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‘Nos sinceraremos’

En El café de la mañana, la periodista Beatriz Cahuasa presentó una factura por Bs 20 de una empresa que realizó el viaje de La Paz a Oruro de 230 kilómetros, contrastándola con la negativa de una empresa de radiotaxis que no le entregó factura por Bs 45, de un recorrido de unos diez kilómetros entre su trabajo e Irpavi. Una fulminante demostración del insoportable abuso que sufrimos día a día las paceñas y los paceños por parte del transporte urbano que, todos sabemos, está manejado por oscuros sindicatos, asociaciones y gremios. Posteriormente y para avivar el debate sobre este espinoso tema, dijo una frase gloriosamente paceña: “Nos sinceraremos”. Estoy convencido que, como ella, la población en general “se va a sincerar” para esa discusión. La pregunta del millón es si los antipatizados conductores del volante sindicalizado lo harán.

El Gobierno Municipal ha lanzado una inédita Consulta Ciudadana sobre el transporte urbano que, a modo de referéndum, desea —de una vez por todas— poner las cosas en su lugar. Me apresuro a “sincerarme” y respondo a las preguntas en cuestión: Sí, quiero que se regulen las tarifas del transporte urbano. Sí, quiero que se reordenen las rutas y dejen de usar sus carteles como naipes. Sí, quiero que se controle la calidad del servicio y la educación de los taxistas, minibuseros y micreros. Sí, quiero que se retiren (mañana mismo) los “carrys” y otras movilidades que nos hacen viajar como chullpas o sardinas. Sí, quiero que se eliminen (pasado mañana) los asientos en pasillos, el taco que ponen sobre la caja y las filas de asientos que tienen demás. Sí, quiero que el transporte urbano deje de pulular por donde le da la gana y respeten las normas de tránsito.

Y por último, quiero que entiendan estos jerarcas del volante que son un servicio público y no un negoción, abusivo y prepotente, sobre las espaldas de todos los habitantes de La Paz y El Alto. Se han publicado cifras alarmantes de la cantidad de movilidades del rubro (buses, micros, minibuses, taxis y radiotaxis) que hay en esta ciudad. Por esas estadísticas, que son datos irrefutables, deseo ahora que ellos se “sinceren” y acepten que la mayor responsabilidad del embotellamiento cotidiano, del ruido indiscriminado, del estrés colectivo, de la emanación nociva de gases en nuestras calles es de su responsabilidad.

Me sentaré a esperar su “sinceramiento”. Sabemos que, a cambio, se nos vienen amenazas, coacciones e intimidaciones por parte de esos sindicatos y agrupaciones. Deseo maliciosamente que se lancen a un estúpido bloqueo urbano (como el año pasado) para que no quepan dudas sobre el origen de la barbarie y veamos con mayor decisión las soluciones a futuro.