, de una casualidad. Pero podría llevar a confusión o engaño.

Más allá de que ambos hechos sean materia noticiosa, es evidente que no existe ninguna relación causal entre el premio obtenido por el BISA y el premio otorgado por el BISA. Es normal que una empresa financiera sea reconocida en un Ranking de Marcas hecho por otra empresa. Y debe esperarse que los medios informen sobre ello. ¿Pero qué tiene que hacer un banco —subrayo: un banco— concediendo premios a los medios de comunicación y periodistas?

Creo firmemente, aun presumiendo la buena fe del Premio BISA al periodismo y reconociendo que está avalado por estudios cuantitativos y cualitativos, que ninguna empresa privada, institución pública o poder fáctico debiera definir cada fin de año y menos premiar “lo mejor” del periodismo. Es una cuestión de principios. El riesgo no es tanto que la ciudadanía se quede con ese dictamen, sino que los propios medios y periodistas galardonados se lo crean.

El Código de Ética de la Asociación Nacional de la Prensa (ANP) señala bien que “detrás de regalos e invitaciones a periodistas, generalmente hay un marcado interés en que por lo menos se divulgue la información que le interesa al interlocutor”. Este postulado es reforzado por el Código Nacional de Ética Periodística cuando establece que los propietarios, directores, editores, periodistas y trabajadores de medios “no deben recibir remuneración, obsequio o prebenda alguna de instituciones o personas públicas o privadas”.

Es cierto que hay gran diferencia entre un regalo, invitación, remuneración o prebenda y un premio más bien simbólico, pero no dejan de ser de la misma familia toda vez que provienen de una fuente de información que, además, en muchos casos, es un importante anunciante. Es evidente también, vale explicitarlo, que muy difícilmente un medio o periodista condicionará su trabajo profesional por el hecho de recibir un galardón. Pero aun a riesgo de ser fundamentalista creo que los únicos premios que debiera recibir el periodismo son los otorgados por sus pares.

El mismo principio vale para los galardones que provienen del Estado e incluso de organizaciones sociales y no gubernamentales. Algunas excepciones habrá, claro, como cuando se distingue, por ejemplo, una cobertura informativa destacable en temas municipales, ambientales, de salud; o cuando se trata de un reconocimiento institucional a toda una trayectoria. Pero la advertencia permanece intacta: ningún poder político, económico o fáctico debiera definir cuál es “el mejor” diario, radio, canal de televisión, o conductor(a), periodista, programa, cobertura…

La contracara de recibir premios —“ganar”, dice algún diario como si se tratara de un concurso— radica en la propensión de algunos medios a otorgar premios, lo cual puede resultar, lo menos, impropio. Una cosa es que, como parte de los tradicionales recuentos de fin de año, se seleccionen y declaren, por ejemplo, “personajes del año”. Pero otra distinta es organizar ceremonias para entregarles estatuillas y, esta vez desde el periodismo, proclamar “lo mejor” de la sociedad, la economía, la cultura…

La credibilidad del periodismo y de quienes de manera comprometida lo hacen posible cada día es un bien precioso. Por eso debe ser escrupulosa y hasta obsesivamente preservada. Ello se logra mediante “una práctica honesta del periodismo serio, responsable y de alta confiabilidad”, como señala con precisión el citado Código de Ética de la ANP. Esa práctica (o su ausencia) se nota. Y no depende de ningún premio para existir.

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Momento constituyente

La FES Bolivia presentó su libro más reciente con el reto de transitar de la crisis a la reforma necesaria.

/ 7 de diciembre de 2024 / 21:49

¿Estamos en la antesala de un nuevo momento constituyente en Bolivia? ¿En qué condiciones? ¿Con qué temporalidad? ¿Cuál es el balance de la Constitución vigente desde 2009? ¿Cómo se caracteriza la actual crisis en el país? ¿Es una crisis de gestión, del régimen político, de Estado, del proyecto plurinacional popular? ¿Es viable, en el presente, una reforma constitucional? ¿Con qué resultados? En su caso, ¿cuál es la agenda de cambios? ¿Y quién sería el ‘sujeto constituyente’? Como dice el buen José Saramago: “si no hubiera preguntas, no habría respuestas”.

