Recientemente, la revista internacional The Economist publicó un informe sobre los países nórdicos, que examina cómo estas naciones han logrado no solamente desarrollar una sociedad de bienestar, sino también sostenerla en tiempos de crisis, a través de reformas que tratan de asegurar que sus recursos humanos, sus regulaciones de mercado y de la sociedad, y el uso de los recursos sigan siendo adecuados a un mundo que cambia y enfrenta desafíos económicos, sociales, de recursos naturales y de calentamiento global. Los países nórdicos tradicionalmente han tenido la capacidad de lograr consenso para efectuar cambios y mantener una sociedad de bienestar convirtiéndose en una fuerza importante.

Se encuentran entre los países más equitativos del mundo en términos de ingresos, derechos humanos y oportunidades. Permítanme destacar algunas áreas importantes de mi país, Dinamarca: la educación, el mercado laboral, políticas energéticas y cooperación internacional.

Nuestras hijas e hijos son lo más importante que tenemos. Debemos cuidarlos y asegurar su formación. Promover  el derecho de todas las personas a tener una buena educación es una inversión a futuro, que aporta mayor equidad y contribuye al desarrollo económico y social y de tecnologías limpias para la protección de la Madre Tierra. Las metas son capacitar a los jóvenes como a los trabajadores del futuro, en un ambiente de democracia y diálogo, y formarlos como futuros activos y críticos ciudadanos.

Todavía los jóvenes de las clases sociales más altas, por razones estructurales (económicas y culturales) tienen mayor acceso a la educación que la gente de familias con menores ingresos y padres con un menor nivel de educación; sin embargo, la educación pública primaria y secundaria en Dinamarca está garantizada y es gratuita. También hay universidades de alto nivel que proporcionan una educación gratuita y un bono estudiantil. Estas políticas promueven la igualdad de oportunidades y la movilidad social, que es importante por razones de equidad, pero también por razones de eficacia. Aunque Dinamarca está en crisis económica, las inversiones públicas en educación están creciendo, al igual que la inversión para investigación.

El derecho a un empleo digno todavía no se cumple al cien por ciento. Actualmente, la tasa de desempleo es de un 7%, debido a la crisis económica. El mercado laboral danés se ha caracterizado por flexibilidad con seguridad, “flexiguridad”. Es decir, que hay más énfasis en el derecho al empleo que el derecho a un puesto específico. En un mundo tan dinámico, mantener el mismo puesto de trabajo por siempre no es lo más normal, hay que cambiar el puesto para mantener un buen empleo. La educación constante es un requisito.

Con “flexiguridad”, las empresas pueden despedir rápidamente a los trabajadores casi sin costos, cuando la demanda de los productos que producen baja. El trabajador tiene derecho a un bono de desempleo desde el primer día que queda sin empleo hasta por dos años (antes de la crisis era hasta cuatro años), garantizándole una vida digna y también un acceso a cursos de capacitación, dándole al trabajador la posibilidad de obtener empleo en sectores donde hay demanda creciente. De esta manera, la “flexiguridad” facilita cambios estructurales en el mercado laboral, que son necesarios para adaptarse a cambios mundiales. El bono de desempleo está financiado por los empleados a través de seguros. Durante periodos de crisis, cuando el desempleo y los costos crecen, es financiado por los contribuyentes. Entonces se ve la solidaridad de todos los daneses que tienen empleo con aquellos que no lo tienen.

El sistema laboral se ha desarrollado y acordado a través de un diálogo social tripartito, entre sindicatos, empresarios y Gobierno. A través del diálogo —a veces con conflictos— se ha logrado reformas con las cuales todos ganan. Con ello se ha logrado, para los empresarios, una mayor seguridad para las inversiones y cambios en función a las modificaciones del mercado; para los trabajadores, empleos que son más dignos y con mejores sueldos; y para el Estado, más ingresos tributarios para incrementar inversiones públicas en educación, infraestructura y tecnologías limpias, entre otros.

La tecnología verde ha sido una prioridad por muchos años. Por supuesto que es una responsabilidad, porque es cierto que nuestro país ha contaminado mucho más per cápita que por ejemplo Bolivia. Dinamarca tiene una emisión de dióxido de carbono per cápita superior al promedio mundial, pero estamos trabajando de manera enfocada en reducirla. Hasta el 2020, se va a reducir un 40% de las emisiones de gases de efecto invernadero a través de reformas. Entre otras políticas, se está promoviendo tecnologías verdes con impuestos significativos a energías fósiles. Entonces, aunque Dinamarca produce petróleo, un litro de gasolina cuesta Bs 15. Con esto se da un buen incentivo al desarrollo de energía limpia como la eólica. Se han puesto en marcha reformas para que en 2020 el 50% de la electricidad provenga de energía eólica. En 2050, 100% del consumo de energía será de fuentes renovables. Se invierte crecientes recursos públicos y privados en investigación de tecnologías limpias. Por la regulación de incentivos al mercado y la inversión en educación e investigación, Dinamarca cuenta con empresas que son líderes mundiales en tecnologías verdes, el caso por ejemplo de Vestas, en energía eólica; o Grundfoss, en agua y bombas pequeñas y grandes muy eficientes en cuanto al uso de la energía. También empresas extranjeras, como Siemens (en energía eólica) están invirtiendo miles de millones de dólares en Dinamarca, ello demuestra que nuestro país tiene un ambiente muy bueno para inversiones.

La capacidad de aprender, descubrir y adaptarse en un tiempo corto es única en el ser humano. Es esa capacidad la que ha asegurado un desarrollo impresionante en muchos países en los últimos siglos, y es la que es necesario para enfrentar las crisis económicas, de la pobreza y desigualdad, del cambio climático etc. Dinamarca está fuertemente afectada por la crisis económica de Europa. Nuestro PIB bajó más de 5% en 2009. Es exactamente en tiempos de crisis cuando se necesitan cambios y reformas, tanto en educación, mercado laboral y energía, así como también mayor cooperación internacional.

Como un país pequeño, somos conscientes de la interdependencia de todos los pueblos del mundo, así como de la necesidad de cooperación internacional y acuerdos vinculantes para proteger los derechos humanos, para un comercio justo, promover un desarrollo sostenible y una sociedad global de derecho. Ahora contribuimos a la cooperación internacional con más de 0,8% de nuestro PIB, porcentaje que anualmente es equivalente a alrededor de Bs 18 mil millones con una tendencia creciente. Con reformas importantes en nuestro país y una participación internacional comprometida, esperemos superar las crisis del mundo y promover un camino de desarrollo que sea sostenible.