Voces

Wednesday 9 Oct 2024 | Actualizado a 17:28 PM

Los procesos no dependen de caudillos

/ 13 de enero de 2013 / 04:54

La forma cómo nos han relatado y enseñado la historia ha sido siempre la sucesión de hechos heroicos, plagados de fechas memorables, dentro de los cuales sólo han tenido cabida hombres extraordinarios, que nada tienen que ver con los hombres comunes y corrientes que habitan nuestros pueblos. Por supuesto que las pocas mujeres que aparecen en la Historia figuran en un orden patriarcal; y siempre con relación a los hombres, a sus parejas o familiares. Por lo tanto, rara vez mujeres ch’ullas, mujeres sin pareja o un familiar varón van a aparecer en primera fila; aparecerán al último, si es que aparecen.

Voy a recordar algunas palabras que el hermano Evo dijo en repetidas ocasiones: “Yo no soy el chapulín colorado”, refiriéndose a que él es una persona común y corriente como cualquiera (a propósito, hace mucho tiempo que no escucho esa expresión llena de sabiduría) y en esa frase por lo menos reclamaba a hombres y mujeres del pueblo sus propias responsabilidades, respecto al Gobierno y al proceso de cambio.

Siempre me he rebelado contra la mitificación de las personas. De niña he admirado apasionadamente al Che, a Jesucristo, a Juana Azurduy; pero apenas crecí y maduré, me parecía injusta la manera deshumanizada de recordarles. El ejemplo más evidente es el tener en las iglesias imágenes de Jesús torturado, arrodillarse ante esta imagen y pedirle favores; eso me horrorizaba. Cuando me enteré de la historia real de mi guerrillera favorita fue terrible. Ella era algo así como la Xena de mis años de wawa, saber que Juana acabo pidiendo limosna y se le murieron sus wawitas, !qué terrible!

Los sigo queriendo, a cada uno de ellas y ellos, que fueron mis héroes y heroínas. Pero hoy otro sentimiento me reclama desde dentro de mí ser: la compasión, el cariño compasivo; sentimiento que hoy me produce el compa Hugo Chávez. No puede ser que los procesos revolucionarios hagan que los pueblos deshumanicen a los hombres y mujeres, y los conviertan en caudillos. Los caudillos están alejados del pueblo, son convertidos en súper héroes; o sea,  no humanos. Estos súper héroes están obligados a no fallar, a tener la razón siempre y, por supuesto, a no tener o no demostrar ninguna debilidad o enfermedad. Es una práctica necrófila del movimiento revolucionario, es cruel delegar a una persona la realización de las utopías sociales. Pero eso es lo que hacemos por flojera de pensar y crear, por la comodidad de ser opinólogos y de no embarrarnos las manos de aciertos y equivocaciones que suceden al hacer la revolución.

Yo espero y estoy esperanzada de que el pueblo venezolano, el que yo vi apoyar a Hugo en las urnas, hoy apoye el proceso revolucionario que le pertenece, porque los procesos son de mujeres y hombres de los pueblos,  y no son de los caudillos. Algunos hombres y mujeres son símbolos reconocidos y queridos, pero no podemos, no debemos, convertirlos en caudillos, porque si no, los procesos no son auténticos y tendremos que esperar mucho más para cambios revolucionarios. Salud hermano Hugo.

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La despatriarcalización

/ 7 de abril de 2019 / 04:00

Al igual que el Seguro Universal de Salud (SUS), la despatriarcalización, como nombre para una política pública, tardó mucho, pero llegó. Entonces, en este marzo de luchas de las obreras, es necesario analizar, ¿qué es lo que realmente llegó?

Fruto de una serie de movilizaciones de mujeres pertenecientes a las organizaciones sociales del proceso de cambio, se lograron algunas medidas en el Ejecutivo. Fueron movilizaciones que se realizaron a lo largo del año pasado, con encuentros departamentales. Así fue que se logró concretar un listado de demandas que más o menos se repitieron a lo largo de estos años, con algunas interesantes novedades. Entre ellas podemos señalar la exigencia del salario al trabajo doméstico y la necesidad de un espacio en el Gobierno para este sector. Algo así como un Ministerio de las Mujeres, instancia que tenga la jerarquía necesaria para efectuar las tareas que corresponden a la mitad de la población de Bolivia que somos las mujeres.

Eso es lo que empezó, eso es lo que llegó como respuesta a las luchas de las mujeres en los anuncios que a propósito del 8 marzo hizo el presidente Morales: la creación del Servicio Plurinacional de la Mujer y la despatriarcalización. Un espacio que si se lo toma en serio puede ser un terreno para que, desde las mujeres, se propicie la construcción, la deliberación reflexiva y las propuestas políticas que el país necesita. En esta materia sí hay voluntad política para hacerlo.   

