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Escenarios

Si tuviéramos que describir la situación actual del presidente-comandante Chávez con un símil, quizá éste sería, con el debido respeto, el de Dios. Un ser infinitamente poderoso, bueno y sabio que es invisible, que no habla, que es absolutamente adorado por los creyentes, y de quien sus opositores (ateos) dudan de su misma existencia; cuyas órdenes y revelaciones emanan de sus ministros, los cuales interpretan sus escrituras y anatemizan a sus detractores declarándolos sujetos de condenación, mientras la prensa mundial: “¡Miente y miente!”.  Anteayer este ser supremo se posesionó en espíritu ante el mundo y con la aquiescencia de todos los gobiernos, la OEA y la ONU. En el alma de sus creyentes mayoritarios su omnipresencia latirá para siempre.

Los escenarios de lo que está viviendo Venezuela son abigarrados, por decir lo menos. El primero es naturalmente la recuperación completa y milagrosa del Presidente, quien se presentará pleno de vigor en unos días, a continuar consolidando su tarea anticapitalista, en la cual sin duda ha triunfado. Los petrodólares y el control de los poderes del Estado garantizan la implementación del modelo. El cumplimiento de buena parte de las Metas del Milenio de la ONU demuestra el efecto de su masiva inversión y movilización social.

El segundo escenario esperable es el de un regreso dentro de un tiempo, con limitaciones físicas como lo fue el de Fidel, lo cual implicaría un gobierno chavista sin su presencia avasalladora y cotidiana, y mediante la intermediación de su vicepresidente, a quien ha declarado su hermano. Esto daría fuerzas a la oposición y presentaría oportunidades a que otros liderazgos dentro del Estado buscaran ocupar espacios. Escenario Raúl.

El tercer escenario es sin duda el de una incapacidad casi total; el Presidente regresa muy limitado para asegurar su poder personal para regir. Sus seguidores cercanos intentan gobernar autónomamente en su nombre, con profundas contradicciones; y el pueblo, de alguna manera, se siente traicionado, lo que le quita legitimidad y vigor al Estado. Se pierde el brío mesiánico de la Revolución Bolivariana y el Gobierno fenece lentamente o en choques internos. Eventualmente se hace necesario llamar a elecciones, las cuales tendrían un resultado incierto entre amigos y enemigos. Escenario Bolívar.

El cuarto es el que haya muerto; una infección pulmonar o se resuelve, o mata. Su deceso habría sido cuidadosamente encubierto como el del Cid Campeador, quien ganó una batalla amarrado a su caballo en el “rigor mortis”. Sus seguidores estarían planeando a marchas forzadas el mejor escenario de sucesión como en el caso de Stalin. En internet circulan informes al respecto; sin embargo, es poco probable, ya que visitas como la de ayer, de Cristina Fernández y Ollanta Humala, serían imposibles como jugada política suicida.