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Tuesday 5 Dec 2023 | Actualizado a 01:10 AM

Tenencia de la tierra

En el marco de la Reconducción Comunitaria muchos predios fueron revertidos y redistribuidos.

/ 16 de diciembre de 2012 / 06:36

Días atrás, el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) difundió estadísticas actualizadas de la distribución y tenencia de la tierra en Bolivia. El dato más relevante es que los propietarios privados perdieron el control que tenían sobre 35 millones de hectáreas de tierra y que ahora indígenas y campesinos ocupan el 55% de la tierra disponible del país.

Según los datos oficiales, de los 63,5 millones de hectáreas de tierra disponible en Bolivia, al menos 35,9 millones (55% del total) está en manos de indígenas, originarios, campesinos e interculturales, mientras que el 6,7% (4,2 millones) queda bajo control de la pequeña     y mediana empresa.
Esas cifras representan un cambio en la estructura de tenencia de la tierra.

En efecto, el citado informe del INRA revela que entre 1953 y 1992 la tenencia de la tierra en el sector de la pequeña propiedad, solar campesino y propiedades comunitarias sólo alcanzaba las 17,16 millones de hectáreas, mientras que la pequeña y mediana empresa poseía 39,24 millones de hectáreas.

En cambio, los datos al 2012 presentados por el INRA revelan que entre los habitantes de tierras altas —en la zona occidental del país— están distribuidas 8,35 millones de hectáreas  y 13,85 millones entre quienes viven en zonas bajas —en la zona oriental de Bolivia— en el marco de la modalidad de Tierras Comunitarias de Origen (TCO).

Los campesinos e interculturales detentan la propiedad de 13,77 millones de hectáreas, en diferentes zonas del territorio nacional.
Pero aún más importante es el dato en el que se señala que entre 1996 y 2005 las tierras fiscales alcanzaban a 106.886 hectáreas, pero entre las gestiones 2006 y 2012 se incrementaron a 23.161.102 hectáreas.

Entre las tierras fiscales figuran las “disponibles” para asentamientos humanos y las “no disponibles”, que son las concesiones forestales, los parques nacionales, las reservas naturales y las zonas de dominio público.

Este crecimiento en la cantidad de tierras fiscales, asociado directamente a la disminución de la extensión de tierra de la pequeña y mediana propiedad, se debe, principalmente, a que no cumplía la función económica y social (FES), lo que posibilitó que, en el marco de la Reconducción Comunitaria que se establece en la Ley INRA, muchos predios fueran revertidos al Estado para su redistribución y mejor uso de acuerdo tanto  a usos y costumbres como a formas de producción de los beneficiados.

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El MAS no es el MNR

Las refriegas internas en el MAS quizás muestran los límites ideológicos del propio progresismo

Yuri Torrez

/ 4 de diciembre de 2023 / 09:11

Las comparaciones son odiosas, pero —dice el adagio popular— son necesarias, sobre todo en el análisis político: cotejar episodios o procesos darán cuenta de las tendencias o, por el contrario, las diferencias y/o matices. Estas disquisiciones son imprescindibles como preámbulo para comparar dos momentos políticos: la crisis interna, a inicios de la década de los 60 del siglo XX, del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), y las escisiones en las entrañas del Movimiento Al Socialismo (MAS) de hoy.

A propósito de las actuales trifulcas internas del MAS, apareció en la agenda mediática por parte de algunos comentaristas políticos, que mencionan una referencia histórica insoslayable: lo sucedido con el MNR. Ciertamente, ambas divisiones internas parecen similares, aunque analizando con mayor detalle se encuentran diferencias.

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Si bien toda disputa política existe por alguna parcela de poder, no obstante, en las divisiones del MNR había una cuestión profunda. En rigor, la diferencia más sustanciosa de las disputas en el seno del MNR, a diferencia del MAS, es que había un trasfondo ideológico. El MNR de aquel entonces estaba enfrascado en una disputa interna azarosa: la corriente del entonces presidente Víctor Paz Estenssoro, arrimado a las orientaciones conservadoras del gobierno norteamericano, enfrentada al ala más de izquierda representada simbólicamente por la figura del entonces vicepresidente y dirigente minero Juan Lechín Oquendo.

Obviamente, en esa disputa, por un lado, estaba en juego la continuidad de la “revolución nacionalista” que se estaba encauzando por la senda más conservadora e inclusive reaccionara, y, por otra parte, en el ala más de izquierda se oía los ecos de la revolución socialista cubana. Esas disputas estaban articuladas, además, a un contexto ideológico polarizado: el inicio de la Guerra Fría. En esas circunstancias históricas, para Washington, Bolivia era un experimento para contener el fantasma comunista que venía de La Habana. De allí, la necesidad política de la aplicación de la Alianza para el Progreso en el curso del segundo mandato de Paz Estenssoro. O sea: era tiempo de los grandes relatos.

