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Cambiar los hábitos

La celebración, el viernes, del Día Internacional del Agua, ha sido la ocasión propicia para poner atención sobre la imperiosa necesidad de cambiar los hábitos que tenemos todas y todos respecto del uso de este vital elemento, y proponer medidas prácticas para evitar su desperdicio. Las previsiones señalan que en un futuro no muy lejano el agua será un bien escaso.

En efecto, sólo en Bolivia los estudios científicos señalan que el agua que proviene de los deshielos de la cordillera de los Andes, prácticamente habrá desaparecido en las próximas cuatro décadas, y aunque eso parece tiempo suficiente para encontrar fuentes alternativas, así como para acopiar lo suficiente para evitar una dramática escasez, lo cierto es que si no se ahorra agua, ésta no alcanzará para toda la población y sus necesidades.

Precisamente por estas razones, el Ministerio de Medio Ambiente y Agua ha lanzado el viernes una campaña orientada a promover un uso eficiente, pero sobre todo racional del agua, proponiendo cambiar algunos hábitos cotidianos que, a medida que pasa el tiempo, se convierten en más y más peligrosos.

Cuestiones tan sencillas como cerrar el grifo a la hora de cepillarse los dientes o lavar platos y ollas, acortar la duración de la ducha, evitar el uso de mangueras para lavar coches y veredas, acumular agua usada para descargar el inodoro y otros similares son consejos tremendamente fáciles de seguir, y sin embargo hasta ahora parece más bien una rareza hacerlo.

Los estudios dados a conocer el viernes señalan que la población desperdicia más de la mitad del agua que consume, precisamente en actos como los que se comentan más arriba, lo cual es irresponsable, si no con la economía doméstica, pues el agua por cañería, pese a todo es muy barata, sí con las futuras generaciones, que tendrán que aprender a vivir en un mundo donde el líquido elemento será tan escaso que, probablemente, sea origen de contiendas bélicas.

Precisamente, en momentos en que Bolivia se precia ante la comunidad internacional de haber superado con creces el Objetivo de Desarrollo del Milenio referido al acceso al agua para toda su población, que aún no llega al 100%, pero sí se acerca al 80%, es apropiado hacer continuos llamados a aprender a valorar y, fundamentalmente, proteger esta riqueza natural que todavía abunda en el país.

Cambiar los hábitos, pues, es un imperativo que a medida que vaya pasando el tiempo será más y más claro para toda la población. Sumarse a las campañas, pero sobre todo apropiarse el mensaje e introducirlo en la vida cotidiana, es un acto de responsabilidad. Cada gota de agua que se desperdicia hoy es una gota de agua que le faltará a las generaciones de mañana. Es tiempo de hacerlo posible, no es difícil y tendrá sólo buenos efectos en el mediano y largo plazos.