Estas y otras cuestiones, en clave de ensayos analíticos, son abordadas por ocho autorxs en el libro colectivo Momento constituyente. De la crisis a la reforma necesaria, que acaba de ser presentado por la Fundación Friedrich Ebert (FES Bolivia). En un tiempo donde predominan las disputas diminutas, nada más necesario que hacer un alto en el camino y mirar el horizonte de futuro. En un escenario de regresión e incertidumbre, nada más valioso que imaginar oportunidades, buscar salidas, trazar propuestas. Es lo que se propone esta publicación.

Un largo recorrido

El libro es resultado de un largo recorrido. Como toda iniciativa colectiva, nació como una buena idea que, muy pronto, se convirtió en desafío. Luego se fue tejiendo con diversos hilos, varias manos, muchas voces. Y hoy es una realización que, a su vez, implica un nuevo comienzo. Momento constituyente es una invitación a pensar el presente y, en especial, a divisar nuestro futuro como país en un escenario recargado de crisis, polarización, desconfianza e incertidumbre. No es poco.

La buena idea surgió en una reunión en la FES con el expresidente Eduardo Rodríguez Veltzé, en enero de este año, donde comentó que el escenario de crisis institucional era una oportunidad para pensar reformas constitucionales y que los hechos producidos desde 2016, en especial la coyuntura crítica de 2019, podían ser una suerte de antesala de un momento constituyente en Bolivia. El desafío fue inmediato: le pedimos que escribiera un documento de trabajo al respecto.

Reflexiones sobre el momento constituyente

En las siguientes semanas, el desafío se convirtió en un primer texto, que fue presentado en diferentes espacios de intercambio plural. Para empezar, lo discutimos en el Grupo de Reflexión y en el Foro de Análisis Político de la FES. Luego, las “semillas para iniciar diálogos y reflexiones conducentes a una reforma constitucional” fueron expuestas en el Primer Congreso Prospectivas del Derecho: Estado de Derecho e instituciones democráticas, realizado en la Facultad de Derecho de la umsa, con alrededor de medio millar de participantes, en especial alumnos y docentes de varias carreras de derecho de diferentes universidades del país.

Por último, la semana pasada tuvimos un valioso encuentro sobre el tema en el ámbito del Foro Regional de Análisis Político en Tarija. Y este martes, el libro fue presentado en un grato y bien concurrido evento en el salón auditorio de la FES en La Paz. La buena idea convertida en realización es un buen insumo/pretexto para impulsar la reflexión y el debate en diferentes espacios. A eso va.

Un libro, voces diversas sobre lo constituyente

Diversos hilos, varias manos, muchas voces. A partir del documento ajustado escrito por Rodríguez Veltzé (“Momentos constituyentes, crisis institucional y protesta ciudadana. Apuntes para reflexionar las reformas constitucionales necesarias”), se pidió a otros siete analistas y académicos que, en diálogo con el texto base, escribieran sobre el tema. La idea era pasar del documento de trabajo de un autor a un libro con varias voces que, desde la pluralidad, expresaran diferentes lecturas sobre la idea de momento constituyente. Y así se hizo.

 ¿Qué encontrarán las y los lectores en el libro? Luego de la Presentación institucional, un texto de Prólogo y el artículo de referencia, Farit Rojas escribe sobre “Momento constitucional, momento constituyente”. Por su parte, Luciana Jáuregui reflexiona sobre “La espiral de la crisis en el fin de ciclo”. Le sigue Armando Ortuño, con un texto sobre “Las posibilidades políticas de las reformas constitucionales”. Después está el análisis de María Teresa Zegada, que se pregunta: “¿Reforma o transformación? Una mirada a la crisis y a la Constitución vigente”. Por su parte, Fernando García discurre sobre “Gobernanza y democracia en Bolivia, tres momentos”. A su vez, Pablo Mamani indaga: “¿Será posible refundar lo refundado? Entre nuevo momento histórico y el otro poder”. Por último, Ricardo Sotillo realiza un recorrido en torno a “Reformas constitucionales para un Estado Plurinacional en crisis: Justicia, autonomía y control presidencial”. El volumen cierra con un Epílogo escrito a seis manos.