El proceso de cambio abrió un momento histórico, de profundo cuestionamiento, en la Bolivia del siglo XXI; así como interrogantes existenciales sobre quiénes somos y quiénes queremos ser, como bolivianas y bolivianos. Preguntas fundamentales como qué país y qué futuro queremos y soñamos. No fue sencillo pretender el autogobierno. Sin duda sabíamos que tener el mandato, en manos de los movimientos sociales, no sería tarea fácil, que se tendrían contradicciones y chocarían unas con las otras. Porque la administración de este nuevo Gobierno no iba a ser solamente para tareas burocráticas, se tenían y se tienen que cumplir todavía con las tareas revolucionarias.

Todo un primer momento vivimos asediados por capitalistas y racistas, y se tenían que tomar en cuenta a los empresarios y burgueses fascistas, que nunca dejaron el poder económico y la hegemonía cultural. Es verdad que hay una formula económica en Bolivia que nos permite tener una economía estable con distribución de recursos hacia sectores populares, pero no podemos cerrar los ojos ante la realidad de que quienes están con jugosas ganancias, son por ejemplo los bancos, que no producen nada más que deudas.

Un proceso de cambios revolucionarios implica un profundo ejercicio de imaginación creativa, atrevimiento, inteligencia y paciencia. La administración de un gobierno es pesada, y pesa mucho más cuando el pueblo, a través de sus organizaciones sociales, deja de cuestionar, proponer e impulsar las medidas revolucionarias; pesa más cuando se pierde las ganas de cambiar y, lamentablemente, nos quedamos con solo administrar el poder.

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Voluntad del pueblo

/ 23 de diciembre de 2018 / 04:00

Se dice que la democracia es la voluntad del pueblo, y su voluntad es que Evo sea el próximo candidato del oficialismo, pues es el que más posibilidades tiene de ganar, con el voto del pueblo dentro de la democracia. Empero, se quiere evitar que el pueblo exprese su voluntad a través del voto democrático. Disculpen la redundancia.

¡Qué más democrático puede haber que rechazar a Evo en las urnas! Pero eso es lo que no quieren, expresarse en las urnas, sin privilegios ni violencia. Lo que pasa es que han agotado la estrategia de manipulación de la opinión pública a través de mentiras y calumnias por las redes. El efecto que tuvo la mentira en el referéndum del 21 de febrero de 2016 ya no surtirá. Ya no lograrán parar el apoyo a Evo y cambiar el voto como lo hicieron el 21F.

La violencia, el asesinato y la conmoción social son hoy algunas de las estrategias que utiliza la derecha entreguista, neoliberal y racista para volver al Gobierno de Bolivia. Quieren amedrentarnos en las calles, amenazar a nuestras familias, nuestras casas. Están sembrando el miedo, señoras y señores. Eso es dictadura, eso es fascismo. Y al fascismo lo sabemos combatir. Somos luchadoras y luchadores contra todas las dictaduras.

Lo difícil ha sido callarnos y contenernos ante tanta mentira y sinvergüenzura. Nos hemos desconcertado ante la impunidad de las redes sociales. Pero ya no más; hemos aprendido que lo que otrora era la calumnia del chisme boca a boca hoy se monta en las redes sociales, escondiéndose tras las pantallas del Facebook.

Nos hemos confundido, pues era necesario cuidar un gobierno que debe obedecer a los hombres y mujeres de las organizaciones y movimientos sociales del pueblo. Nos hemos cuidado y todavía nos cuidamos de las provocaciones. Porque había que cuidar el proceso de cambio. Pero es necesaria una respuesta organizada. Por eso, primero se debe identificar a los fascistas y maleantes que golpean, matan, incendian y asaltan al pueblo y a lo que es del pueblo. Al mismo tiempo necesitamos poner en marcha, hermanas y hermanos, un plan de cuidado, protección y defensa de la voluntad democrática del pueblo. ¡Los sueños y las esperanzas se defienden! Las mujeres vamos a defender este proceso de cambios para profundizar el Vivir Bien de nuestras familias y comunidades, como es el Seguro Único de Salud.

Pregunto a la opinión pública, si es verdad que la mayoría del pueblo no quiere que Evo permanezca en el Gobierno, ¿por qué no quieren ir a elecciones? Su argumento es decir que ya dijeron “No”. Les respondo: dijeron no a la habilitación de Evo y manipularon la voluntad popular, mintiendo. Así ganaron, con la mentira, un referéndum por poco porcentaje. Ojo, no ganaron las elecciones. Y como son unos mentirosos y mentirosas, ahora deben defender su supuesto voto, y debemos ir a las elecciones a ver si es verdad que la mayoría no quiere a Evo. Aprendan a manejar sus vidas sin privilegios ni caprichos. Hagan propuestas.

