Icono del sitio La Razón

¡Welcome to Bolivia!

Esta semana escribo desde Tailandia. Mr. Wat, un amable taxista que me lleva desde el aeropuerto al hotel, tiene un nivel de inglés suficiente como para vender su servicio, decirme con toda amabilidad  “Welcome to Thailand”, contarme que conoce la música latina y que le gusta el fútbol (es fanático del Barcelona y de Messi).

Además de hacerme más placentero el viaje hacia el hotel y recomendarme algunos lugares, me queda claro que Mr. Wat me está vendiendo su servicio completo. Al final, por supuesto que no tengo ningún problema en asegurarle que lo llamaré para que me lleve del hotel al aeropuerto, cuando regrese a Vietnam.

Cuando le pregunté cómo aprendió a hablar inglés, me contó que decidió pagar un profesor, para que le enseñe un nivel lo suficientemente bueno de inglés para interactuar con sus pasajeros. Lo demás lo aprende conversando con sus clientes,  y escuchando música cantada en inglés durante sus recorridos. Actualmente se estima que el 27% de la población tailandesa habla la lengua de Shakespeare, ya que es actualmente un lenguaje obligatorio en el sistema educativo.

Esta experiencia me hace pensar que alguna vez muchos hemos sentido ese sentimiento de orgullo y hasta de nacionalismo patrio cuando alguno de nuestros principales destinos turísticos es presentado en los periódicos o revistas internacionales, en redes sociales o programas extranjeros  de televisión y/o por cable. Es más, para quienes trabajan de alguna forma en el sector de turismo, saber que algunos de nuestros destinos aparecen en rankings mundiales es una buena noticia para la siguiente temporada. Asimismo, saber que el año pasado hemos recibido un número mayor de turistas es motivo de optimismo y alegría, y hasta de decisiones de inversiones, especialmente en el sector hotelero.

Sin embargo, cuando uno revisa algunos sitios webs donde la gente tiene la opción de comentar o calificar determinados servicios y/o destinos, se encuentra con sorpresas y comentarios negativos; y uno de los temas recurrentes en el caso de Bolivia (y en muchos otros países en vías de desarrollo) es el escaso conocimiento del inglés en los puntos claves a lo largo de la cadena de servicios, empezando por las líneas aéreas, los servicios de migración, aduanas, taxis, hoteles, restaurantes, comercios de artesanías de alimentos, souvenires, y en general todos aquellos puntos de intensa interacción con turistas.

Por último, queda claro que en el caso de Mr. Wat, el inglés representa una oportunidad de mejores ingresos y acceso a un mayor conocimiento global; pero para Tailandia representa una mejora en la competitividad en toda la cadena del turismo. En nuestro caso sería interesante empezar a promover que el inglés sea enseñado obligatoriamente en aquellas regiones y municipios que constituyen los principales atractivos turísticos de Bolivia, y eso sólo para comenzar. El siguiente desafío es hacer que los funcionarios seleccionados en entidades del sector público, relacionadas con el sector de turismo, como migración, aduanas, tránsito, aeropuertos, impuestos y tasas, hablen inglés.