Dos mil trece
Estoy optimista y comparto con ustedes un feliz 2013. Que esto sea posible depende de cada uno
Nunca creí en los números de la buena o mala suerte. Por dos motivos, primero porque creo que cada uno construye su destino. Segundo porque nací en un 13. Así que creo que el próximo año será mejor que el que ya se nos escapa de las manos. Pero repasemos un poco este 2012 cada vez más lejano. Año récord en producción de alimentos, año récord en exportaciones y año récord en reservas estratégicas.
Se dice fácil pero cuando uno recorre el país se da cuenta, por ejemplo, de la importancia creciente para los municipios de la alimentación complementaria escolar, antes conocida como desayuno escolar. De la presencia cada vez más notoria de mujeres en los diferentes gobiernos; propositivas y no victimizadas, ellas están poniendo su cuota parte en la transformación del país. Hay también adelantos en la lucha contra la pobreza, sobre todo en el combate contra la extrema pobreza. Se ha incorporado a centenares de miles de bolivianos a la clase media.
Pero claro, todavía las carencias son muy grandes. La sociedad perdió una batalla muy importante destinada a que los profesionales médicos cumplan con su juramento hipocrático y trabajen ocho horas. Estamos a la espera de un congreso de Salud en el que los sectores sociales puedan imponer a los galenos que trabajen más por la gente y que dejen de considerar al arte de curar en una mercancía.
Por supuesto, que el sector salud debe ser incorporado a la Ley General del Trabajo, como lo fueron los empleados municipales este año. Pero eso debe traer aparejado un mejor servicio. Lo propio en educación. Una computadora por maestro fue un paso gigantesco, pero ahora hay que construir el sueño de una portátil por alumno para incorporar a millones de niños al siglo XXI.
Y hay que dar una lucha frontal contra la burocracia, contra el “vuélvase mañana” que tantas horas perdidas produce. Por ejemplo, Derechos Reales debe habilitar más ventanillas para los usuarios y lograr disminuir las pavorosas filas, y los catastros municipales deben tener una reingeniería. Todo en bien de una sufrida ciudadanía que debe esperar semanas, meses y hasta años para que sus papeles salgan.
Lo que nos espera es un montón, pero lo caminado también. Depende de la voluntad política de todos, de los gobiernos, pero también del ciudadano que debe aprender a invertir su tiempo en construir en vez de “bloquear hasta las últimas consecuencias”. Estoy muy optimista y comparto con ustedes un feliz 2013. Que esto sea posible depende de cada uno de nosotros.