Para bien de la causa marítima
En la conciencia de Chile está plasmado, con claridad meridia-na, el derecho de Bolivia al mar
Se ha notado un alto grado de nerviosismo en el presidente de Chile, Sebastián Piñera, y de varias autoridades políticas del vecino país. Ya son dos 23 de marzos que tenemos a Chile en una gran tensión, lo tenemos a su Presidente saliendo apurado a tratar de contrarrestar con argumentos banales los inequívocos anuncios que hizo el presidente Morales, que han marcado un nuevo y definitivo rumbo a la lucha de Bolivia por ejercer su derecho a una salida libre y soberana al océano Pacífico.
La actitud de las autoridades chilenas no sólo muestra preocupación, sino también miedo, temor; el temor del que sabe que ha mentido, del que sabe que ha usurpado; frente a la firmeza del que sabe que dice la verdad, del que habla con la razón. La cadena interminable de voces disonantes que se han producido en el vecino país, muchas de ellas a favor de dar a Bolivia una salida soberana al Pacífico, o aquella pronunciada por Laurence Golborne —aliado de Piñera y candidato de la Unión Democrática Independiente (UDI)— de reformar su Constitución para tratar en forma desesperada de bloquear lo inevitable de ocurrir en el futuro, sólo demuestran de manera irrefutable la firmeza del planteamiento boliviano al derecho de recobrar nuestra cualidad marítima.
El filósofo Immanuel Kant decía: “Dos cosas me maravillan en el universo, el cielo estrellado que está sobre de mí, y la inmensa conciencia de justicia que está dentro de mí”. Valga esta cita ya que las actitudes del Gobierno chileno, una y otra vez, sólo muestran que en la conciencia de ese país está plasmado —con claridad meridiana— el derecho de Bolivia al mar. Aunque lo nieguen sus autoridades, pues sus conciencias los traicionan, y por su propia voz cada vez que se prueba de manera fehaciente la certeza de que tenemos la razón, y que la verdad está con nosotros.
También es importante mencionar que la razón del temor del Gobierno de Chile está en el hecho de que, en los últimos dos años, Bolivia ha hecho lo que en 134 años de enclaustramiento marítimo y en 109 años de un Tratado injusto jamás se había hecho: pensar en el país y construir una consistente y responsable estrategia jurídica, con base en las normas del Derecho Internacional. Para desgracia del gobierno de Piñera, Bolivia ha cambiado y en nuestro país ya no hay cabida para intereses mezquinos, oscuros y sectarios. Bolivia es una sola, está unida más que nunca y muestra ante toda la comunidad internacional una gran dignidad.
Para desgracia del Gobierno y de las oligarquías chilenas, el mundo también ha cambiado. Hoy no valen las amenazas, los ultrajes verbales, peor aún, no valen las guerras y menos las invasiones. En el mundo actual ya no vale gastar miles de millones de dólares en aviones, tanques y submarinos. Hoy valen las razones jurídicas y justas. Para desgracia de Chile, en el mundo de hoy existen cortes y tribunales internacionales donde acuden los países para solucionar sus controversias de manera pacífica; en definitiva, hoy se pueden corregir y reparar las graves injusticias cometidas contra los pueblos y acudir a los organismos internacionales para ejercer libremente sus derechos.
En resumen, el mundo de hoy ya no es el de 1879 y la Bolivia de hoy ya no es la de 1904. Bolivia es un país digno, con un Gobierno honesto, un Parlamento digno y verdaderamente representativo, y la fuerza de nuestra dignidad es inmensa. Las cortes y tribunales internacionales por su parte tendrán la importante labor de hacer justicia en uno de los temas pendientes más significativos para América Latina.
Es diputado de Bolivia.