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Firmes en la lucha

/ 14 de octubre de 2018 / 04:00

A propósito de las últimas elecciones en Brasil y de todo el proceso que los pueblos latinoamericanos viven dentro de las democracias burguesas, es oportuno reflexionar sobre los métodos que tenemos los pueblos para elegir a las autoridades; nuestras formas de participación, decisión y consulta para organizarnos y también para soñar con la vida que queremos tener.

A mí, que nací a la vida política en medio de las luchas contra las dictaduras de los años 80, me cuesta entender que los pueblos acudan a las urnas para elegir presidentes que representan pensamientos fascistas, métodos dictatoriales y propuestas de mayor explotación de la fuerza de trabajo, con el pretexto de que hay desorden y que es el orden fascista el que garantizará mejoras económicas para los pueblos. ¿Cómo fue que el pueblo argentino eligió a su verdugo, creyendo que era un salvador? ¿Qué mecanismos internos funcionan en el pueblo trabajador, empobrecido por estos mismos riquillos explotadores, que creen que de parte de sus verdugos vendrá la liberación? Es imprescindible analizar y reflexionar.

En principio, huelga decir que fuimos formadas y formados en una escuela de izquierda que planteaba el centralismo democrático y la vanguardia iluminada como un valor del pueblo concientizado. También una izquierda donde las mujeres en realidad no cuentan y los pueblos originarios son atrasados, y lo máximo que lograrán será ser campesinos bajo la sospecha de ser pequeño burgueses por tener “la propiedad” de la tierra. Por último, la conceptualización de la Pachamama como un recurso a utilizar dominar y explotar por los hombres. Creo que aquí radican los graves errores que cometen y siguen cometiendo las izquierdas cuando están en los gobiernos por mandato de los pueblos.

Desde las reflexiones del Feminismo Comunitario, consideramos que las izquierdas debemos reflexionar en profundidad como parte de una escuela política permanente, que alimente día a día nuestras luchas y nuestros profundos deseos de cambiar. Cuando las izquierdas están en los gobiernos, caen en la tentación del pragmatismo gubernamental, se afloja la crítica y la autocrítica, y se bajan los niveles del control social y la participación en las decisiones por parte de las organizaciones sociales.

Todo lo anteriormente dicho viene desde reflexiones de una boliviana que siente a sus hermanas y hermanos que viven en el Brasil. Ese Brasil que quiere al hermano Lula libre, y que siente recorrer un estremecimiento de pensar que podría llegar al poder un hombre conservador de pensamiento fascista, que ofrece métodos violentos y machista de control hacia las mujeres, los jóvenes y las personas activistas, y manifiesta muchas más amenazas sin ninguna vergüenza en los medios de comunicación. ¡Es terrible! Macri en Argentina ha resultado una maldición para el pueblo argentino que lo apoyó, pero Bolsonaro en Brasil puede ser una peste mayor. Por ello, las luchadoras y luchadores brasileños deben tener la sabiduría y la fuerza suficientes para revertir su ascenso a la presidencia en las calles, en las urnas y en las organizaciones sociales. 

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Firmes en la lucha

/ 14 de octubre de 2018 / 04:00

A propósito de las últimas elecciones en Brasil y de todo el proceso que los pueblos latinoamericanos viven dentro de las democracias burguesas, es oportuno reflexionar sobre los métodos que tenemos los pueblos para elegir a las autoridades; nuestras formas de participación, decisión y consulta para organizarnos y también para soñar con la vida que queremos tener.

A mí, que nací a la vida política en medio de las luchas contra las dictaduras de los años 80, me cuesta entender que los pueblos acudan a las urnas para elegir presidentes que representan pensamientos fascistas, métodos dictatoriales y propuestas de mayor explotación de la fuerza de trabajo, con el pretexto de que hay desorden y que es el orden fascista el que garantizará mejoras económicas para los pueblos. ¿Cómo fue que el pueblo argentino eligió a su verdugo, creyendo que era un salvador? ¿Qué mecanismos internos funcionan en el pueblo trabajador, empobrecido por estos mismos riquillos explotadores, que creen que de parte de sus verdugos vendrá la liberación? Es imprescindible analizar y reflexionar.

