Las ciudades y el ‘Mago’
Mariano Baptista Gumucio no necesitó de la ficción para guiarnos por las ciudades de Bolivia
Las ciudades, imagen y semejanza de los seres humanos, encierran misterios, alegrías y naufragios. La crónica y la literatura se han ocupado de ellas desde las primeras letras impresas. En las ciudades invisibles, Ítalo Calvino imagina a Marco Polo contándole a Kublai Jan acerca de las fantásticas urbes que, supuestamente, visitó. Asimismo, Alberto Manguel y Gianni Guadalupi recopilaron una increíble Guía de lugares imaginarios, en la que detallan en orden alfabético las ciudades y lugares creados por la ficción, algunos más reales que los que existen.
Mariano Baptista Gumucio, el Mago, no necesitó de la ficción para guiarnos por las ciudades y las regiones de Bolivia; lo hizo recopilando lo que escribieron propios y extraños sobre ellas. Sabemos que Mariano viene, desde hace décadas, ocupándose de darnos a conocer lo mejor del pensamiento de nuestros intelectuales y escritores. Sus selecciones ya constituyen un canon de lo que debemos leer para conocer sobre nuestro país.
No satisfecho con esta enorme tarea, emprendió la de hacernos conocer Bolivia por medio de una colección que ha denominado Las ciudades vistas a través de viajeros y cronistas, siglos XVI al XXI. De esta colección ya circulan los libros sobre Potosí, Oruro, La Paz, Pando, Sucre, Cochabamba, Moxos-Beni; y el de Santa Cruz será presentado el 26 de febrero con motivo de la fundación de la capital cruceña. Le falta el de Tarija para concluir su edición antológica. Cada uno de los libros lleva, además de las crónicas, artículos, ensayos, poemas y relatos, dibujos y fotografías alusivos a la ciudad capital o a los pueblos que conforman el departamento.
La colección del Mago incluye textos escritos por sacerdotes, cronistas y autoridades de la Colonia, naturalistas, historiadores, periodistas, poetas y narradores. Al leer los libros nos damos cuenta de que la selección de los autores ha sido rigurosa y producto de una agotadora revisión y lectura de libros y más libros, buscados en bibliotecas públicas como en privadas.
Recuerdo que, en cierta ocasión, mientras conversaba con Wálter Chávez sobre literatura boliviana, salió el nombre de Mariano Baptista, y coincidí con el creador del de-saparecido semanario El juguete rabioso en que Bolivia tenía una gran deuda con este escritor, intelectual, periodista y diplomático, cuya obra es prolífica e incesante.
Hace un par de semanas, conversando con Mariano en su estudio en la ciudad de La Paz, me comentó lo siguiente: “mi objetivo es el de recuperar la memoria histórica para preservar la unidad de Bolivia, y creo que estos libros pueden contribuir, en algo, a cimentar la unidad y fraternidad entre los departamentos y la autoestima de quienes, por encima de todas las diferencias, proclaman con orgullo su gentilicio de ser bolivianos”. Una tarea noble, sin duda alguna, que, sin embargo, no ha encontrado el apoyo como era de esperarse; de allí que muchas de las ediciones hayan tenido que salir del bolsillo del Mago.