Hoy se está frente a una civilización en crisis. Ya lo había anticipado Spengler en 1920, en sus dos tomos de La Decadencia de Occidente. Toynbee no pudo aportar nada en 1933, con sus 13 tomos de Estudio de la Historia. Confirmó que cada civilización tiene su génesis, crecimiento, colapso y desintegración. Sólo añadió que la Historia tiene leyes, pero éstas no son “inexorables”, sino “gobernables”. Para 1970 era definitivo: “Shock del Futuro”, dice Toffler. Hoy se está en medio de cambios de paradigmas científicos y tecnológicos. La civilización occidental ha alcanzado un alto nivel de desarrollo gracias a sus paradigmas: universalismo, centralismo, verticalismo, homogenización, autoritarismo, naturaleza como objeto de explotación, etc.

Sin embargo, sus propios científicos de punta han descubierto los nuevos paradigmas como: diversidad, ecología, equidad de género, descentralización, alteridad, horizontalidad, holográfico, etc. Paradigmas que su pueblo aún no puede practicar, a menos que sufra una especie de shock. Hay una crisis de valores. Ahora ya nada es definitivo, caen las verdades absolutas y los dogmas; y con ellos, todo tipo de paternalismos y sus armas sutiles como la discriminación.

Al descubrirse los nuevos paradigmas, las entidades de las oligarquías mundiales se llevaron el flujo del agua a su acequia. Algunos manipularon los nuevos modelos a su favor; y los otros no tuvieron capacidad para hacer otro tanto. Con Pierre Bourdieu a la cabeza, sólo atinaron hacer marchas antiglobalización.

¿Cuál fue la actitud de los andinos y los indígenas? Pese a la política de “civilización” y “castellanización”, muchos sucumbieron y se “alienaron”. Algunos lloraron y pelearon contra la occidentalización. La mayoría de la población andino-amazónico quedó a medias, culturalmente semicivilizados y estancados en una lógica pagano-cristiana, que hoy se observa en el sincretismo religioso; una especie de “analfabetos en dos culturas” (Ch. Posner).

¿Cuál debe ser la decisión? ¿Seguimos entrando como mansos corderos al cerco de la civilización moribunda, o hacemos un alto en el camino para reflexionar y tomar una decisión histórica? Un chino aconseja: “No importa lo lejos que hayas ido por una carretera equivocada, vuelve atrás”. Para tomar una decisión, primero hay que estar cuerdo, y eso supone descolonizarse. Además, el colonialismo ya no está vigente y no fue una virtud en la Historia de la humanidad. Hay que planificar el proceso. La descolonización debe ser una política para rescatar las dos visiones.

Los nuevos valores de Occidente ya son otros, pero su población sigue anclado en los antiguos; y si continúa alimentando una civilización obsoleta, estarán otra vez atrasados. No hay oportunidad con los antiguos valores occidentales,  sino con los de la posmodernidad, en la que otros están aturdidos. Es vital que se vuelva a los propios valores. Los valores posmodernos y los andino-indígenas son similares. Hoy los andino-amazónicos siguen practicando el localismo, diferencias, chacha-warmi sistemas, la complementariedad de los opuestos, la Pachamama, etc.

Las culturas andinas e indígenas eran fundamentalmente empiristas; es decir, aprendieron sus paradigmas y conocimientos tecnológicos observando la naturaleza y a través de la experiencia. Hoy, la base de la educación andina e indígena debe ser la experiencia, aprender practicando. Por eso el currículo escolar debe basarse en la perspectiva andino-indígena.