¿Nazismo europeo?
El 10% de la población húngara es gitana, y se busca por todos los medios que emigren a otro país.
El fenómeno húngaro es nuevo en la Unión Europea. Un país mediterráneo con una población de raza y lengua únicas: los magiares, que aparentemente se conectan con pueblos en los límites de los Urales. Un pasado imperial asociado con Austria y una pérdida de territorios y población de habla magiar que llegó a dos tercios del país medieval en confrontaciones sucesivas hasta la Primera Guerra Mundial, incluyendo la salida al mar Adriático. ¡El germen natural de una bronca continental!
La toma comunista aplacó la energía vital de este pueblo extraordinario, y luego de explorar diferentes formas de gobierno, el partido nacionalista Fidesz (al mando del primer ministro Victor Orban) puso orden étnico e histórico. Con su nueva constitución, una camarilla de estudiantes de derecho, sus compañeros, controla los tres poderes del Estado, los medios y maneja las situaciones complicadas con una fuerza paramilitar que se autodenomina la Wermacht, y ha usado símbolos nazis. El Estado se ha apoderado de los fondos privados de pensiones, mientras el país ha ahuyentado la inversión extranjera y ha creado un sistema fiscal con el IVA más alto de Europa. Los valores y el discurso nacionalistas dominan el ambiente y se respira un aire de terror y pobreza. Terror que al no ser correctamente interpretado en la escuela, en la universidad, en el trabajo y en el café, simplemente amordaza. Con la nueva constitución de bolsillo, el país se declara miembro de la UE, mientras todos los días se crean reglamentaciones y leyes que violan los principios europeos y se maldice a los países vecinos como ladrones de territorio. La UE tiene actualmente demandado al país por problemas en el control de datos y la independencia judicial, y vienen cuatro demandas más en áreas como los derechos humanos y el racismo.
El 10% de la población es gitana, son morenos y con costumbres y valores que los llevan a la pobreza; están siendo perseguidos por su Wermacht criolla en asaltos a piedra y bala, se queman sus viviendas y se busca por todos los medios que emigren a otro país. Ya se han presentado revueltas importantes ante el estupor de Bruselas. Por otro lado, las grandes empresas comunistas, sin inversión foránea, están siendo colonizadas por los chinos, ya que fueron vendidas al mejor postor con enorme pérdida de empleo y riqueza nacional. El déficit es escondido por la única agencia de noticias, que apenas habla de los malos manejos de los gobiernos anteriores y de los juicios a los responsables, mientras se persigue con sevicia a un centenar de miles de indigentes sin casa, que ahora son ilegales, con el objeto de que emigren a otros países europeos gracias a su pasaporte comunitario. ¿Berlín 1935?
Observemos con atención cómo evoluciona una sociedad cegada por el nacionalismo y el terror con arraigo étnico, popular e histórico.