Mientras tanto, las reyertas internas en el MAS no tienen ese trasfondo ideológico de las pugnas emenerristas. Entonces, en las disputas en el partido gobernante de hoy, a pesar que se atacan mutuamente con el discurso de la “derechización”, no hay datos evidentes que demuestren esas acusaciones. Tampoco no está en juego la reconducción del “proceso de cambio” o, finalmente, una discusión estratégica sobre el devenir del MAS. O sea: no hay un debate ideológico de fondo, como fue en el caso del MNR y, por lo tanto, esas confrontaciones internas del MAS se reducen a meras disputas por la administración de cargos.

Entonces, las refriegas internas en el MAS quizás muestran los límites ideológicos del propio progresismo. Muchos denominaron al “giro a la izquierda” que ofrecía, entre otras cosas, una nueva práctica política basada en valores distintos a aquellos gestados, por ejemplo, por el neoliberalismo. Ese “giro a la izquierda” expresaba el MAS en Bolivia, hasta que la burocratización y la ansiedad desmedida por el poder convirtió a sus líderes en prisioneros de sus propias ambiciones políticas. Hoy esas disputas internas están desprovistas de esa energía emancipatoria vital para una transformación social, para convertirse inexorablemente en grescas grotescas para retener, recuperar o alcanzar el poder. Quizás, esas trifulcas en el MAS expresan la subjetividad política de hoy.

(*) Yuri Tórrez es sociólogo

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Endulzando el apocalipsis

Ciertamente, la IA está mejorando en su razonamiento, cometiendo menos errores, alucinando menos

Maureen Dowd

/ 4 de diciembre de 2023 / 09:10

Mi episodio favorito de Twilight Zone es aquel en el que los extraterrestres aterrizan y, en señal de sus intenciones pacíficas, les dan un libro a los líderes mundiales. Los criptógrafos del gobierno trabajan para traducir el idioma extraño. Descifran el título —“ Para servir al hombre ”— y eso es tranquilizador, por lo que se crean transbordadores interplanetarios. Pero a medida que los criptógrafos avanzan, se dan cuenta, demasiado tarde, de que se trata de un libro de cocina. Esa, querido lector, es la historia de OpenAI.

Fue fundada en 2015 como una organización sin fines de lucro para servir al hombre, vigilar la galopante tecnología de IA y garantizar que hubiera barandillas e interruptores de apagado, porque cuando la IA llegue a la pubertad, será como el aterrizaje de extraterrestres.

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Cuando los entrevisté en su improvisada sede de San Francisco en 2016, los fundadores de OpenAI (Sam Altman, Elon Musk, Ilya Sutskever y Greg Brockman) se presentaron como nuestra guardia pretoriana contra la futura amenaza de una IA malvada y desbocada, contra malos actores y robots malos y todos los señores de la nube que hicieron soñar a Mary Shelley con crear una nueva especie, al diablo con la humanidad.

Pero OpenAI está arrojando muchas cosas alarmantes por encima de la valla. Musk se ha ido y Altman ya no se presenta como el perro guardián de la humanidad. Dirige una empresa con fines de lucro y crea un libro de cocina sobre inteligencia artificial. Está menos interesado en el peligro que los inversores, menos preocupado por el peligro existencial que por encontrar las capacidades de la IA.

El viaje salvaje de OpenAI hace dos semanas fue una farsa: un golpe contra Altman que colapsó y se convirtió en una restauración. Pero también fue aterrador porque demostró que estamos totalmente a merced de los chicos de Silicon Valley con sus juguetes, sus egos derrumbándose, sus temperamentos chocando, su ambición y su codicia disparadas.

Independientemente de lo que quiera decir sobre el reciente desmoronamiento de Musk, ha trabajado apasionadamente contra la IA rebelde. La búsqueda quizás quijotesca de alinear el progreso de la IA para proteger los valores humanos ha causado a Musk muchas noches de insomnio y muchas amistades fracturadas.

Atrajo a Sutskever, un deslumbrante ingeniero ruso, de Google a OpenAI. Larry Page, cofundador de Google y aceleracionista de la IA, estaba furioso con su buen amigo Musk por cazar furtivamente a Sutskever y rompió con él.

Ciertamente, la IA está mejorando en su razonamiento, cometiendo menos errores, alucinando menos (el término para inventar cosas) y resolviendo complicados acertijos matemáticos.

