El mar de Chile
La proximidad de las elecciones chilenas, convocadas para noviembre, ha caldeado el ánimo y abierto sendos debates en el vecino país. Las diversas fuerzas políticas se aprestan a la disputa de las preferencias del electorado; y aunque Michele Bachelet lleva indudable ventaja en las preferencias, aún hay un buen trecho por recorrer. ¿Dónde está uno de los principales centros del debate, en cuyos mares pueden naufragar las candidaturas? Hay varios tópicos, el conflicto mapuche por ejemplo, pero de ellos el que lleva la delantera es la gratuidad de la educación superior. La batalla comenzó hace días con la destitución por ambas cámaras legislativas del ministro de Educación Harald Beyer. Quien motorizó su caída, con efecto de maremoto, fue la bancada de centro-izquierda aliada de Bachelet. El dignatario Beyer fue acusado de no frenar la obtención de lucro en las universidades privadas.
No se pretende anular la educación privada, pero en Chile, este tipo de entidades deben ser necesariamente fundaciones sin fines de lucro, pero se ha comprobado que muchas se dan manera de distribuir ilegalmente sus utilidades. Sea vía de abultados salarios a sus directivos (que muchas veces son sus dueños), arrendamiento ficticio de edificios de corporaciones que son al mismo tiempo de propiedad de los accionistas de la universidad, etc. De acuerdo con la ley, en cambio, estos beneficios debieran ser íntegramente reinvertidos en las propias universidades (disposición, que vale la pena observar, no existe para nada en Bolivia).
Pero, ¿por qué un asunto que de cara a nuestra política parecería intrascendente, cobra fuerza de ciclón en el otro lado de la cordillera de Los Andes? La explicación está en la movilización estudiantil de los últimos años, masiva y contundente, la que abarcó también a estudiantes de instituciones privadas.
De este verdadero levantamiento (la “rebelión de los pingüinos”) han emergido nuevos liderazgos como el de Camila Vallejos y Giorgio Jackson, expresidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica de Chile. Ambos hoy postulan al parlamento con buenas posibilidades de obtener un curul.
La destitución de Beyer fue vista como un triunfo de la masa de estudiantes y un guiño de Bachelet y sus fuerzas hacia ellos y ellas. El 11 de abril, el movimiento estudiantil realizó en Santiago una marcha de más de 100.000 personas para celebrar la destitución y refirmar sus demandas, como una suerte de recordatorio para quien ocupará al Palacio de La Moneda. Por su parte la nueva ministra de Educación, Carolina Schmidt, quedó obligada a condenar el lucro por injusto y usurario; aunque tras lo acaecido con su predecesor, ella, el presidente Piñera y sus precandidatos Allamand y Golborne son cada vez menos creíbles en este álgido punto, y ello va a costarles buenos votos. Bachelet, por su parte, dejó claro que está en contra de la gratuidad total. Sostiene que paguen quienes pueden pagar; porque de lo contrario la política se tornaría regresiva al subsidiar a los sectores medios y ricos.
Las encuestas señalan que más de dos tercios del electorado están a favor de la gratuidad universitaria y por el fin del lucro. De ahí que el tema estará en el tope del debate presidencial y quienes buscan llegar hasta La Moneda tendrán que cruzar sí o sí el agitado mar educativo.