Acullico
Se espera que portar y consumir hojas de coca deje de ser un delito en el mundo
La diplomacia boliviana acaba de anotarse un nuevo éxito en el ámbito multilateral: la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha readmitido al país en la Convención Única sobre Estupefacientes de 1961, con su reserva sobre la penalización del masticado de coca. A partir del 10 de febrero, fecha cuando el país será readmitido, el acullico ya no será ilegal.
En efecto, luego de un año y medio desde que Bolivia denunciase el artículo 41, numeral 2, inciso e) de la Convención de 1961, en el que se establece que “La masticación de hoja de coca quedará prohibida dentro de los 25 años siguientes a la entrada en vigor de la presente Convención”, por considerarlo no sólo inviable sino sobre todo vulneratorio de los derechos culturales de los pueblos que ancestralmente consumen la hoja, la ONU deberá revisar esta postura y, consiguientemente, se espera que portar y consumir esta sustancia deje de ser un delito.
El Centro de Información de las Naciones Unidas-Bolivia (CINU) señaló en un comunicado que la objeción a la posición boliviana hubiese sido posible si 61 países expresaban su rechazo, lo que no sucedió, pues sólo 15 países lo hicieron. Las naciones que rechazaron la posición boliviana son Estados Unidos, Reino Unido, Suecia, Italia, Canadá, Francia, Alemania, Rusia, Holanda, Israel, Finlandia, Portugal, Irlanda, Japón y México, muchos de los cuales, irónicamente, tienen políticas públicas que despenalizan la posesión y consumo de estupefacientes como la marihuana.
En efecto, según estudios realizados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), al igual que otros pertenecientes a prestigiosas universidades de EEUU y Europa, la hoja de coca, que en efecto contiene una proporción mínima del alcaloide conocido como cocaína, posee innumerables beneficios para la salud humana, además de aportar vitaminas, calcio y minerales.
Según explicó el Embajador de Gran Bretaña en Bolivia, la objeción de su país a la postura boliviana se basa en el temor de que, por una parte, con la despenalización del acullico se incrementen los cultivos de coca y, por otra, otros países imiten la acción y propongan nuevas objeciones a la Convención de 1961. Es fácil imaginar que las otras naciones que adoptaron similar posición tengan las mismas razones, sin embargo, cabe mencionar que el país mantiene una rígida política de contención al incremento de los cultivos de la hoja y, también, que no es descabellado aspirar a que la Convención sea revisada, habida cuenta que el enfoque de lucha contra las drogas contenido en ella ha demostrado no ser del todo eficaz.
Hay, pues, regocijo en el Gobierno y en sectores indígena originario campesinos que cultivan y consumen la hoja, lo cual no debe ser motivo para descuidar el control sobre los cultivos excedentarios y, sobre todo, las ilícitas actividades de fabricación y comercio de cocaína.