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El ABC de la demografía

Una nota de La Razón (17.03.2013) da cuenta de que el Presidente del Estado está preocupado por el escaso número de habitantes que tiene el país, ya que el censo arrojó un volumen de 10,3 millones de personas. Ya lo dijimos públicamente. No sabremos cuán fiable es este dato porque el INE rehusó hacer una encuesta de cobertura, a fin de identificar la omisión censal y la consistencia de los datos. De todas maneras, cabe preguntarse cuán acertada sería una política que busque incrementar la población del país.

El debate sobre la escasa población para tan extenso territorio, librado en las décadas pasadas, creo que ya fue superado. No obstante, si el Presidente persiste en esta línea, habría que recordarle que el tamaño de una población no sólo obedece a la actuación de una de las variables demográficas, que es la fecundidad; sino que además intervienen otras dos: la mortalidad y la migración. Respecto a la fecundidad, según datos del INE (Encuesta Nacional de Demografía y Salud, 2008) cabe recordar que el número promedio de hijos fue de 3,5 a nivel nacional, y que este indicador sube a niveles inaceptables en aquellas mujeres sin instrucción, con una tasa promedio de 6,1 hijos. Es decir, a mayor pobreza, mayor fecundidad.

En cuanto a la mortalidad infantil, no obstante sus descensos, aún es inaceptablemente elevada. Si se desea incrementar la población en este “país deshabitado”, reduzcamos drásticamente esta otra variable, con programas de alimentación en calidad y cantidad apropiada, acceso a agua potable, conexión a servicios de saneamiento básico, mejoramiento de la calidad de la vivienda, asistencia a la escuela y acceso universal a la información. En otras palabras, reduzcamos las brechas de la desigualdad y la exclusión social. Finalmente, la migración es otra de las variables que incide en el tamaño de la población. Como se sabe, el saldo migratorio internacional en Bolivia es negativo. Son más las personas que se van que las que llegan. Si se desea retener a la población, hay que trabajar en la mejora de las condiciones de empleo e ingresos.

Aumentar la población, si esa sería la política, va más allá de “prohibir el uso de condones”, como exhortó el Presidente a los cocaleros del Chapare. El debate de la situación poblacional debe estar vinculado al actual modelo de desarrollo. Más que pensar en aumentar la población, orientémonos a distribuirla más adecuadamente. El despoblamiento rural; las fronteras casi vacías y abandonadas; la migración desordenada, principalmente hacia las principales ciudades y su crecimiento caótico; la salida de los bolivianos fuera del país son temas de una política de población que actualmente está abandonada por quienes planifican el desarrollo económico y social de la nación.

El debate debe centrarse no en cuántos somos ni en la cantidad demográfica, sino en la calidad de vida de la población. Y esto pasa por considerar a la población como un recurso humano, que bien capacitado, educado y sano, es el responsable de generar la riqueza del país. Alguien dijo que la riqueza no se la extrae sino se la crea. Los únicos que pueden poner valor agregado a nuestras materias primas son precisamente estos recursos humanos, dispuestos a absorber procesos tecnológicos competitivos y de punta.