Musk elogió recientemente a Sutskever por tener “una buena brújula moral”. ¿El joven ingeniero, que se unió a los fatalistas en la junta directiva y le dio las malas noticias a Altman antes de retractarse, estaba influenciado por su mentor en Google, Geoffrey Hinton?

Hinton, el llamado padrino de la inteligencia artificial, quedó atónito ante el bebé milagroso de OpenAI, ChatGPT, al darse cuenta de que tal vez solo falten unos pocos años para que la IA sea más inteligente que nosotros. Hinton dijo con tristeza a 60 Minutes en octubre que la IA podría volverse malévolamente contra nosotros, manipulándonos con lo que ha aprendido al recibir todos los libros jamás escritos, incluidas las obras de Maquiavelo.

A diferencia de Musk, que puede ser incómodo y entrar en “modo demonio”, según Isaacson, Altman es fluido en sus tratos con inversores, técnicos y legisladores, y se siente cómodo con camiseta y jeans. Un destacado científico de Silicon Valley describió a Altman, de 38 años, como «extrañamente adorable». Amable con muchos periodistas, ha asumido el papel de la cara optimista del futuro de la IA.

Pero, ¿queremos a alguien con una disposición alegre sobre la IA? No. No cuando, como advirtió Musk el jueves pasado, “el apocalipsis podría llegar en cualquier momento”.

(*) Maureen Dowd es columnista de The New York Times

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Beyoncé. Amén

Michael Eric Dyson

/ 4 de diciembre de 2023 / 09:05

La verdad es clara, pero difícil de alcanzar: Beyoncé Knowles-Carter no solo es la mayor artista del mundo, una feminista y una defensora de principios de la cultura negra, sino también una especie de profeta religiosa. Es cierto que su método es poco ortodoxo y no deja de ser controvertido: imparte filosofía en Versace, teología con tacones en un escenario. Cada noche, cerca del comienzo de su actuación en su gira Renaissance, y en el documental homónimo estrenado el viernes, Beyoncé declaraba que quería que las personas reunidas en su nombre encontraran un espacio seguro para la liberación.

«Después de todo lo que hemos pasado en el mundo, siento que todos queremos un lugar donde estar seguros y conectados con otros seres humanos», dice en su documental. «Todo el mundo tiene sed de comunidad».

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Como profesor, me encantó escuchar el eco del lenguaje de los intelectuales progresistas mientras luchamos por la raza y nuestro lugar en la academia. He escuchado su lenguaje resonar tres veces hasta ahora, en tres conciertos en tres ciudades, cada lugar repleto de todo tipo y franja de humanidad, desde heterosexuales hasta homosexuales, trans y todos los colores del arco iris.

Las fuerzas conservadoras aliadas contra el “despertar” consideran que hablar de liberación y espacios seguros para los grupos minoritarios es un intento de hacerse la víctima. Sin embargo, el orgullo de Beyoncé por su negritud emerge del escenario y de la pantalla: es una fuerza animadora de su actuación, que resuena en la música que canta, sus movimientos de baile, su elección de músicos, su lengua vernácula, su arrogancia y su sentido del humor. Es más que su arte lo que atrae a la gente a sus conciertos; sus sitios seculares han ofrecido alimento espiritual, brindando un lugar para alabanzas santas y edificantes en agradecimiento por la vibrante variedad de vida. Para los queers negros, el estadio de Beyoncé se ha convertido en un santuario.

En cierto modo, Beyoncé es lo que llamamos una teóloga de procesos: una teóloga que cree que el devenir tiene prioridad sobre el ser y que los procesos temporales influyen en nuestra comprensión de Dios. «Siento que ves el espectáculo y es tan hermoso», anuncia Beyoncé en su documental. “Pero lo que más me fascina es que la gente vea el proceso. Creo que la belleza está en el proceso”. A su vez, podemos ver que la idea de renacimiento de Beyoncé —un renacimiento profundo a través de la imaginación— es simplemente una traducción secular de la noción de redención.

Beyoncé rara vez es reconocida como una intelectual de gran sofisticación. Es una percepción que parece perseguir a la mayoría de los artistas negros. Puede explicar por qué Jann Wenner, cofundador de la revista Rolling Stone, no pudo encontrar un solo artista negro en su mente que pudiera igualar el ingenio de las figuras masculinas blancas en su reciente libro de entrevistas con luminarias del rock. Pero en la intersección del sonido y el sexo, del ritmo y el género, del trabajo y la feminidad, Beyoncé se eleva como pensadora.