Superar el momento destituyente

El libro Momento constituyente está precedido de un valioso espíritu deliberativo que nutrió sus contenidos. Y, con el mismo espíritu/apetito, anhela contribuir al debate en el complejo e intenso 2025 que le aguarda al país, año electoral que llega –como fue señalado– marcado por un contexto de crisis recargada, renovada polarización más fragmentación, elevada desconfianza y desencanto con incertidumbre.

En conjunto –como se señala en la Presentación–, el volumen impulsado por la FES Bolivia ofrece un análisis muy valioso de balance y en torno al rumbo del país en su estatalidad, la caracterización de la crisis, el proceso de democratización, la debilidad institucional, el esquivo cumplimiento de la Constitución a casi 16 años de su vigencia. Todo ello tiene que ver con la provocadora idea de “nuevo momento constituyente”, puesta en debate.

¿Por qué hablar de un camino/espíritu de reformas cuando lo que predomina hoy en el país es más bien una suerte de momento destituyente o, como se plantea en el Epílogo, un “Estado de Cosas Inconstitucional”? Justamente por eso. Asumimos la noción de crisis como momento de oportunidad. Si bien en rigor no estamos todavía en la antesala de un momento constituyente (no está en la agenda de demandas de ningún actor relevante), es fundamental situar el tema en la conversación pública. La premisa, que encuentra abundante reflexión e ideas en el libro, es la necesidad de trazar una ruta (re)constructiva del Estado Constitucional de Derecho en democracia, hoy degradado y pervertido por acciones a la carta de dos magistrados de una Sala Constitucional.

Las “semillas constituyentes” están servidas para el debate plural. El libro está disponible en bolivia.fes.de o: https://library.fes.de/pdf-files/bueros/bolivien/21649.pdf

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J: asignatura pendiente

Las juventudes, complejas y diversas, son una asignatura pendiente de la sociedad, la economía, el Estado, la democracia

José Luis Exeni Rodríguez

/ 24 de noviembre de 2024 / 06:02

La democracia es una asignatura pendiente de las juventudes (J): prefieren la democracia a otra forma de gobierno, pero están insatisfechas con su desempeño, piensan que puede funcionar sin partidos y creen que un líder fuerte resuelve mejor los problemas que las instituciones. Lo peor es que un 40 por ciento aceptaría un gobierno autoritario en ciertas circunstancias y hasta un gobierno militar como opción viable en caso de crisis. Es delicado.

Consulte: Datos que (no) gustan

En el marco del proyecto “Juventudes: asignatura pendiente”, la Fundación Friedrich Ebert (FES) realizó un estudio para explorar la relación de las y los jóvenes de 14 países de la región con la política, sus derechos políticos y la democracia. El resultado es claroscuro: hay buenas noticias, pero también cuestiones preocupantes. Un gran dato es la expectativa de futuro: ocho de cada diez se ven mejor dentro de cinco años. Pero su mayor sentimiento es de incertidumbre.

Ese horizonte contrasta con una baja satisfacción con su vida personal y colectiva. En Bolivia, una mayoría de jóvenes están satisfechos con su familia, la educación y la salud (con diferencias por clase social). Pero muchos están insatisfechos con la situación del país, el funcionamiento de la democracia y su situación económica propia. Esto último se asocia con falta de trabajo y empleo precario. Hay deseo dividido de migrar internamente.

Conocer las percepciones, los saberes y los sentires de las juventudes no es menor. En varios países las y los jóvenes son mayoría en el padrón electoral. Su voto será decisorio, con la creencia de que “votar sirve para transformar y solucionar problemas”. L@s jóvenes votan, pero participan poco. No se afilian a partidos ni sindicatos y su participación es baja en organizaciones sociales (destacan las iglesias y los clubs deportivos). En general, desconfían de las instituciones.

