No hay música que nos acompañe
Una de las cosas imprescindibles en cualquier proceso revolucionario es su capacidad para conmover los sentimientos, e impulsar la producción artística y creativa. Los procesos revolucionarios en AbyaYala (Latinoamérica y el Caribe) nos brindaron un montón de canciones y músicas. Hablo de la música, porque es la más popular y barata de las artes.
Cuba, por ejemplo, produjo una nueva trova, con canciones que en Bolivia nos acompañaron en nuestra resistencia contra las dictaduras. Ni qué decir de Nicaragua, donde se compusieron canciones que nos hicieron vibrar, aludiendo a las luchas de un pueblo alzado en armas.Paralelamente, los procesos chileno y argentino aportaron a nuestros oídos, ansiosos de revolución, canciones que en momentos de duda, de desesperación y de desamor nos recondujeron a las calles, a los mítines y a las luchas.
Me viene a la mente una canción que por ejemplo induce a llorar el desamor con Silvio… “Hoy, yo que debía cantarle a la patria / alzar la bandera, sumarme a la plaza / hoy, yo que tenía que cantar a coro / me escondo de día, susurro esto solo…”
Enamorada de las fotos de las guerrilleras nicaragüenses y salvadoreñas, de esas hermosas chicas de mi edad que eran comandantes y liberaban de las dictaduras sus pueblos, yo cantaba cerrando los ojos, soñando con ellas… Venancia… “Venancia, pechos de cabra, pelo de noche, Venancia / por nacer en la montaña, sos hija de la guerrilla. Compañera campesina”.
Eran canciones que tenía grabadas en un viejo casete. Hoy extraño este acompañamiento en este nuestro proceso de cambio. Bolivia necesita ahora música y canciones.
Al respecto, les cuento que fuimos a un concierto el domingo pasado, y para nuestra sorpresa se sigue cantando: “Me preguntaron cómo vivía me preguntaron / sobreviviendo dije sobreviviendo…”
¿Cómo puede ser que sólo eso podamos cantar, si estamos creando un país diferente, con muchísimos errores, pero estamos haciéndolo? ¿Qué pasa que la música y las artes no nos acompañan? ¿Por qué no le pueden cantar a este proceso desde las organizaciones sociales, y no poniéndose en un supuesto centro y una neutralidad que no existe?
Sí, yo ya sabía que la mayoría de los y las artistas son o se van a la clase media; y hoy es evidente que la clase media tiene miedo de nosotros, los indios e indias; y lo que es peor, nos desprecian, siendo muchos de ellos indios blanqueados.
Pero mi pregunta es: ¿cómo no dejarse conmover por esta esperanza, por esta posibilidad de cambiarlo todo? Por otro lado, las y los artistas del pueblo, los folkloristas por ejemplo, andan encerrados en sus canciones de amor romántico, cuando no andan enunciando formas machistas de hablar sobre sus relaciones con las mujeres.
Más que nunca necesitamos que la música nos acompañe, que cuestione el proceso desde el compromiso revolucionario, que aporte al proceso, dándonos la fuerza de la poesía y la música.