En los tres conciertos que inhalé alegremente, no pude evitar levantar el brazo izquierdo y agitar suavemente la mano en una muestra de aprobación común en los círculos evangélicos. Su gira de conciertos y la película que la documenta demuestran que Beyoncé ofrece una experiencia religiosa a quienes más necesitan comunidad. Lo mejor que podemos hacer la mayoría de nosotros es simplemente decir «Amén».

(*) Michael Eric Dyson es escritor y columnista de The New York Times

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La vida en el Titicaca se evapora

La sequía en el Titicaca está aquejando todo un subsistema de vida dependiente del mismo

Anahí Quinteros

/ 4 de diciembre de 2023 / 08:47

¿Podrían evaporarse las aguas restantes del Titicaca y llevarse lo que resta de vida dentro de algunos años? Estamos a contrarreloj. En las orillas del lago Titicaca, la tierra, que se encontraba cubierta por agua, se está secando al igual que las totoras que toman un aspecto similar al de la paja, debido a una persistente subida de las temperaturas. Los registros han demostrado que el nivel del agua está a 2 centímetros del mínimo alcanzado en la sequía de los años 90. Esta situación podría afectar gravemente a la población del área rural, con la migración hacia otras regiones del departamento o el país, dejando en abandono todo un sistema de vida dependiente del lago.

La falta prolongada de precipitaciones pluviales se debe, en parte, a nuestra falta de conciencia. El proceso de retención de calor, conocido como efecto invernadero, hace posible la vida porque regula la temperatura en la tierra. Sin embargo, cuando la actividad humana asociada a la deforestación, la agricultura intensiva, la industrialización y la quema de combustibles fósiles se intensifica, se produce un incremento en la concentración de estos gases, lo que ocasiona el calentamiento global. El aumento de las temperaturas globales altera los patrones climáticos, en este caso, con temporadas prolongadas de sequía que están afectando a la comunidad del lago Titicaca causando múltiples repercusiones.

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La ganadería forma parte de este sistema de vida que se verá afectado con la sequía del lago, al igual que la población porque sus ingresos dependen de sus animales. Las condiciones meteorológicas adversas limitan la disponibilidad de alimento para el ganado, debido a que las plantas que crecen cerca del lago, como la totora y el hilacho, eran alimento para las vacas. La contaminación en la bahía de Cohana, sumada a la sequía, ha dañado las totoras, lo que ha dejado a las familias sin suficiente alimento para sus animales. Esto ha desencadenado en una serie de consecuencias desastrosas. El ganado redujo la producción de leche a falta de alimento. Esto afecta directamente a las familias porque ellas subsisten no solo con los productos derivados de la leche como el queso y el requesón, sino con los ingresos que les genera su venta.

Los peces en el lago Titicaca también se ven afectados por la sequía durante la época de reproducción, conocida como desove. Durante este proceso, los peces buscan zonas entre la vegetación para proteger sus huevos de los depredadores. Sin embargo, en la actualidad, en las orillas del lago solo se observa tierra reseca y agrietada. Juan José Ocola, autoridad binacional del lago Titicaca, señala que solo quedan entre seis y ocho de las 23 especies nativas que originalmente existían, de las cuales se encuentran en peligro de extinción el carachi amarillo, el carachi enano y el mauri, entre otros. En 2021, la investigadora que formaba parte del Proyecto Especial Lago Titicaca (PELT), Orieta Flores, ya advirtió que el cambio climático, entre otros factores, podrían causar la extinción de estas especies, habiéndose perdido ya el 90% de todos los peces nativos.

Las actividades recreativas y la gastronomía ofrecidas a turistas en el Titicaca constituyen un sustento para la población local. Sin embargo, la sequía ha reducido la profundidad del lago, lo que impide que se puedan hacer navegaciones recreativas como el paseo en lancha o motos acuáticas; en varios casos ya no se puede llegar a los muelles, por tanto, las rutas están siendo afectadas, y otros se quedaron inmovilizados por la disminución de las aguas. Por otro lado, la obtención de ingredientes para la venta de comida local cada vez es más complicada debido a la sequía, o bien no se encuentran o sus costos son muy elevados. Ambas situaciones afectan el movimiento económico que genera el turismo en el lago.

La sequía en el Titicaca está aquejando todo un subsistema de vida dependiente del mismo.  Especies de peces están encaminadas a la extinción, la ganadería se ve afectada ante la falta de alimento y el transporte acuático tiene dificultades para emprender sus navegaciones. Según la Unidad de Hidrología de la Armada Boliviana, antes del siguiente año el lago estará 64 centímetros por debajo del nivel de alerta de sequía, dejando de lejos la crisis de los años 90. Si el lago se evapora, la agricultura, la ganadería, la apicultura y el turismo se evaporan con él.

(*) Anahí Quinteros y Juan Pablo Mayta son integrantes de Movimiento Propacha

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El punto de quiebre de Evo

/ 3 de diciembre de 2023 / 00:28

Evo tuvo su punto de quiebre y fue en 2016, cuando decidió no reconocer los resultados del referéndum. Hasta ese momento el MAS había implantado un modelo democrático plebiscitario y plebeyo, esto quiere decir que las decisiones las tomaba arropado por el pueblo. Posteriormente, Evo, el caudillo, decidió desoír la voluntad de las masas y recurrió a una institución del Estado (el Tribunal Constitucional) en contra del voto del pueblo, como plantea Fernando Molina (2023): «el MAS recurrió al poder de las instituciones en contra de las expresiones de las masas». A partir de esta decisión, Evo cambiaría bruscamente el curso de su historia.

En ese momento, ese MAS deja de ser un partido de los movimientos sociales para constituirse en un partido de izquierda tradicional de cuadros y lo mismo podríamos decir de su último gobierno: dejó de ser un gobierno de los movimientos sociales para constituirse en un gobierno administrado por la burocracia partidaria masista, con la participación de algunos dirigentes de los movimientos sociales. Esta situación puede ser corroborada por el abandono que sufrió el MAS en las elecciones judiciales y con mayor gravedad aún, en la orfandad en que quedó el gobierno en las movilizaciones de octubre y noviembre de 2019. El movimiento popular, expresado en la CSUTCB, Bartolinas y la Confederación de Interculturales vio de palco, sin participar y menos intentar algún tipo de defensa en las calles, la caída de Evo del poder. Los movimientos sociales se alejaron de Evo y de la burocracia masista de ese entonces.

Nunca antes, hasta ese momento, Evo había tenido la necesidad de recurrir a una chicana jurídica en contra de las manifestaciones populares. Entender ese momento histórico y esa actitud política de Morales es de vital importancia para comprender los sucesos políticos posteriores.

Por eso que es incorrecto pensar que las manifestaciones populares al grito de «ahora sí, guerra civil» se constituyeron en una defensa de Evo, tras la huida de éste. En las movilizaciones en la ciudad de El Alto no se vieron ni banderas del MAS, ni pancartas reclamando por la permanencia de Evo en la presidencia. Esas manifestaciones, abanderadas de la wiphala, se conformaron en defensa precisamente de la wiphala, después de los ultrajes que diferentes miembros de la Policía realizaron en el transcurso de su amotinamiento.

Para el mundo indígena, la wiphala es un símbolo de su lucha y de la conquista de sus derechos. Un agravio a la wiphala era un agravio a lo indígena y, por ende, un intento de proscripción del Estado plurinacional, un retroceder a los tiempos del neoliberalismo donde los indios eran considerados ciudadanos de segunda y excluidos del manejo del Estado (esa suposición luego sería confirmada por el gobierno de Añez y su intención reiterada de negar el Estado plurinacional). No es necesario indicar que este extremo iba a ser impedido, aún con la entrega de sangre y sacrificio de muchas vidas. Las masacres de Sacaba y Senkata se constituyen en un trágico testimonio.

Otro dato más que corrobora la soledad que iba a vivir Evo es la noche del 20 de octubre de 2019, tras conocerse el resultado preliminar de las elecciones, la plaza Murillo que había sido preparada para recibir a oleadas de militantes y simpatizantes del MAS, quedó desierta. Leídos los resultados, no hubo fiesta, los pocos que llegaron apenas pudieron hacer un corro de gente alrededor de Evo, que se dirigía a los medios de comunicación en el recibidor del Palacio Quemado.

En la actualidad, Evo sigue su camino sobre los mismos pasos, repitiendo los mismos errores de 2016 en adelante: refugiarse en instrumentos jurídicos y alejándose de los intereses del movimiento popular. Intenta manipular, junto con la dirigencia adicta a él, para forzar la realización del congreso de Lauca Ñ, haciéndose nombrar candidato único a la presidencia por el MAS y así evitar las elecciones primarias y terciar con otro candidato masista.

Es imposible reconocer que Evo fue, en su momento, el gran aglutinador y organizador del movimiento popular, pero Evo Morales no era el pueblo mismo como Alvaro García sostenía (eso lo decía solamente para granjearse una mayor cercanía a Evo) y no es (en realidad, no lo es nadie) el líder insustituible e imprescindible..

Peter Maldonado Bakovic es profesor universitario.

 

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