¿Cómo se sitúan ideológicamente las juventudes en la región? Según el estudio de la FES, tres de cada cinco jóvenes en promedio se ubican en el centro, uno está a la izquierda, otro a la derecha. La extrema izquierda y la extrema derecha son, todavía, marginales. ¿Qué significa asumirse hoy de izquierda, de centro o de derecha? No lo sabemos de cierto. Hay alguna correlación con políticas públicas, donde l@s jóvenes son más bien progresistas.

Las juventudes, complejas y diversas, son una asignatura pendiente de la sociedad, la economía, el Estado, la democracia. Persisten barreras. Así, entre el miedo y la esperanza, como dice Benedetti, “les queda recuperar el habla y la utopía / no convertirse en viejos prematuros”.

Datos disponibles en https://dev-qa.la-razon.com//juventudesasignaturapendiente.com/

FadoCracia precluida

1. A quemarropa: dos magistrados (auto)prorrogados del TCP han fracturado el principio de preclusión, que está en el corazón de nuestro sistema electoral. Es gravísimo. 2. Preclusión: las etapas y resultados de los procesos electorales no se revisan ni se repiten o anulan por ninguna causa y ante ninguna instancia. 3. Noviembre gris para la democracia. Con decisiones a la carta, una sala constitucional cercenó elecciones ya convocadas y avaló un congreso partidario realizado al margen de su estatuto, de la Ley y de resoluciones del TSE. 4. Con tal antecedente, en el próximo ciclo electoral dos tipos podrán inhabilitar candidatos, proscribir partidos y hasta declarar la nulidad de los comicios. Es nefasto. 5. Pobre Órgano Electoral, cuyas decisiones en materia electoral son “de cumplimiento obligatorio, inapelables e irrevisables” (sic). 6. El suprapoder TCP, que ya nos había llevado a un “estado de cosas inconstitucional”, hoy provoca un quiebre democrático. 7. Hemos retrocedido a los años ochenta del siglo pasado. Y estamos guardando, nuevamente, “un silencio bastante parecido a la estupidez”.

(*) José Luis Exeni Rodríguez es politólogo

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Datos que (no) gustan

José Luis Exeni Rodríguez

/ 10 de noviembre de 2024 / 07:40

En diciembre de 2020, pocas semanas después de la posesión del electo presidente Arce, el estudio Delphi de la Fundación Friedrich Ebert (FES Bolivia) expresaba optimismo entre los liderazgos consultados: casi la mitad decía que el país iba por buen camino, solo un tercio percibía mal camino y el resto no sabía. Cuatro años después, los datos son terribles: el 88% siente que vamos por mal camino. Estamos casi igual que en los últimos meses del funesto régimen inconstitucional de Áñez.

Al igual que las instituciones, las percepciones importan. Y cambian en el tiempo. Son fotografías de un momento determinado, que pueden ser comparables. La fotografía Delphi más reciente (octubre), en sintonía con encuestas de opinión pública, muestra la sensación mayoritaria de que la situación política y económica es mala o muy mala. Y que en los próximos meses va a empeorar. Hay pesimismo asociado a una gran preocupación por factores económicos y vientos de conflictividad.

Vea: ¿42 años no es nada?

Los datos, como las palabras, pueden o no gustar. Depende de lo que digan. Hasta principios de 2023, las percepciones eran buenas y hasta favorables. Y el oficialismo las celebraba y exhibía: “así se gobierna, neoliberales”. Desde hace casi dos años, los datos son críticos para la gestión de gobierno y sobre los temas que preocupan. Hoy las oposiciones los usan con aires de profetas del colapso: “siempre lo dije”. Los porcentajes no saben para quién trabajan.

Sigamos con la última Delphi. A la sensación de crisis político-institucional y económica, se suma una muy elevada y persistente desconfianza institucional. Casi ninguna entidad del Estado queda en pie (excepto, con valoración regular, el TSE y la Defensoría del Pueblo). La evaluación es más/menos negativa para todas las autoridades y líderes políticos. Y la impresión mayoritaria sobre el futuro es de incertidumbre, seguida de rabia. Los sentires cuentan.

