Icono del sitio La Razón

Bolivianización

Las recientes declaraciones de las autoridades económicas del país, anunciando que el 80% de la economía nacional está “bolivianizada” (utilización de moneda nacional para transacciones, créditos y ahorro), es sin duda un logro de política monetaria y financiera que debe ser preservada como política de Estado con la misma jerarquía que mantener un superávit fiscal de largo plazo o una inflación controlada por debajo de un dígito.

El debilitamiento del dólar a nivel global, por efecto de la crisis financiera internacional y la sincronía de los mecanismos monetarios, fiscales y cambiarios, entre los que se destacan el incremento del encaje legal para la moneda extranjera, el mantenimiento de un tipo de cambio fijo, la realización de operaciones de liquidez en el mercado secundario en bolivianos, la imposición de dos tributos que gravan a las transacciones en moneda extranjera, el lanzamiento de títulos valores exclusivamente en bolivianos del Tesoro General y del Banco Central de Bolivia con tasas de interés superiores al mercado, y finalmente la acumulación y mantenimiento de reservas internacionales netas, fueron las principales herramientas/factores para que, migrar del aminorado dólar al fortalecido boliviano, sea un acto confiable y no de fe.

Sin embargo, es necesario destacar que la decisión de la población en realizar sus transacciones y mantener el valor de sus activos y patrimonio en bolivianos requiere de ingrediente fundamental,  la confianza en la fortaleza económica del país y en el compromiso de mantener las políticas monetaria, fiscal, cambiaria y financiera consistentes en el largo plazo.

Es importante reconocer que el cuerpo económico del país, ahora bolivianizado por medidas monetarias y fiscales, deba ser fortalecido en el largo plazo con acciones de estabilidad macroeconómica y promoción del crecimiento. No se podría consolidar la confianza de la población en el boliviano si este cuerpo “bolivianizado” ha sido conformado únicamente con “esteroides” financieros e impositivos de corto plazo; es necesario que esté además alimentado con políticas de desarrollo productivo y económico de largo plazo que permitan sin temor alguno para la población entregarse a nuestra moneda, así consolidando el 100% de bolivianización.

La bolivianización pasará de ser un logro cumplido a un éxito consolidado, en la medida que se pueda mantener sin los “esteroides” de corto plazo y con políticas sólidas de desarrollo económicos como la industrialización y diversificación económica. Con estos elementos se podría finalmente ahuyentar a ese “fantasma” hiperinflacionario que generó la necesidad de “dolarizar” la economía y recuperar el “ajayu” perdido hace más de 20 años confiando plenamente en nuestra moneda.