Cuando se entregó la administración de los tres principales aeropuertos de Bolivia a Servicios de Aeropuertos Bolivianos (SABSA), se argumentó que serían mejor manejados que bajo la gestión ineficiente de la Administración de Aeropuertos y Servicios Auxiliares a la Navegación Aérea de Bolivia (AASANA). Si bien puede que la administración y la eficiencia en dicho manejo hayan mejorado, lo que resulta ofensivo a la inteligencia de los bolivianos es el abuso sin control por parte de las empresas propietarias de SABSA.

Como cochabambino, veo con tristeza cómo el aeropuerto de Cochabamba, entregado a SABSA para estrenar, ha sido abusivamente utilizado por la empresa transnacional de administración. Ya lo dije una vez, y me costó una serie de llamadas llenas de insultos por parte de personas familiarmente ligadas a la empresa. Recuerdo el día del sonado estreno, de esa moderna terminal y nueva pista, que le costaron tanto al presupuesto de la región, ya que los costos fueron cargados a los presupuestos de la entonces Corporación de Desarrollo de Cochabamba (Cordeco), que luego fue parte de la Prefectura, hoy Gobernación de Cochabamba.

Aquel día del estreno, mientras se cortaba la tradicional “cinta” de inauguración, el Obispo de Cochabamba bendijo las modernas instalaciones, en presencia de autoridades de gobierno, líderes cívicos y parlamentarios, entre los que me encontraba. Los que recibían dicha flamante infraestructura, se llenaron la boca comprometiéndose a invertir en permanentes mejoras, como equipos modernos para la torre de control, mangas para el uso de pasajeros y otros.

Hoy contemplamos con verdadero dolor y asombro cómo, durante todos estos años, SABSA, bajo la complaciente mirada de AASANA, sólo ha usufructuado abusivamente de esas instalaciones, incumpliendo compromisos de inversión, a cambio de un miserable “alquiler” a AASANA, que en realidad corresponde percibir a la Gobernación, ya que fue construido con recursos de inversión pública de la región, a través de Cordeco. Por ejemplo da vergüenza ver en la parte exterior hacia la plataforma de estacionamiento de las aeronaves sendas puertas en el segundo piso, herméticamente cerradas, que dan al aire, destinadas para ingresar a las mangas de abordaje que SABSA jamás puso. Además, ninguna de las autoridades de turno, que debió haber supervisado el cumplimiento del contrato, hizo algo por exigir que se cumplan los compromisos de inversión.

Espero que esta vez, luego de cuantificar la millonaria suma que percibe SABSA sólo por concepto de peaje a los ingresos de los aeropuertos, alquiler de parqueos, tasas de embarque, alquileres de espacios comerciales en las terminales, alquiler por el uso de dos miserables mangas en el aeropuerto de La Paz (donadas hace 40 años de los basureros del aeropuerto de Miami) y otros ingresos, se den cuenta que las inversiones no guardan proporción alguna con los abultados ingresos que percibe.

Espero que esta vez, le sienten la mano a SABSA. O invierte lo que debió invertir y no lo hizo, más lo que debe continuar haciendo, o se rescinde el contrato y se entrega la administración a otra empresa, a la que desde el primer día las autoridades del Estado fiscalicen, como debieron haberlo hecho quienes tuvieron esa responsabilidad desde hace más de 15 años.

Para calcular una posible indemnización a la empresa propietaria de SABSA, habrá que realizar previamente una cuidadosa auditoria y descontar del monto a ser indemnizado todo el excedente que debió haberse reinvertido en las instalaciones aeroportuarias de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz.