Megadiverso
La humanidad está ‘consumiendo’ un planeta y medio. Es decir, estamos viviendo de prestado
Recientemente, leí una nota sobre los esfuerzos del Gobierno de Ecuador por posicionar a ese país como un país “megadiverso”. Es decir, como uno de los países con mayor biodiversidad del mundo.
Esto me dejó pensando no sólo si como Estado se deberían hacer esfuerzos para lograr tal posicionamiento, con el mismo ahínco con el que se posiciona a la quinua o la coca, que al fin y al cabo son sólo un par de especies de la enorme riqueza que Bolivia tiene como parte de su patrimonio natural. Y es que, aun conociendo poco sobre nuestra biodiversidad, podemos afirmar que estamos entre los países más biodiversos del mundo.
Bolivia representa tan sólo el 0,7% de la superficie terrestre del planeta, y en ese espacio alberga, por ejemplo, a 10% de todas las aves conocidas y al 7% de todos los mamíferos conocidos. Respecto a los Estados Unidos de Norteamérica, representamos únicamente el 10% de su superficie, y aun así poseemos más aves, más helechos, más escarabajos que ellos; todo esto conociendo una fracción solamente de lo que representa tener un patrimonio natural tan rico en biodiversidad.
Esta enorme riqueza es garantía de estabilidad y seguridad en un mundo que vive bajo una crisis ambiental global. Recientes estudios han demostrado que, como humanidad, ya desde la década pasada, estamos “consumiendo” uno y medio planetas Tierra. Es decir, estamos viviendo de prestado.
El ritmo con el que consumimos los recursos y con el que la Tierra recicla nuestros desechos ha superado ya su propia capacidad de producción y absorción; sin embargo, sitios con mayor diversidad biológica podrían “soportar” o adaptarse de mejor manera a los cambios provocados por este impacto que es inminente.
El mantenimiento del carácter megadiverso de nuestro país, el mantenimiento de nuestro patrimonio natural, debería tener el mismo carácter estratégico que otros recursos naturales, pues en ese mantenimiento yace nuestra seguridad para los tiempos de cambio venideros, tiempos de cambio real, tiempos de cambio contra los que poco podemos hacer ahora. Sólo el “colchón” que esa biodiversidad nos ofrece podrá “amortiguar” el golpe.