En principio, huelga decir que fuimos formadas y formados en una escuela de izquierda que planteaba el centralismo democrático y la vanguardia iluminada como un valor del pueblo concientizado. También una izquierda donde las mujeres en realidad no cuentan y los pueblos originarios son atrasados, y lo máximo que lograrán será ser campesinos bajo la sospecha de ser pequeño burgueses por tener “la propiedad” de la tierra. Por último, la conceptualización de la Pachamama como un recurso a utilizar dominar y explotar por los hombres. Creo que aquí radican los graves errores que cometen y siguen cometiendo las izquierdas cuando están en los gobiernos por mandato de los pueblos.

Desde las reflexiones del Feminismo Comunitario, consideramos que las izquierdas debemos reflexionar en profundidad como parte de una escuela política permanente, que alimente día a día nuestras luchas y nuestros profundos deseos de cambiar. Cuando las izquierdas están en los gobiernos, caen en la tentación del pragmatismo gubernamental, se afloja la crítica y la autocrítica, y se bajan los niveles del control social y la participación en las decisiones por parte de las organizaciones sociales.

Todo lo anteriormente dicho viene desde reflexiones de una boliviana que siente a sus hermanas y hermanos que viven en el Brasil. Ese Brasil que quiere al hermano Lula libre, y que siente recorrer un estremecimiento de pensar que podría llegar al poder un hombre conservador de pensamiento fascista, que ofrece métodos violentos y machista de control hacia las mujeres, los jóvenes y las personas activistas, y manifiesta muchas más amenazas sin ninguna vergüenza en los medios de comunicación. ¡Es terrible! Macri en Argentina ha resultado una maldición para el pueblo argentino que lo apoyó, pero Bolsonaro en Brasil puede ser una peste mayor. Por ello, las luchadoras y luchadores brasileños deben tener la sabiduría y la fuerza suficientes para revertir su ascenso a la presidencia en las calles, en las urnas y en las organizaciones sociales. 

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¿Cuál democracia?

/ 5 de agosto de 2018 / 04:00

Democracia es una palabra que en los años 80 resonó en nuestras bocas y en nuestros corazones. Para nuestra generación significaba la esperanza del pueblo. Para nuestros pueblos, significaba pelear por la canasta familiar y el salario mínimo vital, sin que te encarcelen, te maten o te hagan desaparecer. Democracia significaba poder elegir a nuestros gobernantes para que impulsen políticas que protejan el trabajo y a los llamados recursos naturales. De manera general, esas eran las ideas y esos los sentimientos.  

Luego de que echáramos al dictador Hugo Banzer Suárez, arrancándole una amnistía general e irrestricta, volvieron muchos compañeros y compañeras a sumarse a los partidos políticos; cada uno se creía dueño de la verdad. La derecha, por supuesto, también estaba bien armada, y ahí comenzó la práctica electoral de la democracia. Fuimos entendiendo que la democracia tenía significados distintos, según quien lo decía. El pueblo trabajador, del cual formo parte, quería el autogobierno para acabar con la acumulación capitalista. Otros entendían a la democracia como un instrumento para ser Gobierno, y desde allí, favorecer sus intereses individuales y capitalistas.

La democracia es un instrumento creado por la burguesía para poder controlar los cuerpos, a través de la complicidad del voto. Mientras que la práctica electoral pasa por la confiscación de los derechos del pueblo a elegir su gobierno. Los partidos políticos son los que se apropian de ese derecho y lo convierten en el privilegio de ser elegidos. Por eso es tan importante para el sistema capitalista controlar las leyes electorales y las cortes electorales, para no dejar que el pueblo les sorprenda. A pesar de todos estos controles, el 2006 Evo Morales ganó las elecciones presidenciales. Y aunque se sorprendieron, no le dieron mucho tiempo al “indio” en el Gobierno. Pero cuando seguía y seguía, y además refundó el país con la nueva Constitución, comenzaron a conspirar para cambiar las reglas del juego. Típico del matoncito de barrio, que cuando está perdiendo el juego, se hace qhelly y se lleva su pelota.

Eso pasa en Bolivia. La burguesía, la oligarquía y los dueños de las transnacionales no aguantan que los pueblos se les escapen de su control. No pueden creer que hayamos aprendido a cuidar el voto y a cuidarnos de las manipulaciones electorales. Es más, hoy nos atrevamos a hablar de democracia profunda o de democracia socialista. Peor se jalan los pelos de rabia cuando decimos que, como pueblos originarios, teníamos una mejor forma de elegir nuestros gobiernos y que queremos recuperar esa memoria. Y tal vez por estrategia seguirle llamando democracia, pero comunitaria, o también ponerle otro nombre. Porque la democracia, como palabra, encubre injusticias a tal punto que le llaman dictadura al hecho de que el pueblo participe en libertad; mientras que a su terrorismo y a sus formas abusivas y dictatoriales de proceder las llaman democracia. Por eso digo, ¿cuál democracia?

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