Más percepciones:  se desaprueba la gestión presidencial; la candidatura de Evo es lo que más polariza; el MAS-IPSP en implosión; una oposición fragmentada, con pésimo desempeño; el TCP como grosero suprapoder; probable crisis de gobernabilidad; difícil aprobación de créditos en la ALP; desacuerdo con la renuncia de Arce y el adelanto de elecciones; la inflación afecta cada vez más, con riesgo de escasez; se insinúan cambios progresivos en el modelo económico; los medios son promotores de enfrentamiento…

Danza de datos. ¿Para qué sirven? Para examinarlos, como una fotografía. Y mirarnos, como ante un espejo. Para conservarlos, como una carta. Hasta que se abren, como un libro, recordándonos historias que (no) nos gustan.

FadoCracia caminera

1. Entre otros efectos, el reciente bloqueo de caminos trajo consigo un fortísimo sentido común del antibloqueo. 2. Había que ver la cantidad de analistas y periodistas, todos in-de-pen-dientes, exigiendo el uso de la fuerza pública contra los bloqueadores (donde dice “haga algo”, léase reprima con estado de sitio). 3. Junto con las marchas, los bloqueos habitan el corazón de la política en las calles y carreteras. En Bolivia, son parte esencial del repertorio de protestas. 4. Lo que varía son las razones del bloqueo. En 2020, por ejemplo, garantizó las elecciones, tres veces postergadas. Ni hablemos de los bloqueos que abonaron la transición a la democracia y la conquista de derechos. 5. Esta vez, detrás de un pliego único, las razones no declaradas eran oscuras, mezquinas, indefendibles. 6. Después del bloqueo, queda el desbloqueo. Queda también el tufo de quienes, en nombre del orden, alientan y justifican masacres (ahí está la “pacificación” del gobierno de facto en 2019). 7. Los efectos del bloqueo son una mierda; que te declaren terrorista, también. Con mano/cabeza dura, y flores, seguimos saliendo adelante.

(*) José Luis Exeni Rodríguez es politólogo

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A fuego y mercurio

Oxfam acaba de presentar un informe fundamental sobre la crisis ecológica y las desigualdades en Bolivia.

/ 19 de octubre de 2024 / 20:42

El agronegocio y la ganadería son una mala noticia para los ecosistemas y bosques en Bolivia. A fuego, son los principales responsables de los incendios forestales y la deforestación. La evidencia muestra que la expansión agrícola y ganadera, vinculada al negocio de la tierra, contribuye con fuerza a la crisis climática y la degradación ambiental. ¿Qué reciben a cambio estos sectores por parte del Estado? En lugar de regulación, se benefician de subsidios y créditos; en vez de sanciones, les sobran privilegios. El “modelo” funciona.

La minería aurífera, por su parte, tiene un impacto negativo considerable en el medio ambiente, el desplazamiento de poblaciones y en la salud de las comunidades locales. A mercurio, los cooperativistas mineros contaminan todo a su paso, exacerbando las desigualdades, en especial en comunidades indígenas y rurales vulnerables. El aumento significativo en la producción de oro incentiva este negocio altamente rentable. ¿Cuánto contribuye el sector a la economía nacional? Su aporte en regalías e impuestos es mínimo. Al contrario, recibe numerosas subvenciones directas e indirectas, además de varios beneficios. El extractivismo como vocación.

Ambos sectores son desnudados, con abundante evidencia empírica, en el informe A fuego y mercurio: Crisis ecológica y desigualdades en Bolivia, que acaba de ser publicado por Oxfam. Pero no solo hay análisis sobre la agroindustria, la ganadería y la minería aurífera. Quizás lo más valioso del estudio tiene que ver con las percepciones, saberes y experiencias de la gente respecto a la crisis climática y las desigualdades. Es una cuestión urgente e ineludible.

