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¿Serás europeo?

Hace ya 14 años se reunieron por primera vez los jefes de Estado de América Latina, el Caribe y de la Unión Europea en Río de Janeiro, con el fin de acordar una agenda común: la denominada ALC-UE.

Con una participación limitada, este continente percibió el encuentro como una oportunidad de los pobres para captar recursos de desarrollo de los países ricos. En el nivel bilateral, se lograron acuerdos en campos que iban desde la restauración de monumentos hasta la transferencia de tecnología; en el medio multilateral, un acuerdo de asociación con el Mercosur.

Enfrentamos hoy en Santiago la Cumbre: América Latina y el Caribe-Unión Europea, que reunirá, en teoría, a los 60 jefes de Estado y de Gobierno de ambas regiones, con una agenda de profundización de las relaciones birregionales. Ha pasado mucha agua bajo los puentes en este tiempo. Una Europa en crisis monetaria y laboral se encontrará con sus antiguos alumnos, ahora estables, con un crecimiento económico, mucho, muchísimo mayor al europeo y una disciplina monetaria que, con excepción de Venezuela y Nicaragua, nada tiene que ver con el fracaso de los países del sur de Europa y el esfuerzo infructuoso de los del norte.
¿Qué ha pasado? Aprendimos la lección y no nos dejamos enredar por los cantos de sirena que invitaban al dinero fácil durante esta primera década del siglo, adicción peor que la cocaína que tiene ahora postrados a Estados Unidos, Europa y hasta a Japón.

Los latinoamericanos y caribeños podemos sacar más provecho del esperado de la Cumbre que se inicia hoy, más en lo cualitativo que en lo cuantitativo. Los europeos necesitan socios en el tema ambiental, con el que se hallan comprometidos por simple sobrevivencia; necesitan desesperadamente mercados para sus productos e inversión segura y están dispuestos ampliar espacios, siempre y cuando aprovechemos nuestra situación de fuerza en las negociaciones, ahora como un mercado de más de mil millones de personas en franco crecimiento. Necesitamos que nos abran sus universidades con subsidios estatales, para crear contrapartes cuasi-europeas en los negocios. Bolivianos o paraguayos que realmente hablen francés o sueco y conozcan la idiosincrasia de sus países y culturas, futuros acompañantes del crecimiento mutuo.