2013
Empezaremos a preguntarnos cómo deben ser las ciudades y el campo en el tiempo del Pacha
No cayó ningún cometa, planeta o estrella fugaz. Seguimos en esta ciudad y, ni modo, debemos pensar en su futuro. A esos vaticinios de pacotilla debemos sumar los llamados a nuevas eras o ciclos formulados con una voluntad inflexible.
Pasó, se dice, el no-tiempo y estamos en el tiempo del Pacha, donde todo debe entrar en equilibrio y armonía. En esa dirección, es difícil ser optimistas cuando se trata de esta ciudad porque, justamente en estas épocas, es cuando recibes noticias tristes y desoladoras como los deslizamientos de barrios o de edificaciones al borde de un colapso. Con esas malas nuevas todos nos tensionamos y campea la incertidumbre y el temor, pero insisto, debemos reflexionar sobre lo venidero.
¿Cuál sería el tiempo del Pacha para esta ciudad? Comencemos aceptando que La Paz, tal como la estamos construyendo, es el paradigma occidental más tenaz y no tiene nada que ver con esa utopía andina de equilibrio y armonía. Si estamos en contra del desarrollo materialista y deshumanizado del norte ¿por qué seguimos el modelo urbano del capitalismo como borregos?
La concentración urbana es propia de un modelo de desarrollo desestructurador del espacio rural que promueve una centralización de bienes y servicios en pocas ciudades a lo largo del territorio nacional. El caso del departamento de La Paz es dramático. Estamos “orgullosos” del crecimiento de La Paz y El Alto y nos olvidamos que nuestro espacio rural, en casi todo el departamento, esta desarticulado, abandonado y con una incapacidad centenaria de producción agrícola que nos debería atormentar. Nos hemos aglomerado en un solo sitio sin medida ni clemencia. Hemos sobresaturado la capacidad de este suelo hasta el colmo y la Pachamama ya nos cobra nuestra histórica arbitrariedad cada fin de año; hemos contaminado nuestros ríos y suelos hasta el límite de lo admisible; hemos inundado de edificios este valle andino que precisa de sol a muerte. En suma, hemos construido una ciudad sin relación armónica entre hombre y territorio.
¿Podrá ser este 2013 el año de las reformulaciones de nuestro pensamiento con respecto al desarrollo urbano? Empezaremos a preguntarnos en este nuevo año ¿cómo deben ser las nuevas ciudades y el campo en el tiempo del Pacha? ¿tendremos algún día el equilibrio, la armonía y el respeto debido con la naturaleza? ¿lograremos formar al hombre nuevo que habite un sistema coherente de ciudades y poblados? ¿nuestro discurso será ratificado con nuevos paradigmas urbanos?
Mientras tanto en 2013 seguiremos viviendo aquí, en un apocalipsis cotidiano, apretujados a reventar, hablando con el hígado en la boca, construyendo bodrios sin pausa, consumiendo sistemas de transporte de un capitalismo trasnochado y rogando para que la tierra no tiemble.
Es arquitecto.