Fuego y pérdida de biodiversidad

La crisis ecológica está destruyendo los ecosistemas y provoca la pérdida irreversible de biodiversidad. Por ello, inquieta a organizaciones de la sociedad civil, a grupos de activistas y a la ciudadanía en general. También es objeto de preocupación de líderes a nivel global y de organismos internacionales. Y suele tener presencia intermitente en la agenda de los medios y en el debate público. Pero lo más crítico radica en las poblaciones y territorios que padecen directamente sus efectos: destrucción de hábitats naturales, contaminación, sobreexplotación de recursos naturales, desertificación, extinción masiva de especies, degradación de suelos. Para quienes la viven cada día, la crisis ecológica es una tragedia.

Esa crisis es bien retratada en el informe de Oxfam desde diferentes miradas y voces. Lo hace en diálogo con la desigualdad. ¿Cómo se interrelacionan la crisis ecológica y la desigualdad? La premisa es que la crisis ecológica refuerza la desigualdad, esto es, la distribución inequitativa de recursos, oportunidades y derechos entre distintos grupos de la sociedad.

Es una desigualdad multidimensional. Por eso se habla de desigualdades en plural para dar cuenta de brechas económicas, étnico-culturales, geográficas y de género. La crisis ecológica impacta con mayor violencia en las poblaciones y territorios más pobres y vulnerables: de bajos ingresos, indígenas, de zonas rurales, mujeres, del sector informal de la economía.

La crisis desde las vivencias

El informe surge de la necesidad de poner en evidencia esta cuestión en el contexto boliviano. Cierto que la crisis ecológica no es solo un fenómeno nacional. Hay amplia reflexión y evidencia global sobre las injusticias socioambientales, el efecto invernadero, la deforestación y la crisis climática. Existe un esquivo compromiso internacional en este campo. Y en el país se han asumido obligaciones que no se cumplen. Pero detrás de la crisis ecológica, en sus diferentes formas, como vimos, hay grandes responsables. Y también omisiones y silencios.

¿Estamos informados sobre el tema? ¿Cómo nos afecta? ¿Cuál es su incidencia en asuntos críticos como la biodiversidad, los ingresos, la salud, la migración? Sobre la base de un estudio de opinión pública y grupos focales, el informe expone el estado de la opinión pública y de las comunidades acerca de sus principales preocupaciones, entre ellas las ambientales y climáticas. Son importantes también las visiones acerca de qué se puede hacer.

Pero más allá de las opiniones y juicios, lo esencial radica en las vivencias y testimonios de quienes enfrentan en su vida cotidiana los estragos de la crisis ecológica y las desigualdades. En el informe se muestra esta crisis desde la voz de mujeres tacanas, esse eje y chiquitanas, que sufren y resisten las acciones de ocupación, degradación y despojo de sus territorios y comunidades con la complicidad y ausencia del Estado.

Un llamado a la acción

Como bien señala el texto de Presentación del estudio, estamos ante un desafío no solo ambiental, sino también humano, que requiere una respuesta integral y equitativa. Exponer el tema, debatirlo, ponerlo en la agenda público-política es necesario, pero no basta. Lo fundamental es hacer un llamado a la acción en el horizonte de la justicia ambiental y social. Lo que está en cuestión es el modelo de desarrollo basado en una economía extractivista, que genera la crisis ecológica y amplía las brechas de desigualdad y exacerba la pobreza.

Sin duda, con cada uno de sus cinco capítulos, el informe A fuego y mercurio: Crisis ecológica y desigualdades en Bolivia contribuirá en el debate informado y la conversación pública sobre esta preocupante cuestión. Ojalá sea útil también en acciones de incidencia y, si acaso, en la definición y rumbo de algunas políticas públicas.

Al final de la lectura queda la certeza de que, contra el fuego y el mercurio, es necesario y posible cuidar la biodiversidad, el uso sostenible de los recursos naturales, la vida en comunidad, los derechos, en fin, el buen vivir en armonía y equilibrio con la Naturaleza. Hay alternativa.

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¿42 años no es nada?

¿Qué sigue en nuestra democracia después del nuevo ciclo electoral 2025-2026?

