En las últimas semanas, la pregunta de si es posible la reelección del presidente Evo Morales en 2014 ha estado rondando en la mente de los bolivianos. Al respecto, nuestra Constitución Política del Estado (CPE), en su artículo 168, establece claramente que el mandato del Presidente (a) y del Vicepresidente (a) es de cinco años, y que sólo pueden ser reelectos por una sola vez, de manera continua. Las dudas surgen cuando se repite que el nuevo Estado boliviano fue fundado en 2009, tras la promulgación de la nueva Constitución, quedando en la nada todo lo legislado anteriormente. Para ensayar respuestas, recurriremos a la ayuda del Derecho y la moderna Ciencia Política.

Desde la visión jurídica, debo señalar que hace mucho que el Estado de Derecho se ha convertido en un concepto muy ambiguo, y que estamos distantes como país de entender las reglas democráticas y de generar seguridad jurídica. El Derecho y la Ley se convirtieron en débiles instrumentos de coexistencia social.

En este orden de cosas, se demanda el cumplimiento de la CPE, que en su Disposición Transitoria Primera ordena que: “Los mandatos anteriores a la vigencia de esta Constitución serán tomados en cuenta a los efectos del cómputo de los nuevos periodos de funciones”. (sic). Aún más cuando ya se sancionó la Ley Nº 4021 de 14 de abril de 2009, del Régimen Electoral Transitorio, que en su Art. 1 (Fundamento), expresa que su normativa se basa en la Disposición Transitoria Primera de la nueva Constitución.

Luego, esta norma fue derogada por la Ley Nº 026 (Régimen Electoral) del 30 de junio de 2010, sin que se haya modificado esencialmente. En este sentido, cabe preguntarse ¿Por qué se quiere forzar una interpretación del TCP cuando en 2009 y 2010 la Asamblea Legislativa Plurinacional (en una interpretación “auténtica” como dirían los constitucionalistas) había desarrollado la aplicación de la Constitución? En esta trama, mi incertidumbre no se funda sobre lo que manda la Constitución, sino sobre el porqué no se la quiere cumplir.

Desde la óptica de la Ciencia Política, es sabido que las democracias más fuertes en América Latina son aquellas en las que su Carta Magna prevé como indispensable la alternancia en los mandatos presidenciales (Poder Ejecutivo), no sólo por la legitimidad que se otorga al gobierno, sino por la representatividad, responsabilidad y la ausencia de acciones prebendales en su interior. El altísimo significado de la alternancia incluye la fortaleza del Estado de Derecho y la garantía de gobernanza. Bajo ese planteamiento, y establecida la reelección presidencial en Bolivia, tengo la certeza de que elegimos por primera vez al señor Evo Morales como primer mandatario del país en diciembre de 2005; y por segunda vez, en diciembre de 2009; y que Bolivia se fundó en 1825 y no en 2009.

Tampoco me es posible pensar en la creación de un nuevo Estado, ya que no concurren presupuestos como la escisión territorial, ni federación o confederación alguna, menos la anexión a otro Estado, y ni pensar en que ha existido independencia respecto de una potencia colonial. En honor a la verdad, en 2009 fuimos testigos de una reforma constitucional (como Estado Plurinacional), pero seguimos siendo tan bolivianos como hace 187 años, sin que nuestro estatus jurídico internacional haya cambiado.

Por todo lo expuesto, nos preguntamos, ¿para qué y por qué quieren ser reelegidos nuestros gobernantes? ¿Estamos quizá viviendo en el extremo del caudillismo? Yo creo en Bolivia, e intento creer en su clase política. También tengo fe en el cambio, pero en un cambio real de actitudes.