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Desempeño tributario

Escribir y leer sobre los impuestos puede ser de las actividades más tediosas que existe; sin embargo, su importancia en toda estructura económica es más que relevante, porque muestra la capacidad que tiene un Estado en ejercer su poder de recaudación para financiar sus operaciones e inversión en bienes públicos, que beneficien sin exclusiones a la población.

El Servicio de Impuestos Nacionales (SIN) reportó que la recaudación de enero de 2013 es 14% superior a lo presupuestado; lo que significa que, además del férreo trabajo de cobranza realizado por el SIN, los contribuyentes van adquiriendo conciencia sobre la importancia de tributar, y que el acto de pagar los impuestos, además de la obligatoriedad que reviste, es un aporte que le genera valor.

Ante este mejor desempeño tributario, es necesario realizar al menos dos preguntas a las autoridades fiscales: ¿todos los posibles contribuyentes están tributando de manera equitativa?, y ¿en qué actividades o qué tipo de inversiones se están efectuando con los impuestos? La respuesta a estas interrogantes puede impulsar más la eficiencia de recaudación o, por el contrario, mermar en la moral contributiva de la población.

El principio de equidad tributaria sugiere que quienes tienen más, deben aportar en mayor medida; pero todos deben aportar. Aspecto que aún no se aplica de manera efectiva en el país. Aún existen sectores, principalmente insertos en la economía informal, que evaden sus obligaciones impositivas, y que muchas veces son los principales beneficiarios de los esfuerzos de inversión pública que realiza el Gobierno central.

Es imperioso que los mecanismos de control de evasión fiscal sean más rígidos en estos sectores informales, pues, en muchos casos, medianos y grandes contribuyentes disfrazan su verdadera condición en regímenes tributarios especiales, a los que por tamaño o naturaleza de la actividad económica ya no corresponden, menoscabando la recaudación del SIN.

En un segundo plano, los gastos e inversiones estatales efectuados con estos recursos tributarios debieran responder a una racionalidad asociada a la obtención de la máxima rentabilidad social posible, y que beneficien a quienes fueron los contribuyentes que pagaron efectivamente sus impuestos. Si bien es deseable que el Estado asigne los recursos tributarios en función a las desigualdades económicas, generando mecanismos de compensación, es también importante que exista algún criterio de prestación de servicios públicos de calidad para aquellos que cumplen “religiosamente” con el pago de sus impuestos.

Es cierto que de la muerte y de los impuestos no podremos librarnos; pero por lo menos que los impuestos sean retribuidos en salud y educación de calidad, seguridad ciudadana, carreteras bien construidas y señalizadas y en un aparato público eficiente y humano.