José Luis Exeni Rodríguez

/ 13 de octubre de 2024 / 06:02

De antiguo se sabe que, en la vida, en la historia larga, “veinte años no es nada”. ¿Y en el régimen democrático? Eso depende. Cuentan la tradición, las instituciones, la cultura política. A sus veinte años, la democracia boliviana estaba en el umbral de una crisis que, poco después, terminó en la renuncia y fuga del presidente. Esa vez hubo sucesión constitucional. La siguiente crisis con renuncia y fuga presidencial, en 2019, derivó en un gobierno de facto.

De los 199 años de vida republicana en Bolivia, 157 tuvieron diferentes formas de gobierno autoritario con paréntesis representativos. Había voto, pero no democracia. “País de los cuartelazos y golpes de Estado”, describió un historiador para dar cuenta de la inestabilidad política y la fragilidad de los gobiernos. Tuvimos hasta una Revolución Nacional con partido hegemónico, seguida de un período de dictaduras militares y la intensa/difícil transición a la democracia.

Vea: Con D de desencanto

Así, en octubre de 1982 (“el hambre no espera: todos a San Francisco”) se inició formalmente nuestro proceso de democratización, que acaba de cumplir 42 años. La transición tuvo sustancia nacional popular e imborrable nombre (Hernán Siles Zuazo) y sigla (UDP). Fue una transición por vía del acuerdo, con enorme e inconstitucional error de origen: no haber convocado una nueva elección. Siles fue rehén del Congreso del 80 dominado por la oposición MNR-ADN.

Cercado por la sumatoria de hiperinflación, bloqueo institucional y alta conflictividad, el Gobierno de la transición sucumbió antes de tiempo. Otro arreglo inconstitucional adelantó las elecciones que, en 1985, dieron origen a dos décadas de democracia (im)pactada, con cinco sucesivos gobiernos de coalición. El modelo colapsó por sobredosis de partidocracia. Y las elecciones de 2005 inauguraron dos décadas de partido predominante, con un año de interinato del régimen de Áñez.

Así contado este itinerario, 42 años de democracia parecen pocos: difícil transición, dos ciclos, un paréntesis. Hoy, el partido-instrumento que dominó y (des)ordenó el campo político durante veinte años está en implosión por obra de sus facciones. ¿Qué sigue en nuestra democracia después del nuevo ciclo electoral 2025-2026? ¿Cómo se reconfigurará el paisaje de la representación política? ¿Vamos hacia un nuevo ciclo de pluralismo polarizado con fragmentación?

Es posible prever el campo político transitorio que tendremos en 2026. Resulta más difícil imaginar cómo será la democracia dentro de dos décadas. En Bolivia, el horizonte, todavía esquivo, es intercultural y paritario. Pero hay que sobrevivir el presente, tan lejos del ideal y tan cerca del desencanto.

FadoCracia unitaria

1. En medio de la degradación terminal que, ya asentada en los más bajos instintos, conduce a la muerte cruzada entre los caudillos del MAS-IPSP, la oposición política (Opopo) sigue agitando la bandera de unidad. 2. Banderas, más bien, porque los caminos de la Opopo, además de inescrutables, son varios y diferentes. Ahí están los que hablan de “unidad pactada” versus quienes agitan la consigna de “unidad disputada” (sic). 3. ¿Y entre quiénes? Algunos –especialistas en perder elecciones– van tejiendo la unidad de los políticos, en clave de megacoalición. El añejo bigote teñido de renovación, en tanto, sentencia: “unidad del pueblo”. 4. Unidad, unidad, unidad. Es como un mantra que se invoca para dar cuenta de un acto deseado, pero siempre fallido. 5. También se proclama la “unidad real” con romería a Chonchocoro. Devoción mata programa. 6. ¿Y el mecanismo? “Se podrá hacer una encuesta, dos o tres”, dice el hombre de los 100 días. “Preprimarias”, plantean los marginales. “Será un aquelarre”, se burla un azul con incontinencia verbal. 7. Pobre Opopo. Le quedan apenas seis meses y le vienen sobrando los precandidatos de unidad.

(*) José Luis Exeni Rodríguez es politólogo

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