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La quinta columna

Durante la guerra civil española, en 1936, confluyeron sobre Madrid cuatro columnas del ejército sublevado, y el general Emilio Mola en alocución radiofónica identificó a una “quinta columna”, que desde adentro de la ciudad colaboraba con el enemigo. La frase se utiliza desde entonces para aludir a aquellos que desde el interior sirven al enemigo.

La pérdida del litoral boliviano estuvo signada por la traición de grupos que velaron por sus intereses.  Después de la derrota del Alto de la Alianza en 1880, militares respaldados por la rosca minera presionaron por un armisticio; y luego, en la Convención nacional impusieron la retirada de Bolivia de la guerra, dejando a Perú sólo en un conflicto al que entró en defensa del país. Los grandes mineros, que tenían toneladas de plata y estaño bloqueadas por la guerra, jugaron todas sus cartas para lograr un acuerdo con Chile y poder reiniciar sus exportaciones, aun al precio de una tregua sin condiciones. 

En 1904, esa misma oligarquía minera presionó al Gobierno liberal para que se construyan ferrocarriles y agilizar el transporte de minerales; consecuencia de esa presión fue el tratado por el cual Bolivia cedía la costa marítima a Chile a cambio del libre tránsito a los puertos del Pacífico y la construcción de un ferrocarril. Con el advenimiento de los gobiernos nacionalistas se comenzó a cuestionar el Tratado de 1904, pero los intereses de la rosca minera ridiculizaron la legítima demanda boliviana. En la  dictadura de Banzer se produjo el “abrazo de Charaña”, en el que ambos dictadores discuten la posibilidad de un canje territorial. En este encuentro, el Gobierno de Bolivia cambió el espíritu de reivindicación marítima por trueque territorial.

En 1979, en la reunión de la Organización de Estados Americanos realizada a fines de octubre en La Paz, Bolivia obtuvo el respaldo de la OEA en su demanda marítima; a las cuatro horas de la clausura del encuentro, el Ejército dio un golpe de Estado, en un acto traidor, que anuló los logros de la diplomacia boliviana. Recientemente, cuando el país planteó trasladar el eje del comercio exterior desde puertos de Chile al Perú, inmediatamente los empresarios cuestionaron la medida, argumentando que se incrementarían los precios del transporte.

Hoy, cuando se presenta una demanda ante la Corte Internacional de La Haya por el tema marítimo, no faltan voceros que califican como “demagógico y electoral” lo actuado, términos que son reproducidos por la prensa chilena y utilizados para descalificar la pretensión boliviana. La oposición, en su mezquino accionar, desconoce cualquier acción gubernamental; y, consecuente con sus antecedentes, no le importa servir a intereses extranjeros, cumpliendo su rol de quintacolumnista.