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La guerra inútil

George W. Bush se creía el hombre más poderoso de mundo, cuando el comandante Hugo Chávez subió al podio de las Naciones Unidas, en septiembre de 2009, inmediatamente después del Presidente de Estados Unidos y espetó una de sus más famosas frases: “huele a azufre”.

El junior de los Bush llegó a la presidencia el 20 de enero de 2001, después de un descomunal fraude en Florida, estado gobernado por su hermano, Jeb Bush, y protegido por una Corte Suprema conservadora que no permitió un adecuado recuento de los votos.

La cosa no iba muy bien para su gobierno hasta que Osama bin Laden fue en su ayuda, y la tragedia del 11 de septiembre de 2001  despertó el sentimiento patriótico. Y como se necesitaba un enemigo de mayor envergadura que Al Qaeda, los ojos del imperio se volvieron hacia Irak, donde el dictador Sadam Husein reunía todos los méritos.

Comenzó entonces una de las mayores maniobras propagandísticas para difundir una mentira. El objetivo fue convencer a la población estadounidense de que en Irak se estaban construyendo armas de destrucción masiva.

El resultado del conflicto fue la muerte de entre 150 mil y 400 mil iraquíes y 4.500 norteamericanos. La diferencia en sí misma es abismal. Pero a ello hay que sumar los centenares de miles de heridos y tullidos que recorren las calles de los dos países.

En fin, un desastre humanitario y un desastre político. Hoy podemos ver que la guerra de Irak fue un error,  porque desestabilizó la zona completa y porque la democracia prometida por Bush no existe. En cambio, en el país de los persas se vive la corrupción, una lucha intestina entre las etnias, y un desastre económico que ha costado cerca de cuatro billones de dólares. Imagínese cuánto se habría podido paliar la crisis que actualmente atraviesa el país del norte si todo ese dinero se hubiese invertido en propuestas más interesantes que construir armas para matar al prójimo.

De cómo algunos de los más importantes periódicos y canales de televisión se hicieron cómplices de la patraña habrá que hablar en otro artículo. Pero cabe señalar que el muy profesional periodismo norteamericano fue puesto en duda.

Barack Obama ha tratado de salir del conflicto retirando las tropas estadounidenses del territorio persa, pero el daño ya estaba hecho. Si la sede de las Naciones Unidas olía a azufre luego de la presencia de George W. Bush, no me queda la menor duda de que la guerra de Irak huele a fracaso.