La abdicación del papa Benedicto XVI, elegido de manera vitalicia por Dios (a través de los cardenales, claro está) ha desconcertado a todo el mundo; y de inmediato los medios nos han impuesto una agenda de análisis que nos deja, como comunidad católica, un sabor a poco.  La agenda impuesta nos pone tres temas, que están centrando su debate en intrascendencias; veamos.

Primera intrascendencia, validar su renuncia en contraposición a Juan Pablo II, quien dijo que no se bajaba de la cruz y que cumplía su rol hasta el final. La segunda intrascendencia trata de mostrarlo como un intelectual académico (todos lo repiten como si lo hubieran leído alguna vez), lo que no tiene ninguna trascendencia al momento de analizar la crisis de la Iglesia Católica. Y la tercera intrascendencia se relaciona a los posibles sucesores, incluyendo algunos potenciales papables africanos y latinoamericanos, como si nuestros cardenales no fueran tan o más conservadores que los cardenales de la OTAN.

Lo que a mí me interesa saber, como católico de base, es si hay un bloque de cardenales que quieran hacer algo trascendente, y si la elección de un nuevo Papa traerá consigo una visión fresca para una iglesia del siglo XXI.

Es fundamental saber si hay un sector de la Iglesia que pueda elegir a un Papa que por lo menos abra de manera oficial el debate sobre los siguientes aspectos.

1) El fin de la era de penalización y negación de la homosexualidad, para pasar a una era de la iglesia que nos vea a todos como iguales.

2) El fin de una era que penaliza el uso de anticonceptivos, y que en el fondo se hace funcional a los embarazos no deseados y la expansión de infecciones y enfermedades de transmisión sexual.

3) El fin del celibato, para que nuestra Iglesia sea dirigida por sacerdotes realmente integrados a su comunidad.

4) El fin de la era patriarcal de la Iglesia, para dar paso a las mujeres que puedan ejercer el sacerdocio en iguales condiciones.

5) Finalmente, se necesita conocer una posición que dé señales claras de la decisión de ser impulsores de la investigación y enjuiciamiento de los sacerdotes acusados de pederastia.

Estos temas le pueden dar a la Iglesia Católica un aire de frescura,  que frene la crisis de fe y nos deje una iglesia fresca, viva y liberadora. De otra manera, la Iglesia nos dará a otro Papa incapaz de ser el faro de los tiempos difíciles que se vienen para la humanidad, sobre todo para los más pobres.