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¿Quién soy yo?

La pregunta planteada como título de la presente columna es, probablemente, una de las interrogantes más difíciles de contestar. Alicia, en la famosa obra de Lewis Carroll, se la planteó en los siguientes términos: “¿Quién diablos soy? ¡Ah, ése es el gran enigma!”; sin embargo, después de compararse con quienes no podía ni quería ser, terminó concluyendo que era Alicia Liddell y que no deseaba, de ninguna manera, ser otra persona.

En El Mundo de Sofía, de Jostein Gaarder, la primera pregunta enviada por el filósofo desconocido es: “¿Quién eres?”, la misma que complica de sobremanera a su joven estudiante; sin embargo, después de un largo autointerrogatorio frente al espejo, la niña concluye que, sin lugar a dudas, era Sofía Amundsen. “Who am I?” (¿Quién soy yo?) se pregunta desesperado el protagonista principal del musical Les Miserables, para posteriormente responderse: “No soy 24601, no puedo ser un número, yo soy Jean Valjean”.

¿A qué viene o hacia dónde va todo esto? Simplemente al hecho de que cuando nos hacemos la pregunta ¿quién soy yo?, existen dos posibles alternativas de respuesta: soy uno más de… o soy, digamos, Jean Valjean. Si la respuesta transita por la primera alternativa, seremos un hombre masa; por el contrario, si la respuesta va por la segunda opción, seremos individuos que nos valoramos a nosotros mismos. Si nos miramos en el espejo y allí vemos un miembro de una logia, un componente de algún movimiento social, un integrante de cierta fraternidad o lo que fuere, en lugar de vernos como individuos únicos y, por tanto, muy valiosos, debemos aceptar que somos hombre masa.

Según José Ortega y Gasset: “Delante de una sola persona podemos saber si es masa o no. Masa es todo aquel que no se valora a sí mismo, en bien o en mal, por razones especiales, sino que se siente como todo el mundo y, sin embargo, no se angustia, se siente a salvo al saberse idéntico a los demás”. Asimismo, el intelectual que durante la crisis de los treinta sacudió al mundo con su obra La Rebelión de las Masas destaca que el hombre masa se considera a sí mismo “un sabelotodo”, que siempre piensa tener la razón; y que disfraza su inseguridad mediante el expediente de la soberbia y la descalificación.

¿Alguna vez nos hemos puesto frente al espejo para preguntarnos: quién soy yo? Probablemente no lo hayamos hecho, porque nos sentimos muy cómodos al ser “como todo el mundo”, porque no necesitamos ser individuos, o porque tenemos miedo a descubrir quién se encuentra reflejado frente a nosotros. ¿Les parece que nos animemos a mirarnos?