Bolivia, como muchos otros países en desarrollo, presenta un elevado índice de rabia, debido a la creciente y poco controlada población canina. Y por este estigma de ser portadores de rabia, se cometen atrocidades en contra de ellos. Además de ser perseguidos por las unidades de Zoonosis, son sacrificados en ritos satánicos, son utilizados como juguetes, son abandonados, atropellados, golpeados, y una larga lista de torturas. Esto debido a la ausencia de una conciencia sobre sus derechos y sensibilidad; invisibilización que se reflejó en el último censo, que ni siquiera los consideró como mascotas.

Por otra parte, en el país se está pasando por alto el hecho de que los perros han sido y son una parte fundamental en la vida del hombre. Por ejemplo, a través de la historia, este animal ha sido de mucha ayuda en operaciones de rescate en deslizamientos, terremotos e inundaciones. Ayudan cotidianamente a la Policía patrullando y detectando estupefacientes y explosivos.

En el ámbito terapéutico, en otros países, los canes contribuyen a elevar la calidad de vida de mucha gente, especialmente entre aquellos que tienen alguna discapacidad. Por ejemplo, personas con problemas auditivos se valen de perros adiestrados, quienes les alertan sobre alarmas de fuego,  timbres y bocinas. Quienes tienen alguna deficiencia física tienen a su servicio perros que pueden jalar sillas de ruedas, levantar objetos caídos, y hasta encender y apagar interruptores. A personas que sufren de epilepsia, sus mascotas les pueden alertar de la inminencia de una convulsión varios minutos antes de que ocurra.

Asimismo, el solo hecho de abrazar a un perro hace que niños con problemas afectivos, residentes en centros de rehabilitación, pacientes internados y familias en general sientan consuelo, gozo y respeto por todos los seres vivientes. Y su sola compañía puede mejorar la calidad de vida de las personas. Después de todo, un perro no engaña, no juzga y ofrece amor incondicional.

Bolivia cuenta con el apoyo de países con políticas de cooperación en las áreas de la salud y educación. ¿Por qué no aprovechar esta atención para elaborar programas de largo aliento que incrementen la provisión gratuita de vacunas contra la rabia, especialmente en poblaciones fronterizas y desatendidas; que capaciten constantemente a los profesionales del área, para que puedan realizar controles periódicos; y finalmente que contemplen la esterilización gratuita y obligatoria de perros y gatos, teniendo en cuenta que ésta sería la mejor forma de enfrentar su acelerado crecimiento poblacional.

Implementar estos programas no resulta algo imposible o muy difícil de alcanzar. Son muchas las naciones que anualmente los ponen en práctica. Cabe preguntarse entonces, por qué en Bolivia cuesta tanto hacerlo, si la salud, al final de cuentas, es una política de todos los gobiernos, ¿o no? Creo que lo que nos falta es voluntad, algo muy innato entre los canes, dicho sea de paso. ¿Por qué no copiar esa pequeña aptitud?