Ley de Oecas
Con este reconocimiento se cimenta uno de los pilares de la economía plural
Con la promulgación de la Ley de Organizaciones Económicas Campesinas Indígenas Originarias (Oecas) y Organizaciones Económicas Comunitarias (Oecom), el Estado reconoce formalmente a los otros dos tipos de organización económica comunitaria que establece la Constitución Política del Estado, y con ello se cimenta uno de los pilares de la economía plural.
La ley establece políticas de fomento para el desarrollo económico de estas organizaciones, a partir de la transferencia de tecnología, capacitación, crédito y acceso a mercados. Elementos fundamentales para su inserción en el circuito económico nacional. Lo que cabe preguntar es, ¿cuál es el aporte de estas organizaciones en la economía nacional?, luego, ¿cuánto tiempo deberá transcurrir para su consolidación?, y, finalmente, ¿existe evidencia de que estos tipos de organización son exitosos?
El principal aporte económico de las organizaciones comunitarias se concentra en su capacidad de generar empleo. Se estima que representan al menos el 20% de la población económicamente activa, con un aporte al PIB del 12%. Es necesario considerar que este nivel de producción se realiza en condiciones de baja productividad de la mano de obra, escaso acceso a tecnología y limitaciones de financiamiento.
Después de muchos años (alrededor de 50) y muchos intentos para tratar de consolidar económicamente a organizaciones económicas campesinas y originarias, es imprescindible que las autoridades responsables tengan presente el diseño y la ejecución de políticas de apoyo a este tipo de organizaciones comunitarias, y que el proceso es de largo plazo. Además, que hace falta contar con los suficientes recursos, con mercados consolidados, con políticas de fomento sólidas, y sobre todo, con mucha paciencia y perseverancia.
Existen varios casos documentados del éxito logrado por organizaciones campesinas originarias en su inserción en los mercados locales e internacionales. La cooperativa El Ceibo (productores de cacao y su transformación en chocolate) es el más destacado, y demuestra que, con un trabajo de largo horizonte, capacidad de gestión social y gerencial, orientado a la eficiencia y calidad del producto, la sostenibilidad de la organización está asegurada. En la actualidad, los productores de quinua en el altiplano, café en los Yungas paceños, o leche y sus derivados en Santa Cruz, van transitando ese camino complejo del desarrollo.
Finalmente, el potenciamiento económico de estas organizaciones debe considerar también aspectos sociales y medioambientales, puesto que además de la labor económica que cumplen, su función social —como factor de contención migratoria, espacio de construcción de sociedad, centro de preservación de la cultura y unidad producción ecológica— debe estar plasmada en un esfuerzo público de largo aliento.