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Reconocimientos

Triunfo ajustado en Venezuela, indudablemente. La verdad es que fue una sorpresa para quienes vimos el voto póstumo de Max Fernández (muerto en 1995) y Carlos Palenque (muerto en 1997), ambos eventos próximos a comicios electorales. Evidentemente, los usos y costumbres de la política venezolana de hoy no tienen nada que ver con los de acá. Bien por el duchazo de realidad para quienes nos las damos de analistas.

Un campanazo, sin duda, para Maduro. Las condiciones son indudablemente distintas a las que enfrentaba el comandante cuando estaba vivo. Como dicen en el oriente, se la dedico la tarea de gestionar la gobernabilidad en un entorno pos Chávez sin la presencia del caudillo. Apuesto a que hay más de un cambio pendiente desde hace algún tiempo por allá.

Hablando de elecciones, es de buenos modales que los gobiernos se enteren de los resultados oficiales y que, acto seguido, reconozcan al ganador. Eso pasa entre países que se respetan. Se imaginan ustedes que Venezuela, Bolivia o cualquier otro país hubiese puesto en duda la elección de George W.

Bush para la presidencia de EEUU en 2000? En aquella ocasión, George W. venció a Al Gore por 271 votos colegiados vs. 266. Los invito a buscar en google la cantidad de votos no colegiados de uno y otro candidato. Como dije, es de modales entre países que se respetan reconocer al ganador en los términos de su propio sistema legal. Y así lo hizo el mundo en 2000 con el país del norte.

Pero hete aquí que el Departamento de Estado de EEUU “no está muy seguro” de reconocer la victoria de Maduro en Venezuela. Hasta ahora no ha emitido un comunicado oficial de reconocimiento. España tampoco quiso reconocer al inicio la victoria de Maduro (luego lo hizo, a regañadientes).

La prensa también reconoce a los ganadores de las elecciones. Para ejemplo, cito aquí los titulares de un diario venezolano (El Mundo) que, cuando Rajoy ganó la elección española con el 46%, decía “El PP se lleva por delante al PSOE”; cuando Obama ganó la casa blanca con el 51% de los votos, el titular rezaba: “EEUU vuelve a confiar en Obama”; Maduro ganó con el 51%; y el titular dijo: “Incertidumbre en Venezuela…”. Y junto con la prensa, henchidos de emoción, muchos lectores reconocen o desconocen las decisiones soberanas de las instituciones electorales nacionales.

Dejemos a la prensa y a sus lectores que tomen sus decisiones tan “soberanamente” como crean. Regresando al mundo; el reconocimiento de los gobiernos del mundo a un gobierno elegido según su propio marco legal, como dije, es parte de los buenos modales de las relaciones internacionales.
No recuerdo, por ejemplo, que EEUU (mediante su Departamento de Estado) haya puesto en duda la elección de Salinas de Gortari en México, a fines de los  80, cuando hubo el apagón. Eso tiene que ver —creo yo— con que las relaciones internacionales son, para cualquier país, una prolongación de sus objetivos nacionales; de sus intereses como nación, pues. ¿Qué pasó entre Salinas de Gortari y EEUU? Nada, que años más tarde fue Salinas de Gortari quien preparó y encaminó las negociaciones del TLC con EEUU y Canadá.

¿Y con quién está usted?, ¿con la duda interesada del Departamento de Estado de EEUU o con el respetuoso reconocimiento de una región —Latinoamérica— que no quiere ver sus instituciones electorales cuestionadas o ninguneadas por una potencia extranjera?