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Los progresos del desarrollo humano

El más reciente informe sobre Desarrollo Humano del PNUD lleva el sugerente título: El ascenso del Sur: Progreso humano en un mundo diverso. De esta manera se busca dar cuenta de los cambios en la constelación económica internacional, ocurridos en la década pasada como consecuencia, entre otros aspectos, de la excepcional dinámica de crecimiento que registraron China y otras economías asiáticas, por una parte, así como del abandono que hicieron los países latinoamericanos de las recetas del Consenso de Washington, por otra.

Como es usual en esta publicación, el texto analítico está respaldado con una batería de cuadros estadísticos, que pueden ser ampliamente aprovechados para extraer conclusiones propias sobre la diversidad de situaciones que prevalecen en el mundo respecto del nivel de desarrollo humano y sus diferentes componentes económicos y sociales. Las series cronológicas facilitan también el examen de las tendencias registradas en esta materia desde la década de los años ochenta. De esa manera se hacen evidentes las trayectorias regionales diversas, que han modificado la posición relativa de los países industrializados y las economías emergentes de Asia, África y América Latina.

En tal contexto, merece una mención especial el hecho de que en América del Sur, Brasil ocupa el primer lugar en cuanto a la mejora del Índice de Desarrollo Humano (IDH) entre 1980 y 2012, seguido de Bolivia, que se ubica en segundo lugar. Venezuela, en cambio, ocupa el último lugar en esta comparación. Tales resultados deben atribuirse a las diferencias en el año de partida, cuando precisamente Brasil y Bolivia ocupaban los últimos lugares, y Venezuela estaba entre los cuatro primeros, junto con Argentina, Chile y Uruguay.

Si se mira en cambio la evolución del ingreso nacional por habitante a precios constantes, los resultados cambian completamente, puesto que en las tres décadas pasadas, dicho indicador acumuló un incremento de 12% en el caso de Bolivia y se redujo en 8% para Venezuela. Chile por su parte en el mismo lapso aumentó su ingreso real por habitante en 158%, muy por encima del resto de las economías de América del Sur.

Además de comparaciones de las cifras agregadas del IDH y del ingreso monetario real por habitante, las cifras contenidas en este nuevo informe del PNUD permiten profundizar en aspectos tales como la reducción de la pobreza, el logro educativo, la calidad de los servicios de salud, la cohesión social y varios otros más. Recién entonces se hace evidente que los avances del desarrollo humano en América del Sur están fuertemente condicionados por factores externos muy favorables, que han dado lugar a importantes holguras fiscales, y consiguientes posibilidades de aumentar el gasto social, orientarlo más efectivamente hacia los pobres y realizar además un reparto monetario en forma de bonos con impactos verificables de alivio de la pobreza.

Sin desmerecer tales logros, conviene señalar que las cifras también muestran que en América del Sur prevalecen coeficientes relativamente bajos de inversión en capital reproductivo, que en pocos casos exceden del 20% del PIB, en tanto que las economías asiáticas se ubican en niveles superiores al 30%. Bajo tales condiciones, los avances en el desarrollo humano de los países asiáticos son la resultante de aumentos sostenidos de la productividad del trabajo y mejoras en la calidad de sus sistemas educativos. Esto es lo que les permite cerrar algunas brechas con las economías avanzadas, que aún en medio de la presente crisis ostentan niveles de ingreso y riqueza muy superiores. Éste no es el caso de los países suramericanos, cuya reconversión productiva sigue siendo